spot_img
spot_img

Todo el cine y la producción audiovisual argentina en un solo sitio

DIRECCION EJECUTIVA: JULIA MONTESORO

Sol Berruezo Pichon-Rivière, premiada por «Nuestros días más felices»: «La literatura es esencial en mi vida, más que el cine»

Con apenas 26 años, Sol Berruezo Pichon-Rivère dirigió Mamá, mamá, mamá y Nuestros días más felices, dos películas en las que demostró un estilo propio, recorriendo festivales internacionales y recogiendo premios. Curiosamente, ambas permanecen sin ser estrenadas en salas.

A mediados de marzo, Nuestros días más felices ganó el premio de la sección Des 400 Coups (Los 400 golpes), del 37º Festival Internacional de Cine de Mons, Bélgica.   

-¿Cuáles fueron tus primeras impresiones sobre el premio?

Me dio mucha alegría porque la película participó en una sección de obras más arriesgadas, que juegan con el estilo. Yo no viajé porque estaba en una residencia, pero recibió el premio Laura (Mara Tablón), la productora y coescritora de la película, y me contó la recepción que tuvo la película fue increíble.

-No fuiste a Bélgica pero en enero sí estuviste en Reyjkavik, en Islandia, donde coordinaste algunas charlas en el Festival de Cine Feminista. ¿Qué conclusiones sacaste?

Islandia es un país muy pequeño, que me llama mucho la atención. A Borges, que escribió mucho sobre Islandia, también Es como un país en el extremo del mundo, como Tierra del Fuego, pero con mucha magia y mucho encanto. El cine de allá es muy limitado. Hay muy pocas directoras. Cuando fui invitada para este festival hubo problemas por el covid y los cines no iban a abrir, pero insistí con ir de todas maneras porque me parecía que era importante que siguiera viva la llama del festival y del cine. Noté que no hay una juventud haciendo cine y los que llegan a hacer cine son muy pocos.

A diferencia de Argentina, donde una hay multiplicidad de voces y de diferentes edades y orígenes muy interesante, porque nos ayuda a nutrir la cultura del país. Desde mi punto de vista y mi experiencia, en Argentina tenemos mucho cine; sobre todo independiente, que no abunda y que te da la posibilidad de seguir siendo un autor.

-Así como tenés referencias de lo limitada que es la producción cinematográfica en Islandia, imagino que la situación de las mujeres debe ser mucho más dura…

-Mucho más. Una directora islandesa, de quien me hice muy amiga –fue quien me presentó a la directora del festival y gracias a ella viajé-, tiene una historia muy particular. Es una mujer de 45 años con dos hijas que tuvo con uno de los directores más prestigiosos de Islandia. De hecho, yo soy fan de él y no sabía que ella es su exmujer. Ella también es realizadora pero estuvo toda la vida bancando a él con la maternidad. Y decidió empezar a hacer cine cuando sus hijas crecieron. Entonces le diagnosticaron ELA, una enfermedad irreversible que te va inhabilitando los músculos sin perder la capacidad intelectual. Recién ahí entendió todo el tiempo que perdió por no dirigir, esperando por años que le dijeran “you are allow”, que significa algo como “estás permitida”. Como que recién pudo hacer cine cuando tuvo permiso. Es el caso de muchas otras mujeres con la maternidad: es como si nos abduce un alien hasta que volvemos a caer en el mismo lugar pero desorientadas y salidas del sistema.

-Este periplo europeo tuyo y todas estas experiencias, ¿te inspiran para otra película, para nuevas historias?

Salir de tu zona de confort siempre es estimulante, por más que incomode estar lejos de casa, con otro idioma y gastando dinero que una no tiene. Son situaciones que se perciben en el cuerpo como una montaña rusa pero tiene resultados magníficos. Siento que viajar te permite entender quién sos. Como cuando una se va de la casa familiar, que no termina de entender quién es hasta no irse, y a apreciar lo que se tiene y lo que luego ya no se tiene. Esa nostalgia es hermosa. Siempre tuve la seguridad de querer viajar, porque hay algo que sucede cuando una se mueve.

Y sí, tengo ganas de empezar a contar historias en otros idiomas. Hay algo que nos pasa en Argentina y no en otras partes: estamos rodeados de países que hablan español (salvo Brasil). A mí los idiomas me fascinan y me parece interesante moverme a otras narraciones en otros idiomas, por más que no sean mi zona de confort, pero aun así soy la misma, aunque esté hablando en otro idioma. Mi próximo proyecto tengo ganas de filmarlo en Francia y en Argentina. Quiero abrir por primera vez la narración, en ese sentido.

-¿De qué se trata?

Se llama Amor, sexo y lágrimas. Surgió a partir de que una de mis mejores amigas es una chica francesa que conocí en Buenos Aires. Ella estudió actuación en la EMAD y vivímos juntas un tiempo. Le escribí esta historia para ella… y para mí también.

-Simultáneamente, recibiste un reconocimiento en un certamen literario por tu primera novela, Dios te salve María. ¿Te interesa la literatura como complemento del cine?

Al revés: empecé a hacer cine porque quería escribir. Pero sentía que si me quedaba en la literatura me iba a morir sola, y le tenía mucho miedo a la soledad. Entonces me fui alejando un poco de la literatura, aunque en realidad era lo esencial en mi vida, aun por sobre lo visual: en lo narrativo está lo que siento que vine a hacer.

Tomarme el tiempo de poder escribir mi novela, que no está terminada aunque le falte muy poco, mandarla a un concurso y que me seleccionaran fue un reconocimiento reimportante. Es un “camino B” que tengo escondido, todavía no muy indagado, pero que me súper interesa.

-Quienes apostamos por tu “camino A” y que vimos Nuestros días más felices en el Festival de Mar del Plata nos preguntamos si hay fecha de estreno prevista.

Lo estamos intentando. De hecho mi primera película, Mamá, mamá, mamá, se va a estrenar en los cines de Francia antes que en Argentina. Seguimos luchando para tener algún espacio para mostrar las dos películas. Pero estoy un poco decepcionada.

Julia Montesoro

Related Articles

GPS Audiovisual Radio

NOVEDADES