El cazador es la nueva producción de Marco Berger. Se trata de un thriller estrenado el jueves 28 de mayo en Cine.ar TV, con la participación de Juan Pablo Cestaro, Lautaro Rodríguez, Juan Barberini y Patricio Rodríguez en los roles principales.
La trama acompaña la metamorfosis de Ezequiel, un adolescente de quince años en busca de concretar su deseo sexual, que se ve envuelto en un episodio relacionado con la pornografía infantil. Convive con una familia ausente que ni siquiera tiene claro cuáles son las necesidades y deseos de su hijo. La búsqueda lo lleva a relacionarse con un muchacho mayor que él. Ambos son, a su modo, cazadores y cazados, víctimas y participantes de un juego oscuro. Ezequiel debe iniciar, solo, su propio proceso de madurez para resolver conflictos reservados al mundo adulto.
Marco Berger fue entrevistado por GPS audiovisual por el estreno en línea de El cazador.
-¿Cuál fue el origen de la película?
Como cineasta, tiene que ver por la necesidad de moverme entre los géneros. Venia de hacer Taekwondo, que es una comedia romántica, y después pasé a un drama social como es Un rubio. Me daban ganas de probar otro tipo de géneros, como un thriller. La idea surgió a partir de un caso que había escuchado a fines de 1999, o principios del 2000, sobre un profesor de computación (o matemáticas) que captaba a pibes de 15/15 años para fiestas a través de un ayudante de 18. Supongo (estoy seguro) que el caso terminó en la justicia. A partir de eso, empecé a armar la historia en mi cabeza hace muchos años. Hasta que le encontré la forma de esta película.
-¿En qué consistía el proyecto inicial y cómo fue mutando hasta la película terminada?
El proyecto inicial era otro, que en algún momento terminaré. Tiene que ver con una cámara oculta, con algo que pasa a espaldas de los personajes. Terminé descartando esa idea original porque me pareció que no servía, y adapté la idea a lo que terminó siendo esa película. A veces pasa que la génesis de un proyecto no termina en la película que uno hace. El plan inicial tenía que ver con una historia de amor un poco sórdida, no con esta película. Quedará en un cajón: en algún otro momento la agarraré.
-¿En qué medida vas modificando el guion en el set?
En casi nada. Se modifican algunas formas; por ejemplo, teníamos una escena en un video juego, pero como no existe más lo mudé a una plaza. En mi época, los pibes estaban todo el tiempo en los videojuegos. Ahora están más en la calle, directamente. En general, escribo un guion una única vez, no tengo versiones. La versión final de la película es bastante parecida a lo que fue el guion.
-¿Cómo fue el proceso de la búsqueda de actores?
El elenco fue armado por Javier de Pietro, director de casting. Todos los actores son profesionales menos el más chico, Patricio Rodríguez (que igualmente había estudiado teatro), descubierto a través mío por su hermano, Lautaro. Nunca trabajé con no actores. Creo que solamente hubo dos personas en Un rubio: el resto son actores profesionales. Preparados y muy buenos. Después, me las ingenio para sacarle lo mejor que puedan.
-¿Cómo trabajaste con ellos, hasta lograr esa entrega y frescura absoluta?
En la forma de trabajar, me baso en algo que aprendí de un libro de Woody Allen: él decía que busca actores inteligentes y muy buenos actores. Que tengan esas dos cualidades. Inteligentes, para que le des el guion y entiendan específicamente de qué habla la película en su profundidad, y no se queden en las capas más elevadas. Siempre elegí los mejores actores que pude encontrar, y que tengan sensibilidad e inteligencia. Con respecto a los chicos, en este caso había un chico de 15 años, que hacía de un pibe de 13. Fue con el único que ensayamos sus escenas con el resto de sus compañeros varias veces, para que estuviera más suelto y llegara al set más tranquilo. Pero no es algo que yo hago: no me gusta mucho ensayar. Me gusta trabajar el día que se llega en el set.
-¿Permitiste que los actores hicieran una reinterpretación del guion, teniendo en cuenta que para algunos de ellos fue su primera experiencia en cine, o trabajaste con una idea inalterable?
Es muy raro que permita que los actores reinterpreten. En general entienden de qué esta hablando el guion. Y si hay una reinterpretación, me la consultan y les explico por dónde quiero que vayan. Soy bastante firme en lo que quiero.
-¿Se puede interpretar la película como una reflexión sobre la soledad del protagonista, sobre la incomunicación con el mundo adulto?
Totalmente. El gran punto de la película es la ética individual. Pero el gran tema que la sostiene es la falta de comunicación de los adultos con los chicos. La falta de canales abiertos a temas como las drogas o el sexo, entre un montón de cosas. En este caso, lo que el pibe siente es mucha soledad. Su despertar sexual no puede comunicar lo que le pasa. En el momento de meterse en un problema tan grave como el que se mete, no puede pedir ayuda. Básicamente, porque la familia no sabe que es gay. Eso es lo que realmente traba la comunicación. Los adultos son los que tienen que abrir esa puerta o dejar la posibilidad en el tiempo. Supongo que en el futuro ya no será tan común preguntarle a un chico si tiene novia. Se dejará la puerta abierta -como mucha gente hace ahora- para preguntar si está con alguien, para que los adolecentes que no eligen ser gay (nadie lo elige, es algo que les pasa) puedan sentirse libres de expresarlo.
-¿Cómo llegaste al abordaje de la pulsión sexual y del deseo sin la necesidad de subrayarlo con planteos morales?
No sé cómo lo hice: debe ser porque yo no tengo planteos morales. Entiendo que a partir de los 13 años todas las personas tienen deseos sexuales, algo que la sociedad niega. Justamente, el rol del adulto es proteger ese deseo y acompañarlo. Pero no abusar de ese poder sobre los menores ni negar que el despertar sexual del adolescente.
-Ninguno de los protagonistas tiene un conflicto moral con sus elecciones sexuales. ¿Es así como vos entendés el mundo real? ¿O el mundo real es más complejo y la película es un abordaje posible, un recorte de la realidad?
El protagonista tiene un conflicto fuerte con su deseo sexual; no con el propio, sino con el mundo que lo rodea. La familia es su dilema personal: ese canal de comunicación no está abierto. Este mundo es así, pero no creo que el mundo sea así. En Un rubio retrato totalmente lo contrario: el mundo de otra clase social donde hay mucho conflicto con eso. En este caso, no: estos pibes de clase media/ media alta (en el caso del protagonista) parecen no tener un problema personal. En el mundo real es más complejo. Siempre es un recorte de la realidad, que dependen del lugar y la situación. Un rubio es un recorte de una clase social, Taekwondo es una experiencia de vacaciones de pibes de clase media y esta película es un recorte imaginativo de un adolescente también de clase media/alta y en el conflicto en que se mete. Siempre son recortes. El mundo es muy complejo. Hay lugares donde ser gay ni siquiera es noticia, como Suecia o Noruega. Y otros donde se castiga con la pena de muerte.
-¿Qué encontraste de vos mismo en el protagonista?
Y…todo. Cuando hago una película, suelo ser el protagonista. Siento que este adolescente pude haber sido yo, su problema pudo haberme pasado a mí. Por la adolescencia que tuve, el esconder mi sexualidad y que mi familia no sepa bien dónde estaba los fines de semana, porque yo me movía en lugares donde ellos no sabían. Hay algo de mis películas que tiene que ver con un reflejo de que yo podría ser el protagonista.
Norberto Chab
Foto principal: Carmela Sandberg