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DIRECCION EJECUTIVA: JULIA MONTESORO

Nicolás Valentini, director de «Pañuelos para la historia»: «Las Madres argentinas y kurdas tienen mucho en común»

El jueves 8 de noviembre se estrena en el Espacio INCAA Cine Gaumont el documental “Pañuelos para la historia”, codirigido por Alejandro Haddad y Nicolás Valentini, rodado en la Argentina y el Kurdistán turco. Documentando el viaje de Nora Cortiñas, Madre de Plaza de Mayo (Línea Fundadora), la película hermana en el reclamo a las Madres de la Paz kurdas y a la vez visibiliza la lucha de las mujeres y el pueblo kurdo, diezmado por las luchas fratricidas en la década del 90.

Haddad (poeta, realizador documental y co-autor del libro “Kurdistán. Crónicas insurgentes”) no pudo ver su obra concluida: falleció en 2014. El proceso de posproducción estuvo a cargo de Nicolás Valentini.

GPS audiovisual entrevistó a Valentini para saber cómo fue el proceso de “Pañuelos para la historia”, desde la idea hasta su estreno.

– ¿Cómo fue el origen del proyecto?

Surgió a partir de un viaje de Alejandro (Haddad) a Chiapas. Allí conoció a un kurdo llamado Erdal, quien sería el traductor de la película. Cuando Alejandro viajó a Siria, pasó por la zona kurda de Turquía y paró en la casa de Erdal. Y ahí se metió en la problemática kurda. Tiempo después, a raíz de un foro social realizado en la Mesopotamia, le pidieron a Alejandro llevar a un referente social conocido. El propuso a Nora Cortiñas. A la vez, fue el primer contacto de Nora con la cuestión kurda. Dos años después, viajamos con ella para hacer el documental.

– ¿Cómo fue tu encuentro con Alejandro?

Nos conocimos en 2011, en un encuentro de documentalistas en el Chaco. Yo vivía en Rosario (ahora estoy en Funes) y él en Buenos Aires. Nos hicimos amigos y nos seguimos viendo bastante. En un momento me dijo que quería hacer este documental, me invitó y me pareció interesante.

– ¿Nora Cortiñas estaba en el origen del proyecto? ¿Cómo la convencieron para participar?

Aceptó sin dudarlo, en el momento. A nosotros no nos conocía mucho. Pero ella está muy comprometida con las problemáticas de derechos humanos: viajó mucho para apoyar distintas causas por el mundo. Y ya había tenido un contacto previo con las Madres por la Paz de Kurdistán. Que además tomaron como ejemplo cosas de nuestras madres, como hacer una reunión semanal en las plazas. O llevar adelante movilizaciones para visibilizar la problemática.

– ¿Cómo se obtuvo la financiación?

Mandamos el proyecto a Quinta Vía del INCAA (que ahora corre el riesgo de desaparecer), empezamos a darle forma al guión, y después conseguimos un premio para posproducción en Espacio Santafesino. A la vez, contamos con una producción de logística con gente de allá, donde teníamos movilidad, contactos, lugares donde parar.

– ¿Cómo surgió la idea de reflejar la lucha de las madres de dos pueblos tan lejanos entre sí, sin ningún vínculo entre ellas?

Alejandro quería hablar sobre las mujeres kurdas. Nos pareció una buena idea mostrar su lucha en el marco del viaje de Nora. Estuvieron de acuerdo, y también acordaron en enviar una carta a las Naciones Unidas en conjunto.

– ¿La filmación en Turquía estaba pactada o guionada?

El guión establecía de antemano los encuentros de Nora. Pero suponíamos que iban a haber diferencias. Por ejemplo: la idea del pedido de paz de esas madres es distinto al de las nuestras, que quieren juicio y castigo. Porque son dos concepciones distintas. Otra diferencia es que la desaparición forzada de personas allá fue dentro de una democracia. También pensábamos que podía haber algún conflicto en relación a ciertas características del machismo, sobre todo la posición de los familiares con respecto a una mujer violada. Pero no nos encontramos con eso. En cambio, encontramos muchas cosas en común.

-¿Hubo algún momento inesperado en el que tuvieron que cambiar el rumbo?

Fue muy difícil la escena en la que una madre le cuenta a Nora que su hija se había inmolado en su propia casa. Hubo un momento de desentendimiento, de no comprensión de Nora, porque para la cultura occidental, el concepto de la inmolación es distinto. Pero un abrazo selló el encuentro: es el mismo dolor por la pérdida del hijo. Situaciones como ésta hicieron más dramática la mirada por los conflictos de Nora. Empezó a entender el lugar y la discriminación que sufren las mujeres. No fue un viaje donde Nora solamente pasea, sino un proceso de comprensión de estas madres. Hasta llegar a la elaboración de una carta en común.

– ¿Tuvieron dificultades o impedimentos?

No, pero tuvimos el control de policías civiles, o de autos que nos seguían. Pero nos sentíamos seguros porque estábamos con Nora. Capaz que si íbamos solos era distinto. Sobre todo en estos tiempos. Por ejemplo: la película se pasó en canales que ahora están censurados. Hay una compañera periodista que aparece en la película y que ahora está presa. Erdal estuvo preso unos meses. La otra traductora, una mujer llamada Halide, fue echada del trabajo por ser activista política.

– ¿Las Madres participaron en el guión o en la posproducción? ¿O conocieron la película ya terminada?

Yo proyecté en su momento un work in progress que vio Nora, que también fue visto por algunos compañeros de Kurdistán (no las Madres). Lo presentamos en un Festival de Derechos Humanos. Alejandro no pudo verlo: falleció en septiembre de 2014. La película había sido filmada pero no había comenzado el montaje.

– ¿Por qué pasaron tres años para estrenarla comercialmente?

Fuimos a filmar en 2013, y en el trascurso de un año Alejandro se enfermó, de manera terminal. Hubo un gran impasse. Luego de eso, retomé el trabajo con ayuda de Juan Mascaró, un amigo en común. Lo pude terminar gracias a algún aporte de compañeros kurdos que viven en Buenos Aires y que mostraron el work in progress. Con mucha tristeza, y a veces resistencia a hacerlo por la carga emocional que tenía. Sobre todo por la situación de Nora, de las madres, de los familiares de Alejandro. Fue difícil. Lo proyectamos por primera vez en el Festival de Mar del Plata. Después hubo un recorrido de festivales, necesario para que la película se difunda.

– La película pasó por festivales de distintos lugares del mundo. ¿Hay algún tipo de reacción en común del público?

Por lo general hay una reacción muy emotiva. Viendo la realidad que sufre el pueblo de allá, la pérdida de alguien, y cómo entenderse a través de esa pérdida. La gente me habla en general de un momento muy fuerte: cuando la madre cuenta que su hija fue inmolada. Muchas personas también me remarcan los momentos solitarios de Nora.

– Del rodaje hasta hoy, ¿hubo algún avance o reconocimiento en la causa de las Madres kurdas?

Aunque creo que se fue visibilizando cada vez más, dentro de Turquía, empeoraron muchas cosas con respecto a la situación kurda. Y la carta enviada a las Naciones Unidas está cajoneada.

Norberto Chab

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