Fernando Arditi es guionista, director y productor de El hombre más fuerte del mundo, documental realizado en Jujuy con producción de Cocoliche, que está protagonizado por Darío Villarroel, un fisiculturista de talla baja nacido en Palpalá.
Tendrá su preestreno el sábado 22 a las 17.30 en la sala Leopoldo Lugones y luego se exhibirá el lunes 24 y el miércoles 26 en El Cultural, en el marco del festival de cine de Buenos Aires y se prevé su estreno comercial para el segundo semestre del año.
-¿Cuál fue el origen de El hombre más fuerte del mundo?
Yo quería filmar fuera de Buenos Aires. Había hecho dos películas en la ciudad y quería unirlo con mi otro gusto, que es viajar. Pensaba en una película que me permitiera el desarrollo de un viaje. Y busqué la posibilidad de encontrar una historia en Jujuy, porque me interesaba el lugar para trabajar. Apenas tenía esta idea en la cabeza, y buscando simplemente en el diario, encontré una de esas notas típicas de los personajes del año, de Palpalá.
-¿Eso determinó que pusieras el interés en un fisiculturista de talla baja para hacer un documental sobre su vida?
Al comienzo, cuando conocí a Darío, la anécdota que me acercó a él era otra. El epígrafe de su vida era otro. Él era pesista. Inclusive empieza a competir con pesas convencionales. Está para récord sudamericano y lo sacan por un tema reglamentario.
Entonces empieza a insistir en el paralimpismo en las instituciones deportivas relacionadas con las personas con capacidades diversas. Es miembro fundador de la Selección Argentina de Pesas. Y en la Selección de Pesas Paralímpicas sale campeón en Egipto, pero lo dejan afuera por un tema reglamentario. El reglamento dice que los pesistas deben rodear la barra con los dedos para hacer el gesto. Por su condición, el largo de los dedos de Darío no lo permite. Él lo reemplaza por una especie de horqueta. Por esa adaptación, para el paralimpismo -cuya esencia debería ser que el deporte se tiene que adaptar a las necesidades del deportista y no al revés-, debe quedar afuera por un tema reglamentario. La paradoja es que lo que lo deja afuera es su propia discapacidad.
En este absurdo, él sigue entrenando y en el reclamo que dura muchos años, llega a levantar cuatro veces su peso corporal. Por eso, en términos relativos, él es el hombre más fuerte del mundo: levanta 200 kilos pesando 50. Una hazaña única, sin ningún tipo de competencia u organismo que lo convalide.
-¿Allí encontraste tu historia definitiva?
Nosotros lo conocemos en su resurgir como deportista. La película busca el arco de su transformación desde sus inicios hasta su consagración. Un típico viaje del héroe, digamos. Pero en definitiva lo que se da en este viaje del héroe es la construcción de un carácter. La película no deja de responder a la pregunta por qué una persona de talla baja se acercaría a esa disciplina. Es una disciplina del narcisismo, súper exacerbada en una sociedad que de por sí lo es. Es muy absurdo el lugar donde él encuentra la inclusión, o lo que podríamos hablar en términos de inclusión. La película no indaga sobre eso, pero es lo que dispara.
-¿Cómo lograste que este personaje tan particular se abriera para vos, para ustedes, para el equipo de rodaje, para compartir sus intimidades?
Me parece que lo especial que tiene el cine documental, y sobre todo el cine documental de estas características -que en algún aspecto buscamos ir a la vanguardia del cine-, es que es un cine producto de un vínculo. Lo que termina dándose en la pantalla es la expresión de ese vínculo o de una multiplicidad de vínculos. Es el cine donde está más indisoluble esa relación con el momento en que fue filmado. Lo más parecido a lo que fue el viejo fotoperiodismo,
la fotografía. La película tiene más preguntas que respuestas. Y la pregunta primordial era ¿por qué una persona de talla baja se acercaría a una actividad de estas características?
-¿Y qué te respondés, con la película terminada?
Generalmente las personas de talla baja siempre están asociadas a lo absurdo, o al circo, o a lo monstruoso en general. En este caso, todo lo que es absolutamente burdo y monstruoso es el mundo y no Darío, y no los valores que él transporta. Esa es la revelación de la película: muestra que el mundo puede convertirse en un lugar terriblemente hostil, terriblemente absurdo, y el personaje que habitualmente ocuparía en los cuentos ese rol, en este caso es un poco el héroe, el que redime.
-¿Hay allí una búsqueda de una moraleja?
Me daba miedo el tema del mensaje de la superación. No quería resbalarme en ese lugar. No me parecía que era la persona encargada para hacerlo, no porque no haya nada valioso para decir en esos términos, pero no quería caer en eso.
En cambio, lo que se ve en la película es más el retrato de un amigo con toda la complejidad que eso puede tener. Rescato el tema de los vínculos.
-¿Qué representa Cocoliche en el camino a la realización?
Cocoliche es el emprendimiento que tengo en este momento, junto con otras personas. Una productora que hasta ahora sostiene el carácter institucional de mi trabajo. Estamos abiertos en una segunda etapa a incorporar proyectos que dirijan otras personas.
-¿Por qué Jujuy?
Con mi película anterior, Vida de Perros, también documental, habíamos ganado el premio del público del Festival de Cine de las Alturas. Ahí surgió la idea. Vi que había una recepción muy buena, en una provincia que por sí es preciosa y que habilitaba posibilidades de poder a filmar y hacer cosas. Así apareció El hombre más fuerte del mundo.
Julia Montesoro