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DIRECCION EJECUTIVA: JULIA MONTESORO

Tomás Lipgot estrena «El universo de Clarita»: «La película está dirigida al niño dormido que tenemos los adultos»

Tomás Lipgot estrenó El universo de Clarita, su documental infantil protagonizado por Clara Micheletti, una niña apasionada por la astronomía cuya contagiosa curiosidad lleva al espectador a un viaje de aprendizaje por diversos sitios astronómicos de Argentina.

La película tuvo su preestreno al aire libre, inaugurando la sección Baficito del Festival de Cine Independiente de la ciudad. A partir de las nuevas medidas de restricciones horarias en Buenos Aires, en su primera semana de exhibición se presenta en el Cine El Cairo (Rosario) y en los Espacios INCAA Centro Cultural Cotesma (de San Martín de los Andes) y el Cine Teatro Español de Neuquén.

-El universo de Clarita es una de las pocas experiencias de documental para niños. ¿Era tu intención?

Es cierto: me fui dando cuenta en estos días. No pensaba en eso mientras lo hacía, pero claramente no hay mucho contenido para niños en documental. En general, tampoco hay mucho interés de los niños.

-¿Cuál era la idea inicial: un documental sobre la búsqueda del conocimiento, sobre la astronomía o ambas cosas se fueron encontrando?

Siempre en el principio son intuiciones, hipótesis; al menos, es como me gusta trabajar en documentales. A partir de esa hipótesis salís a buscar. Al inicio quería hacer algo sobre astronomía, porque es una pasión que siempre tuve. De chico quería ser astronauta. No astrónomo como Clarita: me di cuenta de que no tenía habilidades para la ciencia dura. Entonces se me ocurrió que la mejor forma de mezclar la experiencia astronómica (no tanto el dato duro, académico, eso se encuentra en internet) sin perder el rigor (el documental tiene apoyo del Conicet, es un documental científico), podía tener como protagonista a una niña. Era la analogía perfecta de lo que es para mí la astronomía y lo que quería transmitir. Qué mejor que a través de los ojos de una niña, en una etapa donde la curiosidad, el deseo de saber más, de maravillarse están a flor de piel.

Pero ese era el marco teórico, poque no conocía a Clarita.

-¿Cómo llegaste a ella?

A través de Yayo y Sofía (NR.: Yayo Ekdesman y Sofía Méndez, dos aficionados a la astronomía que tienen desde hace diez años el Taller Proyecto Miradas). Ellos viven en Rosario y tienen un taller de astronomía experimental y lúdica para niños. Tuvimos mucha empatía, buena onda. Yo buscaba llegar a través de un taller. Y ellos tienen un abordaje muy interesante. Empezamos a hacer un casting virtual, Buenos Aires-Rosario. Fue antes de la pandemia, en 2017. Me iban mandando fotos y videos de los chicos. Hasta que un día Yayo me dice: “frenemos el casting que ya tenemos la protagonista”. Había encontrado a Clarita.

-¿Qué película pensabas para ella?

Lo que tengo en la cabeza siempre es muy precario. Eso es lo que más me gusta del documental: que después suceden cosas más interesantes y más grandes que la idea inicial. Cuando la vi también pensé que era ella. Por su calidez y su forma genuina. Intuitivamente pensé que iba a funcionar como personaje. Porque allí había un riesgo grande: podía no funcionar. Si no funciona el protagonista, no funciona la historia.

Pero nada fue como yo pensaba. Mi intención era hacer un documental sobre una niña, y como el proyecto se demoró (tardó como cuatro años) ella creció: pasó a ser una adolescente. No era lo que tenía en la cabeza, pero el mismo problema a la larga jugó a favor, porque me posibilitó tratar el paso del tiempo, que siempre es un tópico interesante en un documental. Mucho más que la idea que yo tenía.

-Entonces pudiste filmar a Clarita en ese proceso de crecimiento.

Me jugó a favor los tiempos tan espaciados. Si hacía un rodaje condensado no servía: el efecto no es el mismo. El crecimiento no iba a ser tal: iba a ser mentido. También jugó a favor por una cuestión de producción. Y sobre todo narrativa: es más interesante cuando este proceso puede ser elaborado y hay tiempo de por medio. Es la gran diferencia entre hacer un documental y algo más periodístico, más televisivo, donde el abordaje se hace en poco tiempo y tiene sus limitaciones.

-A partir de la pasión de Clarita por el conocimiento, ¿te reflejás en esa pasión, hay también un viaje de descubrimiento para un realizador?

No lo dudes. No sé si filmar es una excusa para conocer cosas nuevas. En los documentales siempre hay algo que me interesa aprender, que me lleva a otros mundos. Más aun en la astronomía. Entre otras cuestiones, descubrí la astronomía cultural, una rama que no mira al cielo (aunque en realidad siempre lo mira) y estudia la relación del ser humano arcaico y los pueblos originarios con el cielo. A partir de eso investiga cómo vivían nuestros antepasados, su cultura y sus creencias. Clarita visita al científico Alejandro López, un etnoastrónomo: un gran estudioso con quien viajamos al Chaco, uno de los lugares más álgidos de caída de meteoritos, para trabajar con el pueblo mocoví. Un tema superinteresante: la astronomía no son solamente planetas y estrellas.

-El preestreno de El Universo de Clarita fue en el Bafici, en la función inaugural del Baficito. ¿Qué te ocurrió frente a la experiencia presencial?

Fue un momento muy especial. Por el estreno y porque si bien se realizó en el patio del Museo Larreta, con distancia social y aforo, fue volver a lo más parecido a un cine. Y fue emocionante volver a juntarnos por una película. Había algunos chicos y bastantes adultos. Es que si bien es un infantil, en realidad está dirigida al niño que tienen los adultos. Ese que está dormido y que la película busca despertar.

Julia Montesoro

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