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Todo el cine y la producción audiovisual argentina en un solo sitio

DIRECCION EJECUTIVA: JULIA MONTESORO

Demian Rugna, Premio Sur al mejor director y a la mejor película: «La renovación de público le hizo muy bien al cine fantástico argentino»

Demian Rugna fue el gran ganador en la noche de los Premios Sur, que la Academia de Cine otorgó el lunes último: obtuvo el premio al mejor director y a la mejor película de ficción por Cuando acecha la maldad. La película además ganó el premio al Mejor Vestuario y obtuvo nominaciones a mejor actor protagónico, actriz de reparto, actor revelación y montaje.

-¿Alguna vez imaginaste que una película de género iba a ser considerada la mejor del año por integrantes de la actividad audiovisual y tus propios colegas?

¡Uff! No. No me atreví ni siquiera imaginarme eso. Cuando uno se pone a hacer arte, sueña: todo músico, escritor o cineasta sueña con llegar a lugares que nunca antes había imaginado. Yo pensaba en algún reconocimiento. Pero que la elijan la mejor del año en Argentina ya es demasiado para alguien que hace cine de terror.

Creo que fuimos -al menos yo-, muy ambicioso con querer establecer un tipo de cine que no se hacía acá. O que no estaba bien visto para el público, por críticos o los propios colegas. Y aún así, con una propuesta casi contracultural, a como dé lugar y contra los molinos de viento, pude parar un estandarte al cine de género nacional, acá y en el mundo. Creo que fue por la locura y lo cabeza dura que soy.

-Desde el momento en que iniciaste el proyecto hasta que te eligieron mejor director, ¿qué cosas pasaron por tu cabeza con respecto a tu oficio?

A lo largo de mi carrera pasaron muchas cosas y he abandonado el oficio. Hay quienes creen que es una carrera linda porque recibe un premio o porque dirige películas. ¡Es linda cuando te va bien! Cuando te va mal sufrís muchísimo. Capaz que estás detrás de algo durante años, a lo largo de toda una vida y ves cómo muere rápido porque no tiene la suerte de poder sustentarse por sí solo.

Cuando empecé a escribir Cuando acecha la maldad era otro director que al comienzo, porque mi película anterior Aterrados había sido adquirida por una plataforma y tenía una espalda grande dentro de la industria. Ya me llamaban de afuera para trabajar, había avanzado en una remake de Aterrados para un estudio de Hollywood. El proyecto se canceló por la pandemia, pero ya tenía un nombre fuera de Argentina, que me daba posibilidades de trabajar.

Yo no era el mismo. Cuando hice Aterrados pensé que estaba poniendo la última tabla en mi ataúd de cineasta porque venía de tres películas me habían llevado 16 años. Y ninguna me había dado dinero para pagar mis impuestos, para comer, y tuve que dedicarme a otras cosas.

Cuando empecé a hacer Aterrados dije que iba hacer una película de terror y me iban a matar: el público iba a decir que Argentina no puede hacer películas de terror, porque no existía público nacional que mire esas películas. ¡Por suerte me equivoqué! Hubo pocos espectadores pero la quisieron muchísimo. Después entró en Netflix y se popularizó muchísimo más. Eso me cambió, me dejó más tranquilo.

-Cuando subiste al escenario contaste que a tus primeras películas no les fue bien. ¿Qué pensás que tuvo Cuando acecha la maldad para que el público la descubriera, qué cambió?

Primero cambió mi suerte. Me puse en una bandeja para que el público me viera o viera lo que hago. Si hubiese tenido la distribución o la suerte de ventanas en alguna de mis películas anteriores, mi carrera hubiera sido otra. Pero esa ventana no existía, esa distribución no llegaba y ese público no estaba. Hoy en Argentina hay un público joven, de entre veintipico y 36, que hace cinco años no estaba. Hay una renovación de público que le hizo muy bien al cine fantástico argentino, que no tiene pruritos de ver una película nacional de terror. Tal vez al público de arriba de 40 años no le guste mis películas. O sienta que una película de terror argentina no vale la pena. Pero hay un público joven que sí. Ese el cambio fundamental.

-¿Qué pasó a nivel mundial?

En el mundo la aman. Obviamente, la película tiene las condiciones y la suerte de haber quedado buena. Eso hace las cosas más fácil. Pero a veces el éxito no depende solamente de que la película esté buena. Yo estuve trabajando en un proyecto el año pasado con un estudio y finalmente me bajé porque no era la película que quería hacer. Pero me decían que tenía que pensar que la película iba ser un éxito, más allá de lo que sea. Iban a pasarla en 15 mil salas en todo el mundo y el éxito estaba garantizado. Cuando uno juega con el caballo del ganador, es fácil hacer una carrera o plantarse y decir “yo soy el director”.

Pero nosotros no jugamos nunca al caballo ganador. Hicimos la carrera conquistando público y festivales y de a poco fue creciendo, hasta transformarse en este monstruo.

-En el momento del desarrollo del proyecto, ¿qué expectativas tenían?

Queríamos hacer una película que le fuera bien en cines de Argentina. Y superamos con creces lo que pensamos que podía pasar. Sabíamos que la película de terror argentina más vista había sido No dormirás, que tuvo 90 mil espectadores. Si nosotros llegábamos a esa cifra íbamos a ser felices. ¡Y ya llevamos 350 mil!

Después están los premios, que no paran de sorprenderme. Sobre todo cuando vienen de la industria. Pudimos romper el campo magnético que deja fuera siempre a las películas de terror. Sin ser mainstream y con una película que por sus características no amás a sus personajes. Te podés encariñar un poco de alguno, pero no lo amás. Es violenta con los niños y con los animales y tiene una mitología que no es sencilla. Pero es genuina. Y al ser genuina también la gente la adoptó.

-Por algo el público se identifica.

Espectadores para el género hay. El año pasado se estrenó La monja 2, una película de terror que llegó a más de un millón y pico de personas. Nosotros la estrenamos dos meses después y siendo un éxito total, apenas llegamos a la cuarta parte. El tema es el prurito, esa barrera cultural de no aceptar que una película argentina de terror esté tan buena como una de Hollywood. No aceptan, o no pueden creer, que eso suceda. Más allá de que venga alguien que te lo diga que la mires porque está a la altura de la de Hollywood. No yo que soy el director, sino los críticos y especialistas.

-Y tus colegas, que acaban además de reconocerlo. Y además te dejaron la vara alta para futuras propuestas.

Ahora estoy trabajando en la escritura de un par de proyectos. Es la vida del cineasta: el primero que me dice que tiene la financiación, voy y la hago.

Julia Montesoro

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