Guillermo Rovira es cineasta nacido en Oberá y está a cargo de la recientemente creada Cinemateca del Instituto de Artes Audiovisuales de Misiones. Desde su rol, tiene la tarea de recuperar y preservar la memoria audiovisual de la provincia de Misiones y además, captar nuevas audiencias y recuperar el púbico histórico a través de programas y proyecciones atractivas y novedosas.
-¿Cómo surgió la idea de crear una cinemateca?
Como toda idea, no es un hecho aislado, sino una serie de acciones en el ámbito del archivismo, que tenían que ver con la recuperación del archivo de las provincias. Primero fue una invitación de Paula Félix-Didier, del Museo del Cine. También comencé a participar en AMANEA (NR. Archivo de la Memoria Audiovisual del Nordeste Argentino) una agrupación formada por Agustina Wetzel, Joaquín Pedretti y Leandro Varela, para intercambiar experiencias sobre los materiales con que contamos y a partir de allí, pensar en recuperar y restaurar esos archivos. De a poco ese acervo comenzó a ordenarse y la tarea se expandió. Actualmente hay archivos en distintas provincias, como los archivos Birri de Santa Fe, el de Chilecito en La Rioja, el de la Universidad Nacional de Tucumán o los de Chaco, Corrientes, Entre Ríos. Los encuentros fueron muy fructíferos.
-¿Qué contenidos se recuperaron en Misiones?
Se detectaron muchos cortometrajes, sobre todo desde la década del 30 hasta la del 70: noticieros, publicidad, documentales sobre la producción de yerba o de té, cortos sobre turismo. Y se recuperó Prisioneros de la tierra, la película de Mario Soffici estrenada en 1939, un hito en la provincia por su importancia.
A partir de allí elaboré el proyecto de una cinemateca: si bien la ley contempla el desarrollo de un archivo audiovisual, hay una gran diferencia entre ambos conceptos. Apenas asumió Sergio Acosta como presidente del Instituto de Artes Audiovisuales de Misiones, le presenté la propuesta. De inmediato, el programa fue creado por el Consejo Directivo. Funciona dentro de la órbita de IAAviM y es transversal a la mayoría de las áreas, porque está involucrado el archivo, la exhibición y el área de capacitación e investigación.
-¿Cómo fue el proceso de recuperación de Prisioneros de la tierra?
Es un caso único en la historia de la restauración y de la recuperación de una película argentina. Es la única película seleccionada por la Film Foundation de Martin Scorsese para su restauración en Bolonia. Es un trabajo que se llevó a cabo con el Museo del Cine.
La película marcó un cambio de paradigma en el momento de su estreno. Fue filmada en Misiones y cuenta una historia totalmente nuestra, basada en cuentos de (Horacio) Quiroga. Años después del estreno, se dijo que se habían perdido los negativos originales y que en Argentina había solamente dos copias en 16 mm., muy dañadas.
-Recientemente se proyectó la versión restaurada en Misiones. ¿Qué descubrió o redescubrió el público acerca de su patrimonio audiovisual y su propia historia?
Además de la docencia, trabajo en la programación de festivales y la exhibición en el cine y turismo. Cuando el público se encuentra con un archivo o una película recuperada y restaurada, con buena calidad de imagen y sonido, se siente impactado. En este caso, ver la bajada vieja de Posadas con un barco a vapor y el movimiento de la gente, generó un impacto tremendo. El público solo tenía un acercamiento al lugar a través del relato oral. Ahí se entiende el valor que tiene la memoria colectiva a partir de las posibilidades que ofrece el cine.
-También porque permite recuperar la costumbre de ver cine en el cine.
Esa debe ser la pata fuerte de una cinemateca. Tiene que ser un organismo vivo, que esté en permanente contacto con el público, buscando y generando su propia audiencia. Me encanta pensar que la cinemateca va a ayudar a revivir la cinefilia.
-¿Qué iniciativas planeás para revitalizar la cinefilia en Misiones?
En Misiones tenemos una red de salas que se parecen bastante a cineclubes. Son mixtos: hay de gestión privada y también municipales. La propuesta mía es hacer un trabajo fino para encontrar esa cinefilia. No solamente a través de la programación, sino fomentando el vínculo entre el programador y el público. El público va cuando se genera el hábito. No mira la película que van a pasar la semana que viene: va porque sabe que se programa un tipo de cine que le gusta y se encuentra con gente con quien compartir la experiencia.
-¿Por qué te interesa el concepto de los cineclubes?
Porque en Misiones siempre tuvimos muy mal número de espectadores en salas comerciales. La gente acude poco al cine. Son cuestiones históricas que tienen que ver con momentos en los que la provincia prácticamente se quedó sin salas. Le pasó a muchas provincias del interior, donde solamente quedó una sala de cine en la capital. Aquí mismo, en la región NEA, no hubo cine durante un montón de años. No solamente hay que pensar en fomentar la producción, sino también generar el hábito de volver a ver cine en una sala.
-Recuperar audiencias es una de las tareas de la cinemateca.
No solo hay que generarle el hábito a gente que nunca fue al cine: también hay que recuperar las audiencias que existieron y que optaron por la comodidad de su casa, el televisor y las plataformas. Siento que hay gente cinéfilia que se empezó a cansar del algoritmo, de un sistema que te dice qué película tenés que ver. El público que se acerca a las funciones lo primero que dice es que vuelve a ver una película que vio de chico. O se encuentra con algo que jamás vio. Por estas cosas vale la pena ir en búsqueda de las nuevas audiencias.
Julia Montesoro