El jockey, el nuevo título de Luis Ortega, enriqueció la cosecha argentina en el 72° Festival de San Sebastián, que finalizó el sábado 28, al obtener el Premio Horizontes a la mejor película.
En el film, Remo (Nahuel Pérez Biscayart) es un jockey muy popular con un comportamiento un tanto destructivo. Esa inestabilidad comienza a mellar su talento y boicotear su relación con Abril (Úrsula Corberó), su pareja. El día más importante de su carrera sufrirá un grave accidente que le liberará de su identidad. Ahí empezará su periplo con el objetivo de encontrar su verdadera identidad, si es que solo existe una.
Ortega volvió al Zinemadia tras una larga carrera como cineasta: “Han pasado más o menos 25 años desde mi primera película. No he aprendido mucho de la vida, pero sí a filmar mejor, estoy mejorando”, comentó el realizador.
Esa primera película de la que habla es Caja negra (2002, Made in Spain). La segunda, Monobloc (2005), fue seleccionada para Cine en Construcción Toulouse 2005 y participó en Horizontes Latinos en San Sebastián. Títulos como Los santos sucios (2009), Verano maldito (2011) y Dromómanos (2012) fueron los siguientes; este último obtuvo el premio a la mejor dirección en el BAFICI. Lulú (2016) recibió seis nominaciones a los Cóndor de Plata argentinos y El ángel (Perlak, 2018) se estrenó en la sección Un Certain Regard del Festival de Cannes, fue nominada al Goya a la mejor película iberoamericana y ganó diez premios Cóndor de Plata.
El proyecto de El jockey, seleccionada para Proyectos Ibermedia – Coproducción 2022, empezó por un vagabundo que Ortega conoció en la calle: “Todo el mundo lo conoce en Buenos Aires. Tengo la teoría de que se desdobla y de que hay varios porque está en distintos barrios a la vez, parece sacado de otra dimensión”.
Afirma que un día comenzó a seguirlo por la calle y vi que entraba en todas las farmacias. “Cuando lo fui a abordar en la tercera farmacia me dijo: ‘En todas las farmacias peso cero en la báscula, no existo, pero, ¡me están siguiendo!’, y se fue corriendo. Ese concepto de no existir, pero sentir que te están persiguiendo me pareció una buena premisa”, concluye.
El hecho de que el protagonista fuera un jinete llegó posteriormente a través de un amigo que le llevó al hipódromo y “enseguida pensé que este personaje podía ser un jockey que se cayó del caballo, se despertó en el hospital, tomó el abrigo de visón, el bolso y los zapatos de una señora que estaba ahí y se largó. El vagabundo también iba vestido de mujer cuando lo conocí y fue una inspiración para la película”.
Para Ortega era “muy interesante abordar la posibilidad de que uno en esta vida puede ser muchas cosas o que se manifiesten otras cosas que ha podido ser en otra vida: un bebé, una madre, un vagabundo…”.
La gestación de la idea coincidió con su futura paternidad: “El tema de los bebés me tenía atormentado. No sabía qué tipo de padre iba a ser y entré en un momento muy errático. Me generaba mucha ansiedad y la película está también atravesada por la idea de la paternidad. La madre del bebé me dijo: ‘tendrías que morir y nacer de nuevo. Me pareció un poco fuerte, pero me sirvió para la película”.
El texto de esta publicación está extraído de una publicación de María Aranda Olivares del Diario del Festival.
Norberto Chab / Desde San Sebastián