El documentalista Uriel Sokolowicz es el realizador y guionista de 7.10 Sur rojo, la única película documental argentina exhibida en el Marché du Film, en el marco del Festival de Cannes -finalizado el sábado 24-, que se estrenará en salas argentinas el jueves 5 de junio.
7.10 Sur Rojo es un llamado a la reflexión sobre el terrorismo, los valores humanos y la complejidad del conflicto de Medio Oriente. Es una producción de Aleph Media y la Fundación Norma y Leo Werthein, a cargo del área de sustentabilidad de las empresas del Grupo Werthein, con la coproducción de Club Media y el apoyo de la Fundación Taeda y Arco Libre.
-¿Qué te llevó a pensar en el desafío de este documental?
Antes que nada, que como latinoamericanos pensamos que somos ajenos a un conflicto que ocurre en Medio Oriente. Ese es nuestro primer error. El conflicto es universal y ya lo vivimos antes con dos ataques y atentados terroristas, aquí en Argentina: la AMIA y la Embajada de Israel. Donde no solo las víctimas fueron israelíes o judíos que participaban o trabajaban en estas instituciones en Argentina, sino de gente que no pertenecía a la comunidad, que trabajaba o que simplemente transitaba por la calle. Esto ocurrió en otros países también. El terrorismo puede tener sus bases y estar instalado en otro país, en otras regiones. Pero no conoce fronteras. Por eso abordar el tema, aunque no haya ocurrido en la Argentina, no resulta extraño.
-¿Cuál fue el punto de partida que te decidió a realizar 7.10 Sur Rojo?
El acto terrorista en Israel, probablemente el más grande de toda la historia que sufrió Israel como país y a la vez la población internacional, porque hubo más de 19 nacionalidades involucradas como víctimas: judíos, cristianos, musulmanes; latinoamericanos o países asiáticos; grandes, chicos, bebés, ancianos. No se discriminó a nadie. Lo único que se hizo fue eliminar gente, humillarla, tomarla de rehén y hacer público esto. Fue un hecho que uno puede registrar como un antes y un después.
Esto nos llevó a pensar qué podíamos hacer nosotros, como productora que hacemos cine. Llevar adelante este proyecto, como director y productor de documentales, es una forma de hacer memoria con lo que ocurrió y de dejar un testimonio en imágenes, que es lo que a veces suele desaparecer. En este caso, los mismos terroristas filmaron sus hechos, así como también quedaron registrados con cámaras de seguridad de las ciudades o de los barrios. Incluso las víctimas que han sobrevivido registraron cosas con sus cámaras. Pero esto tiende a desaparecer. Si la Segunda Guerra Mundial, el Holocausto, todavía sigue siendo negado por algunas personas, imagínate un hecho puntual que ocurrió en solo un día: en 2, 3, 4 ó 5 años puede comenzar a perder peso. De hecho ya lo pierde hoy. Ya casi nadie recuerda qué pasó el 7 de octubre. De lo único que se habla es de la guerra que hay en la zona y de Gaza.
-¿Qué te propusiste al dejar este testimonio?
El objetivo principal es hacer memoria y seguir haciendo un reclamo por la liberación de los rehenes que aún siguen retenidos en Gaza. Es un llamado a que veamos que la violencia no es el camino. Suena muy sencillo hacerlo desde acá, mientras quienes habitan ese medio ambiente han vivido toda su historia con violencia. Pero de alguna manera han ocurrido cosas que dan esperanza. En los últimos días se celebraron algunos acuerdos de paz con Egipto y otras naciones, con lo cual uno entiende que nunca debe bajar los brazos. Parte del mensaje final tiene que ver con esto.
-¿Qué testimonio o hecho te modificó el curso de la historia del documental?
No cambió mi perspectiva de la narración, porque intenté que cada uno diera su opinión: de hecho hay opiniones dispares. Hay una variedad coral de testimonios que dan su impronta: una madre con sus dos chicos pequeños expresa su punto de vista; una persona de más de 70 años registra todo lo que vivió, un médico forense lo analiza desde su profesión.
Pero me impactó entender (y esto surge de los testimonios) que la gente del sur que fue atacada era quien más colaboraba y trabajaba por una coexistencia entre ambos pueblos. Eran quienes de verdad coexistían con los palestinos de Gaza, sobre todo las comunidades latinoamericanas. Más de 20 mil palestinos de Gaza entraban diariamente a trabajar en la zona de Israel del cooperativismo, en casas de familias. La mayor parte de ellos no solo tenía un trato profesional sino que había otro tipo de vínculos. Mucha gente acompañaba a estos palestinos a hospitales israelíes de forma voluntaria, para que tengan tratamiento, porque en Gaza no lo podían tener. Había gente que trabajaba en ONGs de ayuda mutua entre palestinos e israelíes, para que esta realidad cambie. Estas son las personas que fueron masacradas, quemadas vivas y degolladas.
El mensaje -para el interior de Israel y para estas familias que sobrevivieron- es «no sé si sigo pensando que esto es posible, si los que están frente a mí quiere vivir en paz conmigo o lo que quiere de verdad es eliminarme». Creo que lo más terrible de lo que uno fue escuchando es que lo que antes era una convicción hoy es una duda. Los gobiernos pueden hacer esfuerzos para que la situación cambie a lo largo del tiempo, pero si la gente pierde la fe no habrá cambios.
–7.10 Sur Rojo tuvo su gran estreno europeo en Cannes. ¿Qué respuesta tuviste del público francés?
Inmediatamente después de las proyecciones recibimos numerosos pedidos para que la película se exhiba en lugares educativos, universidades, escuelas secundarias. Me resultó idéntico a lo que ocurrió en Argentina tras el estreno en BAFICI. Y coincido 100%: si algo tiene que cambiar hay que empezar por los más jóvenes. Cómo se empieza a percibir esto desde pequeño y qué se inculca a los niños, tanto en Gaza como en Israel. Y además, extenderlo a otras regiones y a nuestro país también.
Una película de esta naturaleza, más allá del ámbito normal que pueden ser los festivales de cine (ahora en Cannes como antes el BAFICI) y las salas, tiene un lugar tanto o más importante en otros ámbitos, donde profesores, maestros, alumnos, abogados, congresos o instituciones puedan exhibirla y difundirla. Para abrir debates, hacer talleres, tomar conciencia. Me gustaría que ésa fuese la principal herramienta de difusión de 7.10 Sur Rojo.
Julia Montesoro