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Todo el cine y la producción audiovisual argentina en un solo sitio

DIRECCION EJECUTIVA: JULIA MONTESORO

Vanessa Ragone, productora de «El tiempo de las moscas», tras el final del rodaje: «Será muy difícil armar proyectos sin apoyo del INCAA»

A mediados de diciembre, Vanessa Ragone finalizó en su rol de productora de Haddock Films el rodaje de la miniserie de ficción El tiempo de las moscas, codirigida por Ana Katz y Benjamín Naishtat, basada en las novelas de Claudia Piñeiro Tuya y El tiempo de las moscas.

Coproducida con Zona Audiovisual, El tiempo de las moscas está protagonizada por Carla Peterson y Nancy Dupláa, acompañadas por Valeria Lois, Osqui Guzmán, Jimena Anganuzzi, Diego Velázquez, Carlos Belloso y Julia Dorto y narra las peripecias de dos expresidiarias que se convierten en heroínas cuando se enfrentan a la posibilidad de volver a delinquir.

Ragone es además tesorera de la Cámara Argentina de la Industria Cinematográfica, que en noviembre último emitió un comunicado sobre la situación actual del cine argentino y el lunes 19 expresó que «la industria del cine en Argentina es un motor cultural y económico que nos posiciona como referentes en América Latina», manifestando así su preocupación por los cambios abruptos en las políticas de apoyo al sector.

«El tiempo de las moscas es la historia de dos amigas expresidiarias, que al salir de prisión tienen que volver a insertarse en algún ámbito de posibilidad laboral. En este plan de inserción se dedican a la fumigación. En una situación muy particular se les presenta la posibilidad de conseguir mucho dinero, pero esio implica volver a delinquir. A partir de ese dilema se va formando la historia: es una película de amistad donde les van pasar una cantidad de tropiezos y situaciones que tienen que resolver para no ir presas, para llevar adelante su historia y para seguir viviendo», define Ragone.

-Claudia Piñeiro tiene una mirada que no omite tópicos propios del feminismo, como el matrimonio igualitario o el aborto. ¿Qué aspectos propios de su literatura te entusiasmaron para abordar esta historia?

Soy productora de muchas de las adaptaciones de Claudia. Empezamos con Las viudas de los jueves (NR. estrenada en 2009 y luego hicimos Betibú y Elena Sabe. En este caso, me interesó la evolución de esta historia de amistad de dos mujeres de mediana edad. Es una franja que no es tan habitual de ver en una producción. Ellas se tienen que apoyar tanto para seguir adelante y reconstruir sus vidas como para salir de un ámbito que las oprime, porque salir de la cárcel es siempre una situación de mucha dificultad. En ese contexto, Claudia toca muchos de esos temas, que tienen que ver con el feminismo, con el género, con las luchas de poder, con la situación económica de las mujeres en la vida social. A esa mirada siempre interesante le agrega notas de humor y un poco de suspenso.

-El tiempo de las moscas terminó de rodarse en un momento de virtual parálisis de la industria audiovisuial. La Cámara de la Industria Cinematográfica, entidad de la que sos tesorera, emitió un comunicado que señala que desde el INCAA se difundieron afirmaciones que distorsionan la realidad del sector. ¿Cuál es esa realidad?

La realidad del sector es que está muy detenida la producción de proyectos vinculados con algún apoyo o fomento del INCAA, porque este año no ha habido ninguno.

Quienes estamos trabajando lo hacemos vinculados con las plataformas, lo cual es interesante, pero no es para todo el mundo. Las plataformas no van a hacer tantas películas o series como imaginamos que podrían. Y eso que están haciendo cada vez más. Pero también tienen sus ideas, sus elecciones y sus definiciones acerca de los proyectos que van a producir.

Al haber desaparecido el INCAA como un jugador potente en la posibilidad de estructurar financiamiento con producción, muchos proyectos se han caído. Todavía no estamos sintiendo el efecto total, pero será muy fuerte, porque va a ser muy difícil armar películas o proyectos sin prácticamente ningún apoyo del Instituto o con estos apoyos que tiene en mente que son realmente escasos.

Respecto a las afirmaciones falsas hay una nota del presidente del INCAA que dice que el audiovisual argentino está pasando por su mejor momento. Eso no es así. El audiovisual argentino está en un momento de complejidad, donde se están cayendo los que están en los márgenes. Todos aquellos que tenían proyectos un poco más independientes, un poco más autorales, se ven en una situación muy compleja al restringirse totalmente el apoyo institucional.

-¿La crisis impactó en el desarrollo de El tiempo de las moscas?

No directamente. El proyecto tiene que ver con el financiamiento de la plataforma. Pero es una situación excepcional, que no es la de la mayoría del sector. Es interesante poder congeniar proyectos que pueden traer la plataforma y una distribuidora internacional -o quien sea-, con otros propios. Esos proyectos venían de la mano de algún impulso del instituto. Que consistían simplemente en permitir el acceso a algún tipo de financiamiento o activar la gestión institucional, como conseguir la producción. Es un tema de papeles, pero si nadie los hace todo queda detenido y parado. Y eso pasó durante muchos meses. Nuestra actividad necesita mucho tiempo para desarrollarse. Si se detiene la producción o los proyectos, en cualquiera de sus etapas, es muy costoso retomarlos, cuando no imposible. Estos fueron meses de mucha parálisis.

-Este fue el año en que directores de festivales internacionales hicieron una gran movida por darle visibilidad al cine argentino. Y tienen conciencia de que el año próximo se va a reducir la participación argentina porque la producción está parada. ¿Qué vamos a tener para seleccionar?

Poco, muy poquito. Es curioso que programadores del exterior estén tratando de darle visibilidad al cine argentino -un cine que siempre la tuvo visibilidad- para explicarles a nuestras autoridades de gestión que el cine argentino tiene un valor importante, que excede las cuestiones ideológicas o en las que aparentemente estamos empantanados. No tiene nada que ver con eso: el cine argentino es una actividad industrial, cultural, que representa nuestro país y que trae ingresos de otro tipo. Hay una discusión que no tiene sentido.

Se hace difícil porque no hay cómo conversar en términos de razonabilidad. Se está perdiendo una industria potente, que estaba en un momento de crecimiento muy importante. Que las plataformas estén trabajando en Argentina no tiene que ver con que seamos baratos (por otra parte en este momento somos caros), sino con que somos buenos: tenemos buenas historias, buenos guionistas, buenos directores, buenos actores y actrices. ¿Y eso de dónde viene? De una historia de generar cine nacional. Si uno paraliza eso, no habrá a futuro quienes puedan hacerlos. Es como una visión de muy corto plazo, cualquiera sea, si es que hay alguna visión que yo no termino de darme cuenta.

-En esa nota a la que vos hacés referencia del presidente del INCAA, aparece un concepto que también está muy instalado, que es la cantidad de espectadores como parámetro de éxito. ¿Qué posición tiene la CAIC?

Los espectadores son un elemento más en una ecuación más grande. Esos espectadores con los que estamos en discusión -los que presenta el Instituto-, están tomados de algunos parámetros, los cuales ni siquiera son reales: uno va a la página del INCAA y observa que ni siquiera son las cifras verdaderas.

Lo salen a decir por redes, lo cual también es una pena porque no es necesario enfrentarse así con el sector. Las salas son una parte del circuito de una película que incluye las ventas internacionales, los festivales, los recorridos por plataformas o la televisión. El espectador es múltiple y la vida útil de una película es de 10 a 15 años. Por dar un ejemplo: en Netflix se está exhibiendo Hermanas, la primera película que produje, de 2002. Reducir la vida útil a la cantidad de espectadores en una sala es un mal parámetro. Ni siquiera es un tema de actualidad: ahora los espectadores se cuentan por millones en las plataformas. En todas las plataformas, así como en muchísimos festivales internacionales, hay una línea específica de cine nacional. Y ahí las métricas muestran que el público se cuenta por millones. Esa cuenta que se hace desde el INCAA es para la tribuna y hace mucho daño, porque no hay motivo para enfrentar a la gente con los consumos culturales.

-Sos productora en tiempos de una reformulación de la industria audiovisual, que tal vez no vuelva a ser la industria que conocimos. ¿Cuál es el escenario que viene, por no decir el que ya está entre nosotros?

Lo que falta es un proyecto institucional para entender el audiovisual argentino. Después que cada uno haga lo que mejor le parezca.

Lo que más pena me da es que el INCAA podría ser muy central en este momento de reconversión por el lugar donde juega, más que por el dinero. Por qué lugar juega en los convenios multilaterales, en el programa Ibermedia, en la conversación con las plataformas. No es lo mismo que cada uno vaya a hablar como productor a equis plataforma a que haya una conversación institucional. En la actualidad no tenemos un marco institucional para hacerlo. Yo confío mucho en las instituciones y creo que deben estar para darnos marcos. Pero me da una pena enorme que se hayan perdido esos marcos.

Julia Montesoro

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