Mariquita, mujer revolución, de Sabrina Farji, será la película de clausura de Directoras Argentinas, el ciclo de grandes estrenos nacionales dirigidos por mujeres organizado por Género DAC y GPS Audiovisual, que se presenta el martes 16 a las 19 hs. en el Cine Arte Cacodelphia.
Estrenada en 2023, Mariquita, mujer revolución es un ensayo documental que propone develar quién fue Mariquita Sánchez de Thompson a partir de las diversas facetas que caracterizan su vida: aquella mujer pintada en el centro del óleo de Pedro Subercaseaux (1909) que homenajea el Centenario de la Patria; la leyenda de quien dicen que interpretó por primera vez el Himno Nacional; la que llevó adelante un juicio que sentó jurisprudencia para lograr casarse con el amor de su vida; la “chica” que puso la casa para cantar una canción prohibida.
Dirigido, producido y escrito por Sabrina Farji, está protagonizado por Zoe Gotusso (Mariquita joven), Mayra Bonard (Mariquita adulta) y Federico Fontán (Thompson). Cuenta con los testimonios de Dora Barrancos, Florencia Canale, Graciela Batticuore, Andrea Bonelli, Patricio López Méndez, Adriana Tursi, María Sáenz Quesada, Cecilia Cross y Gabriel di Meglio.
–Mariquita trata la vida de María Sánchez de Thompson a través de dos protagonistas, Zoe Gotusso y Mayra Gotard. ¿Qué te llevó a plantear la necesidad de contar la historia desdoblada en dos actrices?
Antes que nada me llamó la atención que Mariquita vivió hasta los 84 años; algo muy particular, sobre todo para una mujer del siglo 19. Hubo varias Mariquitas adentro de una, en distintos momentos de su vida. Y me pareció que había que diferenciar una primera etapa más rebelde y otra que reflejara su adultez. La rebelde-joven, Zoe Gotusso, es quien pone la voz. Es la época del himno, ya que ella es parte de las revolucionarias del 25 de Mayo. La etapa adulta la encarna Mayra Gottard, con un trabajo más corporal. Busqué remarcar esa diferenciación.
-Más allá de la dicotomía voz-cuerpo, ¿qué aspectos diferentes te aportaban?
No buscaba que se parecieran entre ellas porque nadie puede decir cómo era Mariquita: ni siquiera hay muchas imágenes suyas. Hay un solo daguerrotipo de cuando es muy mayor y también hay varios cuadros… pero en cada una de esas imágenes se la ve diferente. Es como si cada uno hubiera hecho una versión libre.
Me interesaba mostrar que Mariquita es una mujer contemporánea y que más allá de la época en que vivió su obra sigue muy vigente. Para ello era importante mostrar a Zoe con su pelo actual y luciendo sus tatuajes. Mayra, a su vez, trabaja en muchas escenas con la performance física e interactúa con un video. Esas cruzas de época aportan el sentido de contar que Mariquita es una mujer que trasciende su tiempo.
-¿Qué te atrae del universo de Mariquita, ella misma como una protofeminista o las costumbres y convenciones de la época?
Al meterme en su historia y conocer su vida, que está muy bien escrita en el libro de María Sáenz Quesada (Mariquita Sánchez, vida política y sentimental), me dije que esa mujer es de hoy y que podía corroborar que sus luchas eran las mías y las de mis compañeras.
Me sorprendió muchísimo su búsqueda, su libertad. Y cómo no se quedaba con la fácil: lo que no le gustaba lo trataba de transformar poniéndole la pluma y el cuerpo. Me sentí muy identificada.
-¿Esto lo fuiste descubriendo con la investigación o también al decidir darle esta forma a la película?
Surgió de la investigación, pero fue muy curioso que cuando empecé a investigar me junté con investigadoras me di cuenta que había como un grupo de adoradoras de Mariquita. No me había pasado solamente a mí, sino que ese asombro y ligadura que teníamos con el personaje le pasaba un montón de otras mujeres que habían tenido contacto con la historia de María Sáenz Quesada. Mariquita no es la única, porque también apareció un montón de otros libros de investigación de historias de mujeres. Pero es muy emblemática. Por eso también era parte del Salón de las Mujeres.
-¿Qué conclusión o qué legado deja la película?
Lo que más resuena, cuando la ven los espectadores, es una sensación de cómo no aprendieron esto antes. “¿Cómo me ocultaron esta información? ¿Cómo no supe más del personaje de Mariquita? ¿Por qué no supe más?”. Lo único que se sabía que fue la chica que prestó la casa para cantar eventualmente el himno. Es lo único que se sabe.
Pero también en eso era una adelantada: seguramente el Himno era una canción prohibida porque la cantaban aquellos que creían en la libertad, cuando todavía éramos parte del Reino de España. Probablemente haya sido muy peligroso cantar el Himno. Y ella estuvo allí, asumiendo el riesgo.
Julia Montesoro