Elda y los monstruos, de Nicolás Herzog, inauguró el 6° Festival Internacional de Cine de Entre Ríos (FICER), que concluye el domingo 15 en la ciudad de Paraná y una veintena de localidades entrerrianas.
Estrenada mundialmente en el Festival de Mar del Plata 2023, refiere a las múltiples mutaciones del joven profesor entrerriano Diego Detona, el mismo que por las noches sube a un escenario para cantar transformada en Elda. El/ella, con su carisma y energía, junto a su grupo de amigues trasporta al espectador a una búsqueda hacia la libertad más absoluta, sin los límites propios del riesgo o del prejuicio.
«En lo personal soy parte de la gestación de este proyecto, del festival, con amigos y colegas. Es un equipo muy sólido, muy fuerte, que viene trabajando hace muchos años para sacar adelante, no solo el festival, sino también un sinfín de proyectos que involucran al sector audiovisual, como la Ley de Cine o la Ley de Fomento, que está empezando a ver la luz, en un contexto muy adverso para las industrias culturales y para el cine en particular. Pero estamos trabajando para darle batalla», expresó Herzog.
-En este contexto, ¿qué representa ser el director que inaugura el festival de tu propia provincia?
Es un orgullo y un honor. Muy agradecido por el espacio a Edu (Eduardo Crespo) y al equipo de programación del festival por darnos ese lugar. Pero al mismo tiempo, por darle este espacio grande a todo el cine entrerriano. Hoy nos tocó presentar la película, como antes nos tocó formar parte del equipo. Es la dinámica propia que hay en la provincia, donde todos somos relativamente jóvenes y en actividad. Todos estamos filmando o tratando de hacer nuestras películas. Estamos en constante movimiento, con lo cual es lo que siempre nos planteamos: somos un equipo amplio, una gran selección de cineastas, de realizadores y productores que le ponemos el cuerpo al asunto y a lo que nos toque para llevar adelante nuestro espacio. Siempre con buen diálogo, en pos de lograr el objetivo común de poner en una vidriera, en un espacio importante, a nuestro cine entrerriano.
-Este año el concepto de trazar lazos se reforzó muy particularmente con los convenios entre el FICER y San Sebastián y el Festival de Málaga.
Sí. Y también a nivel interno. Hay proyectos para tener algún otro fondo de coproducción, que estamos trabajando con países vecinos. A nivel regional, también es un momento en el que hay que tener mucha capacidad de trabajo e iniciativa para lograr acuerdos y alianzas con las regiones que están más cerca: las provincias de la región centro y litoral y los países como Uruguay, Brasil y Paraguay.
Ante la crisis de financiación de la industria y las constantes persecuciones a nuestro cine, priorizamos encontrar herramientas que nos permitan en principio sobrevivir y en segunda instancia, avanzar en lo que siempre en la idea de generalizar nuestra producción.
-Avanzar es la intención que se nota en este grupo de productores y la voluntad de avanzar. ¿Qué tiene el FICER que no tengan otros festivales?
Tiene que ve con que en nuestro propio sector nos pusimos al hombro la decisión de llevar el festival. Esto no sucede en la mayoría de los festivales. Eso nos da la ventaja de la cercanía con nuestros colegas, para entender cuáles son los problemas, las posibilidades y complejidades que pueda tener el sector.
Ese es un punto importante. También que somos cineastas que de alguna u otra manera estuvimos siempre vinculados al mundo de los festivales. Eso nos da una experiencia, un conocimiento previo. El hecho de también estar en actividad hace que estemos todo el tiempo creciendo y enriqueciéndonos con los avances y las complejidades del caso.
La tarea diaria es compleja y dura. Articular con la política no es fácil porque indudablemente para hacer películas llevar adelante festivales, al menos en Argentina es imprescindible tener una buena articulación con el sector político, con administraciones que cambian de color político, puntos de vistas, desconocimientos, necesidades y complejidades económicas. Lidiar con eso es difícil y lo vivimos sorteando: es la sexta edición del festival, lo que habla de que fuimos sorteando complejidades. Pasamos la pandemia, pasamos cambios de Gobierno y el festival sigue y se sigue fortaleciendo. Este año es más grande que los anteriores, con más salas y películas y eso habla bien de todo el sector.
–Elda y los monstruos tiene una impronta rupturista. En un contexto en que las diversidades no forman parte de la agenda oficial. ¿Ves un gesto político en el hecho de que haya sido elegida para abrir el festival?
Es probable. Ojalá haya sido así. La película guarda un gesto político indudablemente, con más razón a la luz de lo que ha sucedido este último año en materia de relatos, discursividades y agenda. No es una película que explicita esa agenda, pero se transformó en algo más notorio con el contexto actual.
-¿Qué describe Elda y los monstruos?
Es un retrato de un artista y a la vez se presenta como un retrato colectivo, una respuesta política a la luz del individualismo. En ese sentido conecta con la necesidad de pensar en quiénes somos, cómo habitamos, en qué creemos, hacia dónde vamos, cómo podríamos vivir estos días y la amistad como respuesta, en este caso política, al hecho de un momento histórico que prioriza el retiro a lo individual, el retiro al confinamiento. Creo que despliega un universo amplio de diversidades y miradas de lo que queremos ser y lo que podemos llegar a hacer.
Visto desde lugar, sí tranquilamente podría hablarse como gesto político.
-Elda y los monstruos tuvo su estreno mundial en el Festival Internacional de Cine de Mar del Plata. Desde entonces hasta hoy, ¿qué nuevas lecturas le encontraste? ¿Qué repercusiones tuvo?
Superó las expectativas que tenía previamente. Es una peli que se empezó a pensar en pandemia, en donde las posibilidades de desarrollar un proyecto grande y complejo eran muy limitadas. Empecé a filmar un retrato que luego empezó a crecer, porque también había un personaje muy potente.
En un momento, cuando apareció la dimensión colectiva de la película -como dijiste vos, el hecho político de la peli-, me di cuenta de que había algo más fuerte. Desde que estrenamos en Mar del Plata hasta ahora pasó por más de 15 festivales internacionales. El conocimiento y la devolución de distintos tipos de público me hizo dar cuenta de que la película traspasa la pantalla, abraza al espectador con mucha frescura y honestidad. Los límites entre el documental y la ficción se borran casi por completo y las personas hablan de una manera muy directa.
Es una película sobre la identidad, pero también sobre qué queremos ser como humanidad. En ese sentido, es quizás un camino a trazar, un camino a descubrir desde dónde podemos ser mejores. Una propuesta que se amplifica con su capacidad de frescura y honestidad.
Julia Montesoro