El perro que no calla, la comedia melodramática de Ana Katz, prosigue en exhibición en el Cine Gaumont hasta el miércoles 8, en tanto que se presenta en el Cine América de Santa Fe y a partir del jueves 16, en el Cine El Cairo de Rosario.
Los horarios fijados para las proyecciones son los siguientes: Cine Gaumont, a las 13.30 hs. y 21 hs. Cine América: jueves, 20.15 hs.; viernes, 18 hs.; sábado, 17.30 hs.; domingo, 19.30 hs.; lunes, 17 hs.; martes y miércoles 19 hs. Cine El Cairo: jueves 16, 20.30 hs.; viernes 17, 18 hs.; sábado 18, 22.30 hs.; domingo 19, 20.30 hs.; jueves 23, 18 hs. y domingo 26, 20.30 hs.
Con un amplio recorrido en festivales (el estreno mundial se llevó a cabo en el Sundance y obtuvo el premio Big Screen competition en Rotterdam, entre más de veinte muestras en todo el mundo), El perro que no calla se estrenó en la Argentina el 25 de noviembre, pero no quedó programada para las semanas sucesivas.
Esto motivó un tuit de Ana Katz del 30 de noviembre, que abrió el debate sobre la permanencia del cine argentino en carteleras oficiales.
“Adivinen qué película se estrenó el jueves pasado y ya la sacaron de los cines… Pista:”, señalaba el texto que iba acompañado por una imagen de la perra Rita, protagonista de la película.
Tres días más tarde, la realizadora publicó otro tuit, como respuesta a los mensajes de adhesión: “Agradezco los mensajes recibidos y lxs invito a leerlos. Van más allá de nuestra película, hablan del desamparo que sufre nuestra cultura. El público está, el talento está, las ganas están… ¿Lobo estás?”.
El perro que no calla es la sexta película de Ana Katz y está protagonizada por Daniel Katz, Carlos Portaluppi, Susana Varela, Valeria Lois y Julieta Zylberberg. Es una producción de Laura Huberman y Ana Katz, con coproducción de Ramiro Pavón y Pablo Ingercher de OH MY GOMEZ!
Gira en torno a la historia de Sebastián, un joven de treinta y tantos años que tiene varios trabajos temporales que van y vienen y lo presionan, y abraza el amor cada vez que encuentra la oportunidad. A través de pequeños hechos puntuales, su transformación se retrata en el contexto de un mundo que también se transforma y coquetea con un posible apocalipsis.
Hartos de los llantos de su perro, los vecinos le exigen a Sebastián que no lo deje solo por las tardes. Sin otra opción, se lo lleva a la oficina, de donde rápidamente lo despiden. A partir de allí su vida atraviesa diferentes etapas de empleo, subempleo y desempleo, a la vez que construye una familia y sobrevive a los inesperados efectos que un meteorito provoca en la Tierra. En 73 minutos, la película conecta momentos distantes y disímiles con una sutileza que nos permite ver aquello que permanece entre tanto cambio. Y, con la misma serenidad con la que Sebastián cultiva vínculos con parejas, compañeros y perros en los intersticios que permiten la precariedad laboral y un mundo al borde del colapso, la película sale a la búsqueda de esa belleza que aparece en lo imprevisto, en los giros sutiles –y no tanto– que pega la vida, mientras se persigue ese anhelo de amor o simplemente de calidez que, como el perro de Sebastián, quizás no se oye, pero nunca se calla.
“La película se acerca a esa parte de la vida que me atrevería a decir tenemos la mayoría de las personas, donde las cosas que pasan no son las que se cuentan, o las que se eligen para generar un relato convencional de una vida. En cambio, tienen que ver con lo que más nos afecta: qué hacer con tu perro cuando vamos a trabajar, de qué vivimos, cómo llegamos a fin de mes”, detalló Ana Katz a GPS Audiovisual.