El jueves 2 de junio se estrena en el cine Gaumont la comedia documental Telma, el cine y el soldado, ópera prima de Brenda Taubin. Con producción de Salamanca Cine (Carolina Fernández y Jorge Leandro Colás), cuenta con la participación protagónica de Telma D’Andrea, quien decide reunir a su hija Lili con un soldado de Malvinas con quien intercambió cartas de amor durante la guerra de 1982. Con la ayuda de sus compañeros jubilados del cineclub y contra la voluntad de su yerno, intentará reunir a su hija y al soldado buscando concretar, después de muchos años, el encuentro prometido.
Sin buscarlo, Telma también hizo realidad otro sueño: el de debutar en cine a los 78 años.
-¿Cuál fue su primera reacción cuando Brenda Taubin le propuso protagonizar una película con su propio nombre?
No lo creí en ningún momento. Yo guarde la carta durante cuarenta años y cuando ella me dijo que iba a hacer una película me dio risa. ¡A quién íbamos a buscar después de 40 años! Soy viuda y con mi cuñada -la viuda de mi hermano- y mi consuegra estamos siempre juntas. Nos dejamos llevaer, como una aventura, un paseo. Para todas fue una novedad.
-En la primera escena de Telma, el cine y el soldado hay una reflexión suya sobre sus sueños por cumplir. Busca reunir a su hija Lili con un soldado de Malvinas con quien intercambió cartas durante la guerra de 1982. ¿Cómo es la historia de esa carta?
Durante la Guerra de Malvinas, por radio y televisión pedían que se les enviaran cartas a los soldados. Mi hija Liliana (que entonces tenía 15 años) mandaba todos los días una carta a un soldado desconocido. Ella tenía miedo por ellos, pensaba en los jóvenes que estaban allá. También les mandaba chocolates que tomaba del almacén que tenía. ¡Me fundió con los chocolates! (Ríe). Un día llegó el cartero con una carta de Malvinas. No lo podía creer. La gente venía al negocio a tocar la carta. Hasta me la pedían de las escuelas. Y la guardé.
-¿Por qué conservó esa carta durante cuarenta años?
Siempre guardé cosas. Cuadernos, regalitos, detalles. Cada objeto tiene su razón de ser, su por qué. La carta tiene un valor muy especial.
-¿Cómo era su familia en 1982, cuando recibió esa carta?
Estaba formada por mi marido, mis dos hijas y yo. Vivíamos con mi mamá. Ella fue la primera mujer guardabarreras, nombrada por Eva Perón. Ese oficio le daba acceso a una vivienda. Entonces compramos la casa pagándola por mes.
-¿En qué circunstancia Brenda Taubin llegó a esas cartas?
Había un ciclo de cine para adultos que coordinaba ella. Después de cada película hacíamos un debate. Nosotros éramos todos grandes, pero teníamos una relación muy especial, como si fuéramos chicos como ella. Siempre surgían temas diversos, por fuera de lo que habíamos visto. Un día comenté de la carta. Me pidió que la llevara al grupo. Cuando la vio me dijo que haríamos una película. Me dio risa. Pero ella cumplió con todo lo que se propuso.
–Telma, el cine y el soldado se estrenó en el BAFICI. ¿Qué sensación le dejó haberse visto por primera vez en pantalla grande y qué le trasmitió el público?
Todavía no lo podía creer. Todo el mundo aplaudía, me besaba, me saludaba. Me llevaron flores. Y hasta firmé un autógrafo. Me hizo acordar a que cuando una era chica llevaba una libretita para que le firme las maestras.
-¿Cómo fue su trabajo? ¿Qué le pidió Brenda?
Estuve con mi cuñada y mi consuegra. Y no actuamos: fuimos diciendo naturalmente lo que nos salía. Brenda nos pidió que hiciéramos lo que hacemos siempre. No estaba nerviosa, pero me daba miedo por no poder hacerlo bien. Hasta el día que tuvimos una escena en el country Boca Ratón. Yo debía manejar un carrito de golf. Me preguntaron si alguna vez había manejado y les dije que no. Pero me subí igual. Y entonces le perdí el miedo a la cámara.
Julia Montesoro