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Todo el cine y la producción audiovisual argentina en un solo sitio

DIRECCION EJECUTIVA: JULIA MONTESORO

Paula Félix-Didier, directora del Museo del Cine, que presenta la Semana del Cine Recuperado: «El cine siempre construyó nuestra identidad»

La Semana del Cine Recuperado (MADO), que se lleva a cabo en el Museo del Cine Pablo Cristian Ducrós Hicken y el Museo Malba hasta el domingo 19, propone descubrir el valor incalculable de nuestro legado cinematográfico.

Inspirados por las experiencias internacionales de renombre como Il Cinema Ritrovato de Bolonia o To Save and Project del MoMA en Nueva York, MADO se presenta como un espacio donde el pasado dialoga con el presente a través del cine, un lugar para el intercambio de ideas y la reflexión sobre la importancia de preservar nuestro patrimonio audiovisual.

La muestra se presenta en forma gratuita y por orden de llegada en el Museo del Cine. «Las funciones están calculadas para que si se toman el 130, a una cuadra del Museo, llegan perfectamente a las funciones del Malba y viceversa, porque lo hemos calculado para que vean todas las películas», expresa jocosamente Paula Félix-Didier, directora del Museo del Cine.

-¿Cuál es el propósito de generar este encuentro entre el público y el «Cine recuperado»?

Es una actividad que venimos pensando desde hace varios años. Cuando se nos ocurrió hacer este encuentro, pusimos el eje en que es la Semana del Cine Recuperado y no «Restaurado». Hay varios festivales de este tipo en el mundo, reconocidos como el de Bolonia o como el que está sucediendo en el MoMa, que trabajan el concepto de restauración con unos estándares técnicos que muchas veces en Latinoamérica, o en otros países menos con menos recursos, no llegamos. A veces nos cuesta mostrar nuestras películas en esos festivales porque no tenemos el estándar técnico del DCP 8K o con el último software de restauración.

Pero más allá de esas limitaciones, es importante hacer un trabajo de circulación de estas imágenes. De otro modo se dificultaría mucho; sobre todo, entre países latinoamericanos.

-La muestra se inauguró el miércoles 15 con La gota escarlata, una película casi ignorada de John Ford. ¿Qué otra novedades aparecen en esta edición?

La apertura es como «el hit de la semana». Es una película perdida de John Ford de 1917, muda, que fue encontrada por un coleccionista y docente universitario chileno, Jaime Córdoba, que vino a Buenos Aires con la película para acompañar la proyección.

Jaime, junto a un equipo de gente, tiene a cargo desde hace más de 20 años el Festival de Cine Recobrado de Valparaíso. Es un poquito parecido a este, en términos de escala y de ideas que tenemos. Tiene que ver con nuestra intención de que circulen materiales que no son tan fáciles de ver de otro modo.

En esta edición tenemos materiales de Perú, Cuba y de diferentes de escuelas de cine. Especialmente de IDAC, que es una escuela mítica de cine de Avellaneda. La intención es reunir diversos materiales que den cuenta del trabajo que hacemos. Tal vez la fantasía con respecto a un archivo es que trabaja con el largometraje exclusivamente. Pero no es así: nosotros nos ocupamos de un mundo audiovisual complejo y variado. Esto incluye películas familiares o publicidades. Este año hay un rescate que hizo Raúl Manrupe de las publicidades de Nono Pugliese (NR. Alberto Pugliese, reconocido publicitario de las décadas del 60, 70 y 80). Antes de cada función exhibimos una publicidad.

Otra rareza -algo que pasó desapercibido pero que es importantísimo- es la presentación de un material fílmico que estaba enterrado debajo de la estatua de Colón, que fue trasladada de la Casa Rosada a la Costanera Norte. Los escultores italianos enterraron una cápsula de tiempo. Cuando se desarmó la estatua, ese material quedó huérfano mucho tiempo. Lo rescató Fernando Peña. Allí aparecen imágenes del taller donde se hizo la escultura y del proceso de creación.

-También se exhibirá por primera vez en Argentina, a un siglo de su estreno, Historia de un gaucho viejo. ¿Qué observa un historiador cuando aparece una película como ésta, cuál la importancia la importancia de esta obra?

Casi el 95% del cine mudo argentino está perdido. Entonces, cualquier largometraje de cine silente nuestro es importante porque suma a un número muy reducido. Se calcula que se hicieron entre 300 y 400 películas y hoy quedan apenas unas 15 con suerte. Hay mucho material corto, pero sobreviven muy pocos largometrajes.

Esta película, además, es una rareza porque al no estar filmada en Buenos Aires no aparece en los libros de historia del cine. Fue dirigida por un director rosarino, completamente producida en Rosario, pero se filmó en Mendoza. Se reveló y se copió en un laboratorio de Rosario. Nunca pasó por Buenos Aires.

Es un largometraje muy interesante porque habla de los años anteriores y posteriores de la Ley Sáenz Peña y describe cómo eran las votaciones.

-El Museo del Cine, a través de ciclos como Más allá del olvido, tienen como propósito favorecer el reencuentro del público con nuestro cine.

En el momento en que las películas se encuentran con el público, pasan cosas y la gente las disfruta. Este verso de que al cine argentino no lo ve nadie. O es verdad, pero es porque no tienen la posibilidad de verlo.

Hay quienes creen que el valor del cine se define por la cantidad de gente que lo ve. Sin pensar que una película construye su propio público y encuentra nuevos seguidores: alguien va a ver Historia de un gaucho viejo y la película se sigue viendo cien años después. Decir cuánta gente fue al cine a ver una película no significa nada. Mucho menos con la cantidad plataformas digitales que multiplican la audiencia. Las imágenes llegan mucho más que una cuenta ridícula de cuántas entradas vendió.

-Más allá del valor patrimonial y artístico del cine histórico recuperado, ¿qué respuesta reciben del espectador?

Nos suele pasar que lo disfrutan mucho y lo expresan. Hay una enorme demostración de energía, cariño y respeto, sobre todo con las nuevas generaciones. Creo que el interés viene por lo analógico, aunque nosotros exhibimos mucho material digitalizado.

Paradójicamente, aunque el material digitalizado es una gran herramienta, gran parte del cine argentino está solo en fílmico. Hay versiones en VHS, copiadas de la tele. Pero no es tan fácil como uno se imagina.

Pero el público acompaña. El año pasado hicimos en el Cineclub Hugo del Carril de Córdoba un ciclo de que se llamaba Noir Criollo, también en colaboración con Fernando Peña. Se exhibieron 16 películas en cuatro días y la gente llenó las salas. ¡Hubo colas de gente para ver películas argentinas del período clásico argentino!

Siempre sostengo lo mismo: que con otras artes, como la música o la pintura, el tiempo no hace envejecer una obra. Nadie piensa que porque Leonardo vivió en el Siglo XV o XVI un cuadro pintado en el Siglo XX es mejor. Nadie diría que un reggaetón es mejor que un concierto del Siglo XIX. Pero en el cine pasa eso. Es como si la evolución tecnológica significara también que las películas de ahora son mejores. Entonces parecería que las películas viejas o en blanco y negro deben ser aburridas o poco interesantes.

Por eso la gente se sorprende y disfruta. Nadie dice “a pesar de que sea blanco y negro”. Y siempre nos genera una gran satisfacción, porque trabajamos para eso. En este contexto, donde el cine argentino está siendo atacado de una manera tan violenta, el cine cumple una función todavía más importante que es mostrar que son más de 100 años de nuestra historia. Siempre nos constituyó, construyó nuestra identidad y siempre fue importante para las familias argentinas.

Julia Montesoro

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