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DIRECCION EJECUTIVA: JULIA MONTESORO

Miguel Kohan presentó su documental «Ánimu» en el Festival de las Alturas: «La película trata de subrayar la originalidad de un pensamiento filosófico»

El documental musical Ánimu, dirigido por Miguel Kohan y protagonizado por Wara Calpanchay, integra la Competencia de Largometraje Documental del Festival de las Alturas, que se celebra en Jujuy hasta el sábado 24. Ese mismo día, la película se presentará como preestreno nacional en CApeC (Centro Andino para la Educación y la Cultura) – Sala Barbarita Cruz de Tilcara a las 19 hs. En esta función participarán el director, Miguel Kohan y la protagonista, Wara Calpanchay.

Wara es una adolescente indígena atacameña de la Puna que se muda a Palpalá, en las afueras de San Salvador de Jujuy. Allí desanda un camino de contradicciones. La mudanza coincide con la muerte de su abuela paterna, referente cercana de sus orígenes como indígena atacameña, que la lleva a repensar sobre cómo sostener sus raíces.

El estreno nacional de Ánimu está previsto para el segundo semestre del año.

-¿Qué cuenta Ánimu? ¿Cómo surgió el proyecto?

De alguna manera, es una herencia de mi película anterior, El despenador. Conocí a la protagonista, Wara Calpanchay, en el casting. En ese momento iniciamos un vínculo con ella y sus padres. Por la pandemia, la película no terminó de rodarse: faltaba el final, una parte muy chica. Esa parte tenía escenas en las que estaba Wara. Como ya habíamos ensayado y teníamos un trabajo previo hecho, el vínculo continuó.

Más allá de esa relación, el proyecto de Ánimu creció casi por parto natural, de una manera muy fluida. Es la primera vez que puedo resolver un proyecto de esa manera. Generalmente me llevan unos diez o más años. En este caso, fue muy inmediato.

En parte, también ocurrió así por las características que tiene Wara. Ella es una chica con un gran talento y capacidad de conexión, de fluidez con la cámara y con el tema que ella estaba atravesando en ese momento. Es muy transparente y tiene una capacidad de reflexión muy original.

La película trata de subrayar eso: la originalidad de un pensamiento filosófico y no la estigmatización de alguien, que en este caso es un indígena de la Puna. Ese es el subrayado donde ella expresa en un diálogo entre su violín y su voz temas como el desarraigo y el duelo por la pérdida de su abuela. A partir ahí se despliega la narración.

-Hay una mirada antropológica en Ánimu, que también atraviesa tu filmografía. ¿Qué te atrajo de la Puna y sus habitantes en la decisión de rodar allí?

Es una buena pregunta. No sé, a veces no sé muy bien por qué hago las cosas. A veces las puedo racionalizar, pero me guío mucho y lo hago cada vez más por la intuición.

En este caso, Wara me parecía que era una fiel representante del pueblo atacameño, del que conocemos casi nada. Mostrando un universo, una cosmovisión andina a través de sus reflexiones espontáneas. Ese vínculo me permitió adentrarme en el universo andino sintiéndome aceptado con la cámara, tema que es muy complicado.

A medida que la película se iba desandando esa conexión que yo sentía con la actriz y el entorno se hacía muy fluida. Eso me permitía involucrarme; me permitía experimentar y emocionarme con las cosas que sucedían a través de la cámara y de los lugares que compartimos (rituales, etc), de una manera muy orgánica.

Lo que me atrae es que cada vez aprendo más del mundo andino. Esta es mi tercera película acá. Cada vez que me permito adentrarme en la cosmovisión andina me atrae más.

-¿Qué representa Ánimu, la palabra que da nombre a la película?

Aunque se parece mucho a «ánimo», es una palabra también nativa, una palabra quechua, que tiene que ver con la vitalidad del espíritu y significa «aliento». El aire (que paradójicamente es un elemento que falta en la altura), es muy complejo en el universo andino. Porque nos conecta con el espíritu, la vitalidad y con distintas dimensiones del ser humano.

Y lo que lo rodea -como la Pachamama, las llamas, las montañas, el agua-, se encuentra de una manera muy conectada, dividida. Como vivimos en un mundo cada vez más dividido esta visión unificadora me atrae cada vez más. Me estoy dando cuenta ahora que lo digo.

-Hay una fuerza interior que te empuja hacia la región andina…

Sí, sí. Ya viene de antes; por eso digo que esta película es una herencia de El despenador. No solamente por conocer a Wara, sino porque tiene que ver con la mirada de la finitud de la Puna, que es distinta a quienes vivimos en la ciudad. Así como en Buenos Aires está todo conectado, las películas que estoy haciendo también están conectadas. En el cine pasa que un realizador hace una película y está conectada con otra que a su vez estaba conectada con la que está haciendo.

-Ánimu se presentó en el Festival de las Alturas después de su experiencia internacional, en Brasil (XX Panorama Internacional Coisa de Cinema de Salvador, Bahía) y Uruguay (Festival Internacional de Cine de Punta del Este). ¿Qué conclusiones sacás de este recorrido?

El recorrido de festivales es una experiencia enriquecedora, muy interesante. Recién cuando estás en otros lugares y otros públicos te da cuentas de lo importante que es hacer conocer nuestras películas en otros países, de la misma manera que nosotros conocemos las de ellos. Tanto en Brasil como en Uruguay, lo que más me sorprendió es que la mayoría de la gente no tiene ni idea de que hay un mundo andino en la Argentina.

Julia Montesoro

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