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Todo el cine y la producción audiovisual argentina en un solo sitio

DIRECCION EJECUTIVA: JULIA MONTESORO

Victoria Solanas es la encargada de difundir y preservar la filmografía de su padre, Fernando: «La obra de Pino nos ayuda a seguir reflexionando»

Victoria Solanas es –junto con su hermano Juan- la encargada de sostener el legado artístico y cultural de la obra de su padre, Fernando Pino Solanas. A través de una serie de acciones –que incluyen la tarea de restauración y recuperación de películas estrenadas comercialmente y filmaciones desconocidas-, la filmografía de Pino mantiene su vigencia.

Entre otras acciones, durante febrero se exhibe el documental Memoria del saqueo en la plataforma DocuDAC, en forma gratuita.

Por otro lado, hasta el 4 de marzo se presenta en la plataforma Lumiton -que es la plataforma de la secretaría de Cultura de Vicente López- la primera parte de la filmografía de Pino: La hora de los hornos – Parte 1 (1968), Los hijos de Fierro (1972-1984), El exilio de Gardel (1985), Sur (1988) y El viaje (1992). En la misma plataforma se encuentra también Que sea ley (Juan Solanas, 2019), hasta el 4 de abril. Además, en diciembre último se llevó a cabo un ciclo de películas de Pino en el cine York de Olivos.

-Memoria del saqueo se estrenó en 2004, hace dos décadas y ahora vuelve con su mensaje vigente. ¿Tu papá era conciente de que hacía cine para las generaciones venideras?

Creo que sí. Él tenía su parte visionaria. Lo hacía para el presente, pero también pensaba en el futuro, porque era conciente de esta cuestión circular de la historia.

-¿Qué representaba para vos Memoria del saqueo cuando se estrenó?

Acababa de ser madre. Mi hija –que ahora tiene 24- tenía menos de un año, así que estaba a pleno con esa tarea. Anteriormente había trabajado muchas veces con mi papá –actividad que retomé en su último período- pero en ese momento no estaba con él. Sí recuerdo el (año) 2001 porque trabajaba en la página Web de la Legislatura de Buenos Aires. Tengo muy presentes esos días del 19 y 20 de diciembre: vivía cerca de la zona de Plaza de Mayo y de la Legislatura y me acuerdo muy bien cuando mi papá agarró la camarita y se fue a filmar. En ese momento lo naturalizaba. Con el paso del tiempo, uno toma otra conciencia. Sobre todo, cuando la historia se va repitiendo.

-La historia se repite y se llega a estos días de incertidumbre con respecto al futuro del cine argentino. ¿Cómo los estás viviendo?

Creo que estamos todos -como sociedad- muy golpeados, muy shockeados. Hay algo que nos está atravesando a todos y que no es solamente al cine. Por mi parte, desde que falleció mi papá hay un tema de responsabilidad de intentar ayudar a mantener su legado vivo.

-¿Qué advertís o descubrís en esa tarea?

Estuve ayudando en la curaduría de los textos y aparecieron muchas cartas a los espectadores que escribía mi viejo. Son de un nivel de actualidad espeluznante y conmueven.

Es una tarea que realizo como hija y también como ciudadana: nos merecemos rescatar las obras de las personas que se entregaron a su país y trataron de dignificarlo. Es un patrimonio de todos y es importante conservarlo como espejo. La obra de mi viejo tuvo que ver con su lucidez y talento, pero también fue una obra para espejar lo que era el pueblo argentino. Creo que mucha gente lo ha tomado así: hay quienes se acercan a mí y sin conocer su obra me dicen que “hay que hacer algo” con la misma.

-El cine York de Olivos es una sala interesada en la recuperación de su filmografía.

Sí. Me pone muy contenta interactuar con los responsables de la subsecretaría de Cultura de Vicente López, quienes se comprometen mucho con pasar este cine comprometido. Y me impresionó porque Pino era un vecino de Olivos: el cine York fue la sala de su adolescencia e infancia. Me importaba que desde ese lugar también se rescatara la figura de este vecino que también decidió hacer su última casa ahí en Olivos.

Compartí allí la emoción de mucha gente joven que vio por primera vez Sur o El viaje y que flasheaban descubriendo la vigencia de esas películas. La obra de Pino nos ayuda a seguir reflexionando. Por eso me pone muy feliz que estén a disposición y con un material cuidado, más allá de que hay mucho trabajo por hacer con la obra de mi viejo.

-¿Por qué creés que esos jóvenes que no habían visto las películas de tu papá van a verlas y flashean?

Porque ven el valor de hacer nuestro propio cine, un cine que cuenta nuestra realidad. La filmografía de Pino se propuso retratar problemáticas del país. Es una obra que está viva y es muy conmovedor ver cómo las nuevas generaciones hacen contacto. Yo soy la hija de Pino, pero más allá de eso, como pueblo y como país, tenemos que hacer un ejercicio para recordar y reivindicar estos referentes. Aunque nos cueste, porque también está el tironeo del olvido, de quienes nos hacen creer otras cosas. Es un trabajo que hay que sostener.

-En ese trabajo de recuperación, ¿en qué ocupás tu tiempo ahora?

Con mi hermano Juan estamos terminando de restaurar La nube, de 1998: es su última película de ficción y no se había digitalizado. Después empezaremos a trabajar con los documentales que se hicieron en video. Memorias del saqueo, que es el primer trabajo de la última saga, tiene otra calidad. Es muy probable que hagamos un segundo ciclo en la plataforma Lumiton con todos los documentales; aunque sea en las condiciones que se encuentran, pero para que se puedan ver.

-En menos de tres años -a partir del fallecimiento de Pino-, hubo una progresiva recuperación de su obra. Además del estreno de Tres en la deriva del acto creativo, su película póstuma, también aparecieron Solanas en filmación -el diario de rodaje de El viaje– y más recientemente La revolución justicialista. ¿Cómo sigue la tarea de preservar el patrimonio?

La revolución justicialista fue un hallazgo que hizo Fernando Madedo, que logró encontrar una copia fílmica de esta película que se pensaba que era incunable. Se pensaba que solamente había unas copias en mala calidad de Dvcam. Él encontró esa copia en un remate, buscando entre un montón de latas que no decían su contenido. A su vez, nosotros tenemos la copia de la otra parte de las entrevistas de Perón: Actualización política y doctrinaria para la toma del poder, de 1971, para escanear.

Tenemos el acompañamiento del archivo audiovisual de Avellaneda, que nos está dando una mano en conservar parte de su acervo, de su legado. Para nosotros es un alivio que haya un equipo idóneo que lo esté cuidando.

Ojalá que podamos, con ayudas privadas o públicas, poder preservar la obra. Todo lo que dejó mi viejo da para un montón. Pero –para usar una palabra muy en boga-, depende de cómo el país se autopercibe. Y de cómo buscará valorar el patrimonio cultural, ese acervo que habla de nosotros.

Julia Montesoro

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