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Todo el cine y la producción audiovisual argentina en un solo sitio

DIRECCION EJECUTIVA: JULIA MONTESORO

Liliana Mazure, expresidenta del INCAA: «El Instituto está cerrado porque en este momento los planes de fomento no funcionan»

En los últimos días, hubo –entre otras- dos situaciones que implican un enorme retroceso sobre lo que se venía construyendo institucionalmente: el cambio de sede de Ventana Sur (que este año se llevará a cabo en Uruguay) y la partida de Fernando Juan Lima como presidente del Festival de Mar del Plata.

Liliana Mazure, expresidenta del INCAA, impulsó durante su gestión el desarrollo de políticas públicas, a partir del apoyo a nuevos cineastas, el crecimiento de Espacios INCAA y de festivales argentinos, la creación de una plataforma audiovisual gratuita y la creación de Ventana Sur.

-¿Creés que existe relación entre el cambio de sede de Ventana Sur y la ida de Fernando Juan Lima?

Sí, claro. ¡Por supuesto! Están íntimamente relacionados, como están tan íntimamente relacionados con todas las medidas que se están tomando, como el no subsidio a las provincias o el fin del apoyo a los festivales.

En realidad, el INCAA está cerrado porque en este momento los planes de fomento no funcionan. El fomento es el motor, el corazón del INCAA. Es lo que lo pone en funcionamiento y le da sentido de ser. Esto, además de todas las otras políticas que tiene que el Instituto, las cuales tiene llevar adelante, como las relaciones internacionales, las coproducciones y todo de lo que se hace cargo una institución del Estado que considera que la industria audiovisual es importante para el país.

-Ventana Sur se creó bajo tu gestión. Hoy es fácil entender la importancia de tener un mercado, pero hace 15 años era diferente. ¿Qué viste vos para impulsar Ventana Sur?

Al INCAA entré en el 2008, cuando todavía todo era analógico: las latas iban y venían por el mundo. Pero veíamos venir lo que iba a suceder. Los mercados estaban tomando una importancia enorme. Más que los festivales. Los actores viajaban a los mercados para vender las producciones. Hasta ese momento, el espacio más importante que nosotros teníamos eran Cannes, Toronto, Milán, Berlín.

Era fundamental tener un mercado y sobre todo, latinoamericano. En esos años –entre el 2000 y el 2009- nos encontramos con un cine latinoamericano bastante abandonado. Le costaba mucho ocupar un lugar internacionalmente porque era el momento del cine oriental. Hasta en nuestros propios festivales esas cinematografías ocupaban mucho lugar.

Pero avanzaba el concepto de la digitalización y se acababa el tema de las latas. Las películas se trasladaban y se veían de otra manera. Ya no era necesario las pantallas de las salas exclusivamente para ver películas, sino que empezaron a utilizarse las videotecas.

Entonces tomamos la decisión. Nos asociamos con Cannes. Ahí viajó Bernardo Bergeret con instrucciones de traer a Cannes como socios. Fue la primera vez que Cannes salió de su territorio y vino a la Argentina. ¡Y salió todo muy, muy bien!

Nos ocupamos de relevar y de entrar en contacto con todas las productoras latinoamericanas. Un trabajo de hormiga, pero lo hicimos, lo llevó a cabo el equipo de internacionales. De esta manera, trajimos al primer Ventana Sur 450 producciones, que es lo que se había producido en Latinoamérica en los últimos cuatro años. ¡Fue un éxito brutal! Porque a cambio de esto, Cannes cumplió su responsabilidad de traer ese año cerca de 300 compradores, entre los que estaban los distribuidores más importantes del mundo.

-Hoy, que pensás en términos de “territorio audiovisual”, ¿qué escenario vislumbrás para el INCAA?

Para los dos próximos años vislumbro un escenario espantoso, ¡tremendo! El INCAA no está funcionando, lo han destruido. Que Fernando Juan Lima salga del Festival de Mar del Plata representa la destrucción. Está bien que la gestión pueda decidir cambiar el director, pero no es por eso sino de cambio de políticas. No sabemos por qué ni por quién lo van a cambiar.

Al no haber fomento estamos perdidos, porque se nos complica muchísimo la producción y la coproducción. El INCAA, como los institutos de cada país, valida las coproducciones. Entonces, ¿cómo se sigue? ¿Qué se hace con esto? Yo estoy trabajando en una coproducción con España y los españoles están desesperados. Vamos a terminar con una participación mayoritaria española y no sé qué puede aportar Argentina.

-San Sebastián anunció recientemente coproducciones con participación argentina pero llevan el sello español.

¡Claro! Porque se quedan con la mayoritaria ellos. Es como la película en la que estoy trabajando: vamos dejando que avancen los españoles, porque si depende de nosotros se para. Además, acá hacer un presupuesto es un caos y un despropósito. No hay seguridad financiera ni seguridad jurídica. En verdad, esto es un desastre, una catástrofe.

Creo que esto nos debe impulsar a reflexionar fuertemente sobre cuál es nuestro futuro y por dónde salimos de esta encerrona. Cuáles son las herramientas con las que hay salir, dada la realidad de la cultura audiovisual, en particular en la Argentina.

-En este escenario donde la distribución y la exhibición cambiaron, donde en el medio están las plataformas y no parece haber un proyecto de regulación respecto del manejo y de la producción, ¿cómo imaginás esa salida?

A mí me ayuda el hecho de que entré a un INCAA en un mundo audiovisual analógico y cuando me fui era totalmente digital. Esto implicó modificar los formatos de producción, cambiar el sistema de proyección en las salas, la distribución y la exhibición. Si bien cuando me fui del INCAA las plataformas no estaban totalmente instaladas, pero ya existían. Me acuerdo de todo el escándalo de Cuevana (Risas). Se venía venir lo que iba a suceder.

Ahora estamos en un fenómeno similar, en el cual nosotros, el sector de la industria, tiene que tomar conciencia; el Estado nacional, lamentablemente no está en condiciones ahora, pero en algún momento se tendrá que encaminar y tomar conciencia de que esta es una industria fundamental. El mercado lo sabe porque ha tomado cuenta de esto y se lo apropió. 

Yo no podría hacer una escala sobre cuál es el negocio más importante del mundo, pero creo que -discúlpenme las palabras y las comparaciones-, entre la trata, la venta de armas, los laboratorios y las plataformas están los negocios más importantes del mundo. Las plataformas son las distribuidoras de las producciones audiovisuales.

Me parece que nosotros tenemos que empoderarnos. No tenemos que olvidar que el año pasado hubo una huelga de guionistas y actores y actrices que pararon a la industria audiovisual en los Estados Unidos. Debemos entender el poder que tenemos como integrantes y como quienes hacemos posible esta industria. Pero está claro que necesitamos que los estados nos apoyen, sino somos fácilmente manipulables. Si se van a meter con la Ley de Derecho de Autor, si no van a regular las plataformas, ni la exhibición ni la distribución y si no se va a poder seguir regulando el trabajo calificado que significa la industria audiovisual, va a ser muy difícil empoderarnos. Ese es el tema que tenemos que debatir ahora, pero también falta que nosotros nos empoderemos y digamos: tenemos este poder.

-También tendría que haber una toma de conciencia del lado de la producción y la exhibición respecto a cómo generar recursos con esas producciones. Porque en definitiva estamos hablando de una industria se sustenta de recursos económicos. Me parece que esa pata está un poco descuidada.

Sí, claro que sí: esa pata estuvo muy descuidada en los últimos años. La pelea que para que se declarara industria el audiovisual duró desde el 2005 hasta el 2012. Recién en enero de 2013 tuvimos la Ley. También llevamos adelante la misma batalla en la provincia de Buenos Aires, con la Ley que se supone que iba a generar el fomento en la provincia. Y no lo logramos. Ahora está la Ley en la Legislatura, pero no termina de salir. En estos días vi que el foro audiovisual de provincia de Buenos Aires está haciendo una campaña para que esa ley finalmente se sancione.

Debemos tomar conciencia de esto y generar los circuitos comerciales. Ese era el objetivo de Ventana Sur: generar esos circuitos. Debemos cuestionarnos: ¿está bueno que nosotros generemos nuevas plataformas con poca audiencia? ¿O ponemos el esfuerzo en generar el circuito comercial para los productores y realizadores en las plataformas que tienen mayor audiencia? He dicho esto en público y me han mirado muy mal, pero creo que tenemos que derribar todos los prejuicios y las fronteras para poder poner sobre la mesa estos temas.

Julia Montesoro

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