Icíar Bollaín. Criaturas Humanas es el nombre del ciclo retrospectivo dedicado por Filmoteca Española a la actriz y directora Icíar Bollain que se extiende durante enero y febrero y que también comprende sus trabajos en el mundo de la interpretación.
«El cine de Iciar Bollain se caracteriza por una reivindicación de asuntos que reverberan en nuestra conciencia, que nos sacuden y nos incomodan porque nos enfrentan al espejo de una realidad tan cruda como cotidiana y que, de alguna manera, se encuentra arraigada en los valores más arcaicos del sistema, en el machismo, el racismo, la homofobia y la falta de empatía y tolerancia», explicó Beatriz Martínez, periodista y crítica.
Icíar Bollain presentó en Buenos Aires a fines de noviembre para presentar su más reciente producción, Soy Nevenka, en el marco del ciclo MASS, impulsado por el Festival de San Sebastián, el Festival de Málaga y la productora argentina Orca Films.
Estrenada mundialmente en el Festival de San Sebastián 2024, Soy Nevenka cuenta el caso más escandaloso de acoso sexual en España en los últimos tiempos: la historia real de una concejala que pagó un alto precio por atreverse a denunciar el acoso del alcalde.

-¿Qué historia cuenta Soy Nevenka, quién es ella?
Nevenka Fernández en el momento en que está narrada la película tenía 24 años. Accede a ser una de las concejales de Ponferrada, una ciudad pequeña del norte de España. Allí hay un alcalde que reina como un gran cacique. Es un ayuntamiento regido de una manera muy particular por este señor. Ella tiene una relación consentida con él, pero a partir de determinado momento decide que ya no quiere más. Entonces comienza un infierno de acoso. Es una historia impactante, porque ella pertenece a ese tipo de sociedad, digamos empresarial: sus propios padres son amigos del alcalde, son miembros del mismo partido. Hay un manejo muy brutal que casi acaba con ella, pero aun así le planta cara y le lleva a juicio. Consigue rehacerse. Es la primera mujer en España que lleva un político a juicio por un tema de acoso sexual. Y contra todo pronóstico gana, aunque era algo que nadie pensaba que iba a suceder.
-¿Qué te interesó de su historia?
Hay mucho para aprender de allí. Ella gana el juicio de la justicia pero no el juicio social. Tanto los medios de comunicación como la sociedad no entienden quién es la víctima allí. Se lo ve como víctima a él. El retrato que se hace de ella es terrible. Recibe muestras de insolidaridad y de desconfianza.
-¿Por que había que contar esa historia y por qué ahora?
Esto ocurrió en el año 2000 y también es interesante exponer el retrato de época, porque fue justo el momento previo a la doble crisis que tuvimos: la general y la nuestra, la del ladrillo. Esa es la España que aparentemente estaba prosperando, donde había un gasto enorme, con mucha fiesta, mucha noche, mucho despilfarro… En aquel momento yo no pensé contar esta historia. Cuatro años después, Juan José Millás escribió un libro sobre el tema y más recientemente hubo un documental.
Hace unos 3 ó 4 años, los productores con los que había trabajado en mi película anterior, Maixabel, me lo propusieron. Leí el libro de Millás y me impactó, porque ese personaje que retrataban los medios de comunicación, trepa y ambiciosa, no era sino una pobre chica jovencísima, con mucho sentido de la dignidad, pero muy indefensa frente a este hombre. Pensé que era muy relevante y muy interesante hacerla ahora, porque al tomar distancia nos hace entender ese momento de la sociedad como un espejo. Te puedes preguntar: eso pasó en ese entonces, así se recibió y así se recogió en los medios de comunicación. ¿Y ahora qué pasa? La distancia le hace un servicio a la película.
-Le da otra significación y la misma vigencia.
Sí, porque desgraciadamente el acoso no se pasa de época, sigue vigente, incluso más que nunca. Están surgiendo casos por todas partes, escandalosos. Como lo ocurrido en Francia con Giselle Pelicot. Me pareció que era muy pertinente contarla.
-Soy Nevenka se estrenó mundialmente en San Sebastián. ¿Cuáles fueron las reacciones de los distintos actores sociales (el alcalde condenado, la sociedad de Ponferrada y la sociedad española en general) al dar a conocer la película?
Socialmente tuvo un impacto muy positivo. La reacción ha sido la opuesta de la que se generó en el momento de los hechos. Al final de la película he puesto algunos clips de archivo de la reacción sobre todo de algunos periodistas que fueron brutales con ella. Creo que hay una sensación de lo que le hicimos a esta chica, cómo le dimos la espalda. Del alcalde no sabemos lo que ha pensado porque no ha dicho nada (Risas).
-¿Tuviste que sortear reacciones adversas?
Hasta donde sé, las reacciones son muy positivas. Está claro que se la trató mal. No solamente este hombre con su acoso, sino socialmente. Hemos intentado contar qué se vive dentro de un acoso y la gente sale conmocionada. Luego también sale conmocionada por el trato que recibió, a pesar de la valentía con la que denunció a este hombre porque se quedó muy sola. ¡Se tuvo que marchar de España! No encontró trabajo. Hay una sensación de injusticia muy grande.
-¿Cómo fue el proceso de trabajo tuyo?
Tenía las referencias del libro y del documental, pero quisimos ir a las fuentes. Estaban ahí y podíamos acceder a ellas. He escrito el guion junto con Isa Campo. Hablamos muchísimo con Nevenka, su entorno, sus amigas, gente de Ponferrada que los trató, funcionarios del Ayuntamiento que trabajaban directamente tanto con Ismael como con Nevenka. También con periodistas que nos hicieron una especie de panorama de lo que era esa Ponferrada del año 2000, que era también un sitio particular. Intentamos tener la mirada lo más poliédrica posible sobre aquello. El trabajo de investigación es lo más bonito, porque te empapas de ese mundo.
-¿Esa Ponferrada de cambio de siglo era el hábitat propicio para un caso como el de Nevenka?
En el año 2000 en España había varios alcaldes del estilo de Ismael. Ponferrada era una cuenca minera. En esos años han desmantelado las minas y han prejubilado a los mineros, hombres de unos 40 años, que de repente tenían dos o tres mil euros de sueldo mensuales para gastar. Sin nada que hacer más que gastarlo. Pues claro, hay una fiesta, una noche con drogas también… Hay una sensación de que este alcalde aprovechó esa ola en el que se construyó muchísimo en España, que le dio la vuelta a la cara de la ciudad. Ese boom es parte de la historia de Nevenka, quien aterriza allí como un paracaidista en este entorno. Eso también lo investigamos. Lo intentamos, por lo menos, pero no nos podíamos meter en muchos líos porque este señor no tiene condenas por corrupción. Al menos, sugerimos el modus operandi del momento.
-A partir de la situación de Nevenka, ¿se te acercaron muchas mujeres a denunciar?
-Sí. Inclusive rodando. Varias personas del equipo me contaron lo que les había pasado. Es una constante. No creo que no haya mujer que no tenga una experiencia, en mayor o menor grado, de acoso, malestar, incomodidad. Aunque no lleguen tan lejos como en el caso de Nevenka, con ese acoso tan terrible que casi la destruye, antes de llegar ahí muchas mujeres nos hicieron eco.
-Fuiste actriz y sos directora. ¿El caso Nevenka también te interpela? ¿Estás de alguna forma hablando del medio donde trabajás hace más de 30 años, de vos misma?
Hice una primera película sobre este tema con Te doy mis ojos. Me interpelaba como ciudadana: he crecido en un ambiente cero machista, en mi casa no había machismo. Luego te das cuenta que la sociedad es muy machista, que tú también estás dentro de eso, pero en casa al menos yo no vivía esa sensación de distinguir, ni mucho menos de violencia. De alguna manera me extrañaba.
Cuando empezaron a surgir casos en los años 2000, sobre todo de muertes a manos de las parejas o de las exparejas, me costaba entenderlo. Además eran relaciones en las que los hombres a veces luego se suicidaban. ¡Los mismos hombres que decían quererlas! Leías las estadísticas y veías que las mujeres estaban una media de 10 años con esos hombres antes de conseguir romper. Yo preguntaba, pero ¿aquí qué pasa? ¿Cuál es la dinámica? Me creció más de la curiosidad que de la experiencia.
En el caso de Nevenka hay un caso de acoso, laboral y sexual. Es un hombre que tiene el doble de edad que ella, que cruza todas las líneas de una manera aparentemente graciosa. Eso es lo que resuena: de repente tú te has visto en situaciones en las que has consentido, pero en realidad has cedido más que consentir. Entonces empiezas a ver muchos grises ahí. Y sin llegar al acoso tan extremo que este hombre infligió a Nevenka, te resuenan muchas cosas.
Ese señor se le declara en un coche antes de subir a una reunión laboral. Le dice «yo siento algo por tí, yo veo que tú también». Yo te digo lo que tú sientes, por lo que yo te digo que tú también. Tu jefe te ha dicho que siente algo muy fuerte y ha intentado dar un beso, aunque tú le hayas rechazado. Esto no se hace. Es un abuso de poder envuelto en “tú me gustas y simplemente te lo he dicho”. Eres el alcalde, eres el jefe, vamos a una reunión, pero yo no te he dado ningún pie a que tú me digas esto… Hasta eso que parece positivo, porque te declaran el amor, es una línea roja. Nevenka tuvo la valentía de cambiar la historia.
Julia Montesoro