El jueves 13 se estrena Miranda, de viernes a lunes, una producción de Todo Cine y Habitación 1520 con dirección y guion de María Victoria Menis y protagonizada por Inés Estévez. Ella es Miranda, una profesora de literatura que en un fin de semana cambia radicalmente su vida al seguir a las nuevas generaciones manifestándose en la lucha por la igualdad de género.
Completan el elenco Ricardo Merkin, Elvira Oneto, Luciana Grasso, Laura Grandinetti y Diego de Paula.
-Sin el movimiento Ni una Menos mediante, ¿Miranda hubiera existido?
¡No! Si bien en la historia hubo grandes luchas feministas y de igualdad, esa ola que se formó especialmente en 2015 tuvo algo diferente. Fue la forma en que las chicas jovencitas, púberes, llevaron a sus abuelas y sus madres. Inclusive nos pasó a mujeres que creíamos que teníamos un concepto bastante avanzado: de repente nos dimos cuenta que naturalizábamos cosas que no eran aceptables. Cosas que nos hicieron ver las jóvenes.
-Es el germen de esta historia.
¡Claro! Ahí está el inicio de todo. Hay un diálogo de la película que me resulta bastante claro: Miranda ve que su hija tiene un novio con el cual se lleva muy bien. La chica está pensando en hacer un viaje. Miranda le pregunta cómo va a hacer con tu novio. Entonces, la hija le responde “Mamá, no es el hombre de mi vida, ni el único hombre que va a pasar por mi vida” (Risas). De repente me imaginaba yo a esa edad teniendo un romance con un chico, pensando en si viajo a no, en lo que van a decir los demás, en el casamiento… Y ahora todo cambió mucho.
-¿Acompañar el proceso de crecimiento de tus hijos influyó en la construcción de esta historia?
Seguro. Tengo cuatro hijos. La crianza y el seguimiento de los chicos te generan ideas y situaciones. En la película, Miranda tiene dos hijas: una de 19 y otra de 21. Y hay cosas de ellas que son inspiradas en mis hijas.
-¿En qué momento nació este guion?
Lo empecé a pensar alrededor del 2017, después de pasar por la efervescencia del 2015 y 2016. Se me fue ocurriendo la idea por cómo nos iban cayendo estos movimientos a generaciones más grandes, que también vivimos situaciones de feminismo y de reclamos. Me interesaba mostrar cómo influyeron e influye esa gente joven en nuestra manera de ver las cosas.
-En la historia de Miranda también aparece el musical como género. ¿La pensabas así?
Siempre me fascinaron las películas musicales. Me acuerdo de cómo había quedado impactada con Melody, que es como un ícono. En la vida de Miranda tenía que haber una historia que estuviera guardadita dentro de ella y que saliera, que tuviera que ver con la música.
Por eso quería buscar una actriz que cantara. No quería doblarla, no me parecía. Inés lo hace magníficamente. Busqué especialmente temas de rockeras argentinas, como Celeste Carballo, Hilda Lizarazu y Fabiana Cantilo. También hay música de Loli Molina, una cantante muy buena. La música la va acompañando bien a la película. Me gusta cómo queda esa banda de los 16, que siempre estuvo en la vida de Miranda.
-Inés Estévez es Miranda y el personaje tiene mucho de ella. ¿Lo escribiste pensando en ella?
No. En principio me interesaba destacar que el personaje de Miranda cantaba. Pensé en algunas actrices que cantaban y que coincidieran más o menos con su edad. Estaba en eso cuando una amiga en común, la vestuarista de cine Mónica Toschi, me preguntó por qué no la llamaba. Ella canta y actúa como la puta madre. La fui a ver y me encantó. A partir de allí nos dimos cuenta de que el guion tiene ciertos parecidos con algunas cosas de su vida. Por ejemplo: el personaje Miranda tiene dos hijas y una de ellas tiene un problema de neurodiversidad. Inés tiene también hijas con temas de neurodiversidad. Por otro lado, Inés empezó a cantar profesionalmente a los 50 años: volvió a algo que le gustaba mucho pero que nunca había desarrollado. Y la película habla de ese quiebre que se da a veces en la gente de mediana edad, cuando se plantea tomar o volver a tomar aquello que le sigue interesando. En ese sentido mi mirada es positiva: creo que todos podemos replantearnos nuestras vidas si no estamos conformes por algo.
-La película tiene guiños del lenguaje adolescente. ¿Te interesa captar ese público?
El público adolescente sigue al cine. De hecho, las producciones de superhéroes y villanos están muy dirigidas a la gente joven. Me pareció interesante hacer una película que tuviera música y ritmo. Algo agilino. No porque no pueda hacer una película más lenta en su desarrollo, que las he hecho y me gustan. Pero en este caso quería algo más saltarín.
-En tu película anterior, Mi histeria en el cine (2017), decías que ibas a largar todo. ¿Te replanteaste volver a dirigir?
El cine es un vicio (Risas). Es un bicho que te pica y es difícil sacártelo. Empecé a pensar en términos de cine y se me ocurrieron ideas que podían servir para un guion. La pandemia me sirvió para afinarlo. Me junté con Maximiliano Dubois, un productor que tira mucho para adelante y empezamos a mover el proyecto. La pandemia hizo los tiempos de resolución más largos.
También acepté algo del cine y su misterio. En Mi histeria en el cine decía que el cine es un oficio de otras épocas, porque tenés que estar 3 ó 4 años para hacer una película. Por lo menos en la Argentina. Hoy todo es tan instantáneo que salvando un escritor, nadie le dedica cuatro años a una obra. Mientras mi hijo Esteban había hecho cuatro series, yo seguía viendo por dónde buscar la plata para una película (Risas). Tuve que aceptar que hacer cine es medir el tiempo de otra manera.
-Miranda, de viernes a lunes se exhibió por primera vez en pantalla grande y con público en el marco de La Mujer y el cine. ¿Qué descubriste ahí?
Parece un chiste porque uno no sabe nunca cómo puede caer la película, pero descubrí cómo la gente se emocionaba. Se reía y salía contenta de verla. Había un clima de satisfacción por la historia.
Mucha gente me decía que se había emocionado mucho, que se había reído, que le había encantado de ver a los padres, a las hijas. También me decían “¡Qué bien que canta Inés Estévez!” Me encontré placenteramente con una muy buena recepción.
La experiencia de estar en el cine sigue siendo única. ¡No la podés reemplazar por películas de plataformas! Mirá que veo series, pero cuando voy al cine salgo de otra forma. Todos los sentidos se centraron en ese momento mágico. En tu casa vas al baño, agarrás el teléfono, chequeás los mensajes, te levantás. Además, las películas están hechas con tecnología para pasarse en salas. Para escucharla en 5 ó 6 parlantes y verla en pantalla grande.
Julia Montesoro