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DIRECCION EJECUTIVA: JULIA MONTESORO

Pablo Conde presenta el ciclo «Hora cero» en el cine Gaumont: «Las funciones se agotan gracias a un público fervientemente activista»

Pablo Conde, director artístico del Festival de Mar del Plata, es el creador y seleccionador de Hora Cero, sección del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata. Durante agosto, parte de su programación se presenta en la sala Leonardo Favio del cine Gaumont todos los martes a las 22 hs.

La programación de Hora Cero fue anticipada por GPS Audiovisual y se puede consultar a través de este enlace.

-¿Cuál es el origen de la sección?

Las funciones de trasnoche siempre fueron importantes en el festival, en distintas formas, horarios y salas. Hora Cero nace en 2009, cuando comenzamos a trabajar como programadores con Marcelo Alderete. Ambos somos muy afectos al cine de género y sus fronteras. Elegimos ese nombre de fuerte raigambre comiquera como nuevo punto de partida y de a poco fuimos programando películas de grandes nombres (Johnnie To, Son Siono, Takashi Miike) descubriendo otros (Ti West, la dupla Hélène Cattet y Bruno Forzani) y apostando por cortometrajistas como Chema García Ibarra y Andy Muschietti… ¡Nada mal!

-¿Cuál es el objetivo de lanzar Hora Cero en el Cine Gaumont todos los martes de agosto?

Hora Cero fue creciendo con los años gracias a un público fervientemente activista. De pronto, para nuestra agradable sorpresa, las funciones comenzaban a agotarse. Estaba claro que había un público que entendía y acompañaba la propuesta. Por eso empezamos a presentar todas las proyecciones de la medianoche en el Ambassador 1, la nave nodriza de la sección. Eso hizo que todo crezca aún más: el público comenzó a ser más exigente, a demostrar su identificación con Hora Cero de formas imposibles de ignorar. Se transformó en un espacio que comenzó a tomar películas de otras secciones (autores y autoras, restauraciones, generación VHS), películas que también le hablan a ese público.

Empezamos a trabajar con todo el equipo de programación, aportando desde distintos lugares. Sabemos que es un lugar ganado por las y los espectadores. Eso nos desafía, nos lleva a pensar qué programar, en qué días proyectar tal o cual película: se transformó en un espacio sumamente lúdico, en la previa, pero aún más durante las proyecciones.

Sentimos que ese espíritu tiene identidad propia y que probar otras formas era inevitable. Por eso las proyecciones en el Gaumont, que también se llevarán a cabo en el Espacio INCAA Chauvin, en Mar del Plata, con títulos en definición.

-¿Qué lógica tiene la sección?

Las proyecciones de los martes siguen la lógica de la sección, que puede incluir clásicos de todas las épocas, preestrenos de películas grandes, filmes más independientes, etc. También las coordenadas son las mismas: terror, acción, ciencia ficción, humor negro… Creemos que Hora Cero pasó a ser un universo con coherencia propia. De eso se tratan estas exhibiciones pre festivaleras: de seguir indagando sus facetas. Y de agrandar la que entendemos como una de las comunidades más identificables que tiene la cinefilia actual.

-Mencionás que había un público que comenzó a ser más exigente ¿qué perfil encontraron en el Festival de Mar del Plata?

El público comenzó a ir más allá de conocer o no lo que iba a ver. Todo un salto de fe. Todos los años suele acercarse alguien a decir que va ‘con los ojos cerrados’ a las medianoches del Ambassador: si la película de hoy no le gusta por uno u otro motivo, la del día siguiente le va a gustar sin duda. No creo que haya mejor halago desde el lado de la programación. Fidelidad e identificación.

Hay un ejercicio de estar ahí presentes durante las proyecciones, algo que es imposible durante el día con tantas películas presentándose cada jornada. Esa presencia ayuda a afinar la programación: estar atentos a los momentos en que una película incomoda a través de los silencios, las respiraciones cortadas. O cuando otra provoca aplausos o deserciones. Todo eso ayuda.

-¿Notaron una evolución?

No sé si hay una evolución, realmente, con todo lo que eso implica. Si queda claro que para que una audiencia responda ante películas como Mad God de Phil Tippett o una de Bertrand Mandico hace falta comprometerse como público con lo narrado y sus formas. Saber que el estar programadas en esas medianoches implica que hay posible satisfacción garantizada.

Otro gran ejemplo es el de Mandy, de Panos Cosmatos, uno de los hits de Hora Cero. O The Greasy Strangler (Jim Hosking), película de la que nunca falta quien se acuerde con alegría. O Amer (Hélène Cattet y Bruno Forzani): si bien son tres universos radicalmente opuestos, hablan de una «sensibilidad», por falta de mejor palabra, muy singular. 

-¿Cuál es el criterio de elección de la programación de Hora Cero?

Creo que el criterio ya es algo que se define por sí mismo: las películas son o no son para Hora Cero (risas).

-¿Por qué creés que Hora cero es una de las secciones favoritas del festival de Mar del Plata con una audiencia tan fiel?

Supongo que mucho tiene que ver el activismo que tiene el público del cine de género, quizás mayor que cualquier otro. También ha de estar relacionado a las franjas etarias: aunque no haya una sola que sobresalga, el público joven es el que dice presente. Y ya sabemos: ¡siempre hay que ser joven de espíritu!

Claudio Marazzita 

Crédito fotos: Damaris Hidalgo / INCAA

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