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Todo el cine y la producción audiovisual argentina en un solo sitio

DIRECCION EJECUTIVA: JULIA MONTESORO

Demian Rugna, ganador en Sitges con «Cuando acecha la maldad»: Nunca haría una película que solo sea efectista; me interesa contar un buen cuento»

Demian Rugna logró un hecho histórico: por primera vez en sus 56 ediciones, una producción argentina ganó el premio mayor del Festival Internacional de Cine Fantástico de Cataluña – Sitges, el más prestigioso del mundo en su especialidad. El reconocimiento lo obtuvo con su más reciente película, Cuando acecha la maldad.

A pocos días de su estreno argentino (se verá en salas desde el 9 de noviembre), la reseña de prensa la sitúa en pueblo perdido, lejos de las grandes ciudades. “Dos hermanos encuentran a un hombre encarnado por un demonio, y advierten a los vecinos sobre el horror que está por estallar. Deciden deshacerse de él pero lo único que logran es acelerar el proceso. El demonio ha nacido y empieza a dejar su inconfundible rastro de maldad. Deberán huir antes de que la locura y la destrucción los arrastre consigo”, detalla la sinopsis.

Con producción de La Puerta Roja, una sociedad entre Machaco Films (Fernando Díaz) y Aramos Cine (Roxana Ramos), junto con Mutante Cine (Agustina Chiarino y Fernando Epstein) de Uruguay, el film está protagonizado por Ezequiel Rodríguez, Demián Salomón, Silvina Sabater, Virginia Garófalo, Luis Ziembrowski, Emilio Vodanovich, Marcelo Michinaux, Paula Rubinsztein y Desiré Salgueiro, entre otros.

-Volvamos al momento en que subiste al escenario para recibir el premio. ¿Qué fue lo primero que pensaste? ¿Qué se te cruzó por la mente?

En realidad, subí dos veces porque nos otorgaron el premio también a la mejor película por la sección Blood Window. Como nos habían avisado con anticipación, unas tres horas antes de la premiación hablamos con el productor para que subiera él y dijera unas palabras en defensa del cine nacional. Pero me llamaron a mí para recibir el premio y ¡no supe qué decir! Solo les agradecí. Estaba emocionalmente muy sedado porque me había pasado la euforia. Entonces me puse a pensar en lo que tenía que decir, pero estaba muy tranquilo conmigo mismo. Sentía que había soltado muchos años de carrera.

-Una carrera de mucho trabajo y poca visibilidad.

Muchísima gente cree que Cuando acecha la maldad es mi segunda película, porque es la segunda a la que le va bien, pero hice casi seis películas (digo casi porque participé de una antología). Hice tres en mis primeros años de carrera. Me llevó 15 años intentar estar presente y poder vivir de esto. Quince años de intentarlo y no lograrlo. Hasta que llegó Aterrados. Por eso cuando subí a recibir el premio, aun sabiendo que lo había ganado, ¡no sabía qué decir!

-¿Qué representa Sitges?

Sitges es muy importante para la industria que hace cine de género fantástico. Realizadores como Guillermo del Toro o Quentin Tarantino nunca se llevaron una estatuilla compitiendo, como lo hicimos nosotros. Eso te marca la clase de participantes que tienen esos festivales. ¡Son gigantes! Además de la trascendencia que te da ganar este premio para nosotros y para la Argentina. ¡Está buenísimo!

Cuando estuve antes, en las ediciones de 2010 y 2018, sentí que me había redimido a mí mismo con los falsos pasos de mis películas anteriores. No porque no me gusten. ¡Estoy muy orgulloso de ellas! Pero no me habían abierto alguna puerta para poder trabajar. Este último premio cerró un ciclo de haber intentado estar dentro de este género y haber hecho las películas que siempre quise hacer. Este premio lo terminamos ganando ¡en mi propia ley! Nunca cambié mi estilo ni mi forma de filmar.

-Lo que describís es el resultado de una carrera de mucho tiempo, con un fuerte arraigo en el género. Seguramente, con el paso del tiempo, te profesionalizaste más con relación a tu forma de abordar el cine de género, de producirlo y realizarlo. ¿No es cierto?

-Sí. Fui creciendo a lo largo de los años y me fui rodeando de un equipo que también fue creciendo. Logramos aprovechar las ventajas de las nuevas tecnologías. Actualmente, con un presupuesto más o menos adecuado, podemos competir de igual a igual con cualquier industria. Lo más importante es tener nuestro propio público, para que las producciones puedan apostar un poco más. El cine de género es muy complicado porque requiere más presupuesto y más tiempo. Más presupuesto implica que los productores no se animan porque no hay mercado. Pero si nuestro propio público está dispuesto a consumir películas de género nacional, porque pueden estar buenas, entonces podemos mejorarlo. Es medio absurdo intentar hacer grandes películas de género, con un montón de presupuesto, si nuestro propio mercado nos da la espalda. Está demostrado, no solo con esta película sino con varias más, que estamos avanzando. Necesitamos que nuestro propio público argentino crea en nosotros.

-Más allá de que te habían anticipado que ganabas –algo que se suele hacer en todos los grandes festivales para que estén en el momento de la premiación-, ¿pensabas que podías ganar? ¿Habías visto otras películas de la competencia?

Había visto muy pocas: no me dediqué. Vi varias de las que competían con nosotros. Cuando estás en un festival te relacionás con el público y otros cineastas. Muchos me decían que tenía que ganar porque la película es buenísima. ¡Toda la semana fue así! Me fueron creando una ilusión de llevarnos algo, como para poder decir que no vinimos solamente a pasear y hablar acá en el festival. Pero también me había pasado lo mismo con Aterrados: todo el mundo me decía que íbamos a ganar y no nos llevamos nada. Entonces trataba de no ilusionarme demasiado.

-Hablabas de las posibilidades de realizar cine de género en Argentina, que en el país lleva más tiempo y que a veces hay que aguzar el ingenio para suplir cuestiones presupuestarias. En el caso de Cuando acecha la maldad, ¿cuánto tiempo demandó prepararla? ¿Cómo surgió el proyecto?

Estaba trabajando en la remake de Aterrados con Guillermo del Toro, y en el momento en que estaba a punto de tener luz verde en el estudio apareció la pandemia. Esto aplazó todos los proyectos de todos los estudios. Mi película pasó a estar en cola. Me di cuenta de que no la iba a filmar, al menos inmediatamente. Entonces me dije “¡tengo que hacer algo ya!”. Retomé un guion que había escrito pensando en hacerlo después de la remake. Era mucho más complejo que Cuando acecha la maldad, porque era más grande y difícil de filmar. Yo especulaba con que me iba a ir bien con la remake y los productores empezarían a apostar por mí. Hablé con Fernando Díaz, el productor argentino y decidimos ponerlo en marcha. Por suerte pudimos hacer una preventa de la película y filmar en 40 días, un lujo para el cine actual: en los últimos tiempos, las películas que tienen apoyo del INCAA se filman en 20 ó 25 días como mucho. ¡Fijate la diferencia! Casi el doble. Eso permitió lograr más calidad. Logramos poner la película en una buena condición técnica, pero sobre todo necesitaba tiempo porque es muy compleja. Es muy difícil filmar con niños, animales y con efectos en las mismas escenas.

-La película se involucra con dos temas tabú para la posibilidad de ampliar el mercado: niños y animales. ¿Eso te corre del eje de cierta tendencia por el terror familiar, apto para las plataformas?

¡Sí, completamente! Tenemos que partir de que soy fanático de este género. ¡Amo este género! No es un producto por encargo. También, algo que es un punto muy a favor, es que al autor lo dejaron ser. En este caso el autor era yo y no me pusieron ninguna traba. Me dejaron hacer la película que creía que tenía que funcionar para los amantes del género. ¡Y dicho está, funcionó! Hay algo que no se encuentra actualmente: el director filmó sin que nadie le diga que sí o que no. Eso es muy difícil en una película comercial. Lo digo porque hasta hace poco estuve laburando en películas para estudios grandes y ¡es muy difícil! Se encasillan y quieren un producto homogéneo para que lo consuman los chinos, los hindúes y los norteamericanos. Entonces te encierran entre cuatro paredes y más de ese límite no podés. ¿Cómo podemos hacer género de terror siendo políticamente correctos? Estamos haciendo un género que necesita tener algo de transgresión. ¡Necesita impactar! La autocensura es lo peor que puede llegar a tener.

-Coincido plenamente: las películas parecen formateadas. En el fondo son todas iguales. Uno tiene la sensación de estar viendo siempre lo mismo. Eso responde a cánones y biblias en el mundo de las plataformas.

Son riesgos. Hacer cine es muy caro. Se tiene que invertir mucho dinero y, en definitiva, tiene que ser un negocio para que las plataformas inviertan. Entonces, la faceta artística a veces queda de lado y contratan a artistas para que hagan una receta escrita, porque eso es lo que funcionó, pero el público va cambiando. Fijate que hoy la comunicación es agresiva, violenta: las noticias que tenés en tu celular o en la tele son muchísimo más fuertes y graves que cualquier película mía. Eso tarda en llegar a los estudios y a los productos culturales. Para eso están los artistas: para avanzar en eso y estar adelantados en lo que se viene. Hay mucho formateo.

-Si tu cine es, como decís vos, “para los amantes del género” y hacés las películas que te gustaría ver, ¿hacia qué público irá dirigida Cuando acecha la maldad cuando se estrene en Argentina, el 9 de noviembre?

El público es el que le gustan las pelis de terror y también el que quiera ver algo arriesgado. Es una peli que escapa a los cánones normales de una película de terror. La podés ver como una tragedia griega o un drama absoluto. Recibí un montón de críticas de que el terror pasa a un segundo plano. En esta película lo que predomina es la tragedia y el drama. Amo el cine de terror pero nunca haría una película solamente para que sea efectista. Quiero contar un buen cuento y tratar de cachetearte como espectador. Hacerte pasar por momentos que no te olvides nunca. Eso sí me gusta, pero la historia es lo más importante.

Julia Montesoro

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