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DIRECCION EJECUTIVA: JULIA MONTESORO

Carlos Sorín, homenajeado en el Festival Audiovisual Bariloche: «Cada escena filmada en la Patagonia es una batalla ganada»

El director Carlos Sorín es uno de los protagonistas destacados de la 11º edición del Festival Audiovisual Bariloche, que se lleva a cabo hasta el domingo 1 de octubre Por un lado, por la retrospectiva de cuatro de sus películas y, por el otro, porque compartirá una charla con el público el viernes 29 a las 16 horas en la Biblioteca Sarmiento.

“Filmar en la Patagonia es una lucha constante contra la naturaleza. Es el viento, el polvo o los cambios violentos de clima y entonces aparecen los problemas de continuidad”, le asegura el director a Efecto FAB.

El vínculo que une a Sorín con la Patagonia no es nuevo. Cinematográficamente hablando puede rastrearse desde su ópera prima “La Película del Rey” (1985), donde “llevamos unas turbinas para hacer viento en la Patagonia, parece un chiste, pero el problema era que si se cortaba el viento no había continuidad”, hasta “Joel”, rodada en Tierra del Fuego en 2018.

Aunque aquel encuentro de 1985 no fue el primero, sino que hay que remontarse hasta al año 1963 cuando un joven Carlos Sorín, de 18 años, dejó por primera vez la casa de sus padres para hacer el servicio militar en Comodoro Rivadavia.

“Pasar un año en Comodoro a esa edad te marca. El viento, el aislamiento, en esa época era duro y la ruta 3 estaba peor que ahora”, recuerda. Eran tiempos en los que la zona “vivía los resabios de ser el territorio de la utopía petrolera. Era al sur del paralelo 42 y eso para Buenos Aires era la quimera del oro”.

Colimba, películas, que se suman a otro lazo porque su hija vivía en Comodoro Rivadavia, donde nació uno de sus nietos y después se mudaron a Bariloche y ahí nació el otro. “Así que durante muchos años venía a Bariloche con frecuencia por razones familiares”, cuenta.

Sumado a estas circunstancias está el deseo de viaje, de exploración, que lo llevó a recorrer la vasta extensión patagónica. “Siempre tuve 4×4 y la Patagonia es el escenario ideal para ese tipo de aventuras. Incluso para viajar sin ningún tipo de meta fija es perfecto”, confiesa Sorín.

-¿Qué fue lo que más te sedujo para rodar en la Patagonia?

Varias cosas. Primero que yo filmé la Patagonia árida, la mesética, la poco agraciada. No filmé en el oeste, la región de los bosques y de los lagos. Y en esa Patagonia, el filmar es duro. Es una batalla que al principio en las primeras semanas de rodaje influye negativamente en la gente. Después pasa a tener como un tinte heroico y cada escena que uno hace es una batalla ganada. Y eso le pasa a todo el equipo. La otra ventaja que tenía la Patagonia al menos en cierto tiempo es que estaba muy aislada. Los lugares donde yo filmaba eran realmente aislados, todavía no había llegado ni siquiera el teléfono. Y eso hace que la película sea lo único que exista y hay una fuerte concentración alrededor de la película durante las seis, siete u ocho semanas de rodaje.

La primera de las películas que se podrá disfrutar en la Retrospectiva de Carlos Sorín durante el FAB es “Historias mínimas” (2002), que tuvo en su origen un hecho fortuito a partir del rodaje en Clemente Onelli de una publicidad para una compañía telefónica. “Lo hice con los pobladores y llegaba el teléfono realmente por primera vez, fue un acontecimiento. Un comercial que estuvo bien y que tuvo una repercusión desmedida en Buenos Aires y los grandes centros urbanos porque vieron que esa gente no pertenecía a la tanda publicitaria, era de otra naturaleza, era gente de verdad. En ese momento yo todavía no tenía conciencia de que había un cine de ficción en el borde del documental”.

Entonces “surgió la idea de hacer una ficción con retazos de realidad, con escenarios reales sin intervenir, con la luz lo más parecida a la luz real y con actores que no son actores, sino que son personas y que hagan de sí mismos. Y ahí en esa teoría surgió “Historias Mínimas” que está hecha en general con gente que nunca había actuado y con algunos actores como Javier Lombardo, que es un gran actor. Y ahí surgió la fama mía, que no sé si es bienvenida, de ser director de no actores”.

En 2004 llega “El perro”, inspirada en una “situación muy especial que se vivía en Buenos Aires y en los centros urbanos grandes que era la llegada de los cartoneros, nunca lo habíamos visto. El tema era la desocupación. Hasta ese momento sí había desocupación, pero era un número en una estadística. Pero cuando llegaron los cartoneros a Buenos Aires, vos ves que los números no son números, eran gente concreta, la familia con chicos que revisaban a cierta hora la basura. Eso a mí me impactó mucho. Y ahí surgió la historia de “El perro”, que es un hombre de 50 y tantos años que pierde su trabajo en la Patagonia, donde trabajaba en una estación de servicios. Y a los 50 años recuperar el salario es muy difícil porque además hay otro tema de fondo que es más grave todavía, que no es un tema salarial, es un tema de la autoestima porque uno es lo que hace”.

Las otras dos películas que forman parte de la retrospectiva son “Días de pesca” (2012) y “Joel” (2018). La primera hace foco en la relación padres e hijos, “una de las cosas en las que reincido mucho” y en este caso el vínculo entre “un padre con la hija. Era alguien que venía a pescar, pero en realidad su objetivo no era pescar, sino era recuperar una relación con su hija después de haber pasado años de alcoholismo y deterioro”.

Y la segunda, también aparece “la relación entre un hijo o un posible hijo y su madre. En general, yo escribo muchas historias en el año, de las cuales muy pocas llegan al guion y de las que llegan al guion muy pocas, pero casi ninguna llega a una película. Y la historia de Joel también es una historia anterior que sufrió muchas modificaciones”.

Como realizador que gusta de contar historias en la Patagonia, Carlos Sorín considera que “no hay mucha nieve en el cine argentino”.

El director afirma que como “está lejos de Buenos Aires y es caro venir hasta acá. Por eso hay poca nieve en general y en películas como “Joel” yo quería que hubiese nieve. La versión anterior era en unos viñedos de San Juan a pleno sol y después dije: ‘No, en esta historia, necesito que sea con nieve y además quería volver a la Patagonia”.

Ulises Román Rodríguez / Prensa Festival Audiovisual Bariloche

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