Alan Sabbagh protagoniza El mejor infarto de mi vida, serie inspirada en un evento real de la vida de Hernán Casciari, quien sobrevivió a un infarto en Montevideo en 2015, y que se estrena el viernes 24 en Disney Plus. Con dirección de Mariana Wainstein y Pablo E. Bossi y guion de Lucas Figueroa, es la primera producción en Argentina del servicio de streaming que se estrena en forma simultánea en más de 250 países.
Allí, Sabbagh encarna a Ariel, una suerte de alter ego de Casciari, un escritor con una vida desordenada, que encuentra un cambio de rumbo inesperado tras este evento traumático. La historia se centra en las relaciones que se forjan en circunstancias extraordinarias y en cómo un acto de bondad puede desencadenar transformaciones profundas.
La serie está coprotagonizada por Olivia Molina, Rogelio Gracia, Romina Peluffo y Brian Maya y cuenta con las participaciones especiales de Imanol Arias y Rita Cortese. Grabada en Argentina, Uruguay y España.
-Cualquiera diría que es una película autobiográfica y que vos tenés hasta cierto parecido físico con Hernán Casciari. ¿Llegaste a él a partir de la serie o lo conocías de antes?
Llegué a la serie desde la productora Pampa Films, a través del director de casting. Sabía quién era Hernán, pero no lo conocía ni tampoco sabía que había tenido un infarto. Desde mi ignorancia, asociaba un infarto con gente más grande. Cuando me lo contaron me pareció una historia espectacular. A partir de allí, empecé a investigar sobre el tema.
Al comenzar el trabajo, pregunté si tenía que ser Hernán o un personaje basado en lo que le pasó. Si bien es una serie basada en una novela de él, no es una biopic: él toma algunos elementos de la realidad, pero avanza ficcionándolos. Ahí está la magia de trabajar sobre esta idea. Ya en el set, tuve la oportunidad de conocerlo.
-¿Qué encontraste en el libro de El mejor infarto de mi vida que te motivó a hacerla?
En la serie, lo que le pasa a Ariel deviene en un montón de cuestiones de otros personajes. Eso fue muy atractivo a la hora de leerlo. Después encontré puntos en común con el personaje: aunque no llevo la vida de Ariel, sí apareció el tema del sobrepeso, de lo que uno lucha con eso y con estar muy quieto. Me atrajo esa idea de proponerse levantarse y cambiar el estilo de vida que uno lleva. La historia es apasionante, no solo por lo que le pasa a él, que de hecho es un tema tristísimo, sino todo lo que sucede después.
Ese infarto es un punto de partida para otras historias más, tan importantes como lo que le pasa a Hernán. Lo que les pasa a otros personajes son historias también para contar.
-Además del tema del sobrepeso, ¿encontraste otros aspectos del personaje del libro cercanos a tu forma de ser?
No. No encontré muchos más puntos en común más que sentir el sobrepeso. No estoy cercano a las cuestiones que manifiesta Ariel: no soy dejado ni deprimido. Traté de actuarlo, que es de lo que se trata el juego.
-Coincidentemente, en tu último papel en cine, venías de estar internado en El método Tangalanga”. ¿Pensaste “otra vez en la cama de un hospital”?
¡Justamente! La serie se filmó antes, pero casi todo ocurrió en el mismo mes. Me crucé con técnicos que me decían eso. ¡Claro que lo pensé! Obviamente fue pura casualidad, porque la película de Tangalanga era un proyecto anterior. Yo sabía que el personaje estaba casi todo el tiempo en la cama. Apenas terminé El infarto empecé con Tangalanga, pero de viernes a lunes. De hecho, tengo casi el mismo look, con la barba larga, porque se me cruzaron un poco las dos historias con el tema de la barba que había que mantener.
-En este momento de la actividad audiovisual, ¿se puede ser selectivo con los papeles? En tu caso, ¿qué tiene que tener un guion para que lo elijas?
Es difícil ser selectivo. Es verdad que actualmente hay poco trabajo, menos que el año pasado. El 2024 fue un año chiquito a nivel producción y difícil a nivel general.
A mí un papel me tiene que divertir. No solo en el sentido de la comedia, sino que me tiene que invitar a hacerlo. Que quiera trabajar con los actores que voy a compartir escena.
Aunque a veces lo económico pesa porque el trabajo es escaso y aparece una propuesta que interesa más desde ese lugar. No todo es perfecto.
-Tu nombre está generalmente vinculado a la comedia. ¿Es el género donde mejor te movés?
Ehh (Piensa). Sí, sí. En general me asocian con comedia. En este caso, El mejor infarto de mi vida, es comedia dramática, lo cual me encanta porque me permite mostrar otras cosas. Me gusta la idea de poder cambiar de género. También he hecho comedia de acción en alguna película. A veces fantaseo con hacer terror. Me encanta verlo, pero nunca tuve una propuesta interesante.
-¿Será porque es un género que suele manejarse en forma independiente?
Eso no me cambia: no me pesa el proyecto en cuanto a la envergadura. El año pasado hice dos escenas en una película independiente, en un proyecto muy chiquito, que no sé ni cuándo se estrena: simplemente me interesó hacerla. No me fijo tanto en el nivel de producción sino en el profesionalismo. Si es chiquita, pero la gente es muy profesional a la hora de laburar, ya eso me da garantías. Me fijo en la carga horaria, si la película no es grande y no va demandar tanto trabajo, pero si se puede y me gusta el proyecto, me encanta participar.
-El mejor infarto de mi vida es una serie que se va a emitir en más de cien países. Cambiaron las normas: ahora estás en muchos lugares y en distintos momentos.
Me sorprendió, porque inicialmente la serie era solo para Latinoamérica y España. Hablé con una tía que es inglesa y vive en Londres y le avisé que se estrena. Es un flash tener tanto alcance y de golpe. Con las plataformas se abrió esa posibilidad.
La TV tenía otra magia: todo el mundo veía 3 ó 4 canales y al otro día te comentaban algo que vieron. Hacían zapping y se quedaban viendo. Ahora una serie se mete en la intimidad del que elige verlo. Es a demanda. Puntualmente están eligiendo verte. Te hace sentir importante.
Julia Montesoro