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Todo el cine y la producción audiovisual argentina en un solo sitio

DIRECCION EJECUTIVA: JULIA MONTESORO

Daniel Burman: «Hay un clima de época adverso en el cual se visualiza la producción cultural como enemiga del pueblo»

Daniel Burman participó en el Spotlight The Mediapro Studio que se presentó en el recientemente finalizado Iberseries & Platino Industria. Como showrunner y director de Oficina Burman, expuso las novedades y los lanzamientos junto con otros expositores de la compañía, como Juan Carlos Aparicio Schlesinger (Jefe de Desarrollo, Colombia); Catalina Porto Urdaneta (Directora de Contenidos Colombia y México); Diego Robino, Fundador y Director de Negocios Cimarrón Cine, Uruguay) y Marta Ezpeleta (Head of Distribution, Co-Production & International Offices, España).

Fuera del marco formal y protocolar que imponía la agenda, Burman analizó la actualidad del sector en la Argentina, entre otros temas abordados.

-El spotlight de Mediapro se refirió puntualmente a los conceptos de «negocio» e «innovación». ¿Qué tiene que tener un proyecto, en ese contexto, para que surja de la idea al producto final?

-Y… responder eso como tener la la clave del éxito y uno no la tiene. Es cierto que hay elementos que deben tener, aunque eso no implica que después funcione. El comienzo es que debe haber una persona apasionada con la necesidad de contar la historia. No muchas: una. Que sea la madre y el padre del proyecto. Alguien con una necesidad vital de que esa historia sea contada. Tiene que haber un momento en la sociedad donde esa historia resuene. O por revelación -porque no se esperaba que eso se escuche, pero resonaba en el inconsciente colectivo-, o por recuerdo -porque activan zonas que están dormidas de las sociedades, con temáticas que no necesariamente son de coyuntura, de twitter o instagram, pero que vuelven porque son parte esencial de nuestra humanidad, de nuestra alma-. Después debe alinearse con la necesidad de una plataforma o un cliente. Y que sea eficiente en términos de negocio, que tenga sentido el negocio.

Son muchas cosas y parece difícil, pero producimos en el estudio muchas series y películas por año. En el resto de la industria también se produce mucho. Por suerte hay una zona de misterio, ya que uno no sabe cuánto de cada estos elementos tiene que tener un proyecto para que tenga suceso, pero parecería que estos son los elementos esenciales que tienen que tener.

-¿A vos esa zona de misterio de qué forma te atraviesa para que pase de ser una idea a una propuesta concreta?

Lo define la insistencia con lo cual esa idea o proyecto acude a mi cabeza y cómo se torna como una obsesión que necesito resolver a través de la concreción. A veces te habitan o te visitan ideas que después se evaporan; mutan, desisten, te aburren en el desarrollo. Es un camino sinuoso, misterioso y caótico. La magia que tiene Mediapro Studios es que ese caos habita en una estructura grande, compleja y corporativa, lo cual es muy difícil de compatibilizar.

-En tu caso, ¿hay muchas voces intermedias que van torciendo, modificando, reformulando tu idea inicial?

Primero hay un trabajo más íntimo. Después aparecen los colaboradores con quienes trabajo. Valoro muchísimo su opinión: su refutación o ratificación son esenciales. Tengo un gran equipo de gente con la cual trabajo. Obviamente están todos los colegas del estudio. En el momento que empieza a circular la idea son la primera audiencia.

-En este momento de la industria en Argentina, ¿qué perspectivas le ves al campo de la coproducción?

Aunque parece que volvió, nunca se terminó de ir. Después del boom de los originales volvió la coproducción como sistema virtuoso. Cada uno aporta su porción de la manera más eficiente para que los proyectos sucedan. Argentina tiene antes que nada un talento extraordinario, muy relevante en la región, y grandes creadores de historias. Ahí tiene una parte esencial para aportar.

-Tus producciones casi invariablemente cuenta con guionistas argentinos. Incluso para contar historias que no necesariamente son locales.

Exactamente. Pero no por una cuestión de nacionalismo, sino porque son talentos muy relevantes en la región, con una calidad dramatúrgica que es bastante infrecuente de encontrar.

-En Iberseries & Platino Industria hablaste de proyectos que ya se venían desarrollando como Cometierra, ¿en qué consiste?

Cometierra es una extraordinaria primera novela de Dolores Reyes, que es una de las grandes revelaciones literarias argentinas de los últimos tiempos, la cual fue traducida muchísimos idiomas. Básicamente es la historia de una superheroína -en la novela original del conurbano bonaerense- que tiene el don a través de comer tierra de poder ver dónde están los desaparecidos.

Basados en esta novela extraordinaria, producimos para Prime Video una serie que se rodó en México y que está actualmente en posproducción.

-Al mismo tiempo venís de rodar Las maldiciones, una serie basada en una novela de Claudia Piñeiro, para otra plataforma. ¿Qué había allí que te interesó?

Es una propuesta que vino de Netflix. Propone una reflexión sobre la filiación y el poder extraordinario. A partir de eso desarrollamos una serie muy contundente que creo que va a dar mucho que hablar (Risas).

-Hace un año -octubre de 2023- se estrenó la segunda temporada de Iosi, el espía arrepentido. ¿Se puede volver a hacer Iosi a partir del ataque terrorista del 7 de octubre?

Es una excelente pregunta. Hubiera sido más necesaria que nunca, pero seguramente no se hubiera podído hacer. ¡Lamentablemente!

-Como creador que basó gran parte de su obra en temáticas judías, ¿hay algo para decir narrativamente, en términos de ficción, a partir del 7 octubre?

No. Creo que es un nivel de horror, de negación del hombre o de negación de Dios -o de ambos- que cualquier ficción se tornaría absolutamente banal.

-¿Te cambió a vos la perspectiva?

-Sí, absolutamente. El 7 de octubre me hizo revisar toda mi filmografía. Todavía estoy tratando de comprender cómo nunca me di cuenta antes del antisemitismo que reveló el 7 de octubre. Como un magma denso, apareció un mundo que estuvo siempre ahí.

-Tu producción más reciente es Transmitzvah. ¿Qué características tiene dentro de tu filmografía?

Es una película bastante rupturista que parte de una cuestión identitaria en relación al género, pero que va muchísimo más allá, no reduciendo el cambio identitario a la cuestión de género sino entendiendo la identidad como un complex de muchas aristas, de infinitas aristas -poniéndome borgeano-, en la cual ninguna nos define completamente, pero todas son parte nuestra de manera esencial.

-Tu concepto sobre la perspectiva de género, ¿se fue modificando a partir de los movimientos universales recientes o ya lo tenías incorporado?

Fue un enorme aprendizaje. Cuando estoy en un proceso algunas veces digo, un poco en chiste, que algo es inaceptable porque creo que la perspectiva de género que uno tiene como hombre siempre es limitada. Pero eso no es una excusa: uno tiene que poder aprender y tener las herramientas racionales para comprender los personajes y las historias desde una perspectiva más compleja. Esto además hace a las historias mucho más atractivas.

Obviamente es importante en todo proyecto las diferentes perspectivas de género reales de los autores, pero uno también tiene la obligación de salirse de su propia perspectiva y analizar lo que está escribiendo desde otra porque eso es posible. Es un aprendizaje y creo que lo he hecho en los últimos 10 ó 15 años, algo de lo cual estoy bastante orgulloso.

-Desde tu lugar de director, productor y guionista argentino, ¿qué perspectivas le ves a la industria en este contexto de achicamiento abrupto?

Viene un desafío muy complejo. Hay una obligada reinvención de la industria. Con esa reinvención tenemos algunas herramientas que son muy relevantes, como básicamente el talento y nuestra historia. Nos faltan otras herramientas.

También tenemos un clima bastante adverso de época en el cual se visualiza la producción cultural como enemigo del pueblo. Te diría que eso es el desafío más complejo, más que el económico.

-Imagínate que hay un director joven que lleva el proyecto de Un crisantemo estalla en cinco esquinas al INCAA. ¿Se podría filmar hoy?

Es una verdad muy dolorosa: creo que no. Está muy bien lo que preguntás porque yo partí de esa película que ganó un concurso totalmente abierto, transparente, donde se presentaron más de 300 proyectos y terminé creando una compañía que hoy es parte de un grupo muy grande como The Mediapro, que da mucho trabajo en muchos lugares del mundo a muchas familias, que nada tiene que ver con INCAA.

Fue un camino que yo no hubiera podido haber hecho si no empezaba ahí. Me duele mucho ver que ese camino hoy no podría hacerse de esa manera. Quizás hay otros; pero de esa manera, no.

Norberto Chab / Desde Madrid

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