El cortometraje Piedra que ruedas, del director rionegrino Marcos Montes de Oca es uno de los seleccionados del largometraje Historias breves, la compilación de los cortos seleccionados en cada edición del concurso producido por el INCAA y exhibido cada año en el Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, en el BAFICI y en el Cine Gaumont. Es la primera vez que el concurso producido por el INCAA promueve la realización de cortometrajes en manos de nuevos talentos en todo el territorio nacional.
-¿En qué consiste Piedra que ruedas?
Es una ficción que escribí a partir de una serie de viajes que hice con un amigo a la Línea Sur (NR. Localidades de la región Centro Sur de Río Negro). Inicialmente iba a ser un documental, pero nos cautivaron no solo las geografías, sino también las historias de las personas que íbamos conociendo.
En realidad, la excusa inicial era hacer un trabajo, después nos gustó la zona y empezamos a recorrerla juntos. A partir de eso, construí una ficción que básicamente relata la vuelta desde Bariloche de una persona oriunda de uno de esos pueblos.
Hay un hecho trascendental en la Línea Sur y es que a partir de cierto momento empezó a haber una migración de los jóvenes. Las oportunidades dentro de los pueblos eran un poco limitadas, entonces hubo un éxodo. El personaje de esta historia es uno de esos jóvenes que vuelve al pueblo. En principio porque debe hacerse cargo de una herencia. A partir de allí surgen otras derivaciones.
-¿En qué instancia se encuentra?
La resolución con mi designación para Historias Breves es muy reciente (NR. Fue publicada en el Boletín Oficial el 12 de mayo). Todavía falta la firma del convenio y pasar a la instancia de preproducción.
-¿Cuáles son los plazos para filmar?
La resolución menciona que a partir de la firma del convenio hay seis meses para la realización del rodaje y la posproducción. Se espera que este material se estrene en Mar de Plata, en noviembre. Por lo tanto, debería firmarse en junio.
–Piedra que ruedas representará a Río Negro. ¿Eso supone algún tipo de apoyo oficial?
Tengo un antecedente: en el último verano grabamos un cortometraje de ficción en Bahía Creek, un pueblo cerca de Viedma donde mi papá tiene una casa. Para ese rodaje tuve un acompañamiento sin precedentes, por lo menos en lo que respecta a mi obra de la provincia. Del área de Cultura y también de Lotería. Yo estudié en La Plata y a veces aparecía la pregunta de cómo filmar en el interior. Con respecto a Río Negro, hasta ahora siempre encontré apoyo y acompañamiento.
Para este proyecto, necesariamente vamos a tener que presentarlo a las autoridades del cine, porque es un cortometraje que involucra cuestiones que tienen que ver con el funcionamiento de la provincia. Por ejemplo, el Tren Patagónico. Seguramente habrá que articular alguna acción con la Comisión de Fomento. A nivel de gestiones, de scouting, de otras cuestiones de logística. Inmediatamente después de recibir la noticia de la designación, empecé a tener comunicaciones con su director, Cristian Calvo.
-Casi simultáneamente recibiste un reconocimiento de un programa de mentorías del gobierno de la ciudad por tu proyecto de largometraje El mal menor. ¿El próximo paso es el largo?
(Risas) En realidad sucede algo paradójico, porque lo filmé como cortometraje en enero. Justo estrené otro cortometraje (NR. El fin justifica los miedos) en Francia y después en BAFICI. Y en el transcurso de esos días, después de BAFICI, me propuse abocarme solamente al largometraje. Y allí apareció Historias breves. Fue una grata sorpresa. Espero que el largometraje se haga realidad en los próximos tiempos. Mi cabeza está puesta en ocuparme de este rodaje que viene y después sí, el largo, el paso al que todo director aspira.
-¿Qué tipo de estímulos percibís que hay para la actividad audiovisual rionegrina?
Separo dos cosas: por un lado el trabajo en el medio y por otro, la proyección o la realización de los proyectos personales. Respecto a lo laboral, hay una serie de iniciativas que interesantes desde el gobierno como la implementación del cash rebate, que tienden a estimular la producción en la región.
También se percibe un acompañamiento con los concursos audiovisuales, que son estímulos al desarrollo del guion o a la consecución o a la realización de cortometrajes.
Para el largometraje, el desafío excede la cuestión del interior. Es una realidad a nivel nacional, y hay que buscar las maneras de volver viable un proyecto.
Me parece que los costos que implica hacer una película generan un desencuentro con las ayudas a las cuales uno puede acceder. Por eso también hay un crecimiento en la realización de proyectos por vía indirecta o buscando maneras alternativas de financiación. No es imposible: hay que diseñar distintas estrategias, según el proyecto.
-¿Cuál es el perfil de costos de la estructura de producción de Piedra que ruedas?
El tema esencial son los traslados. El corto muestra el recorrido de un personaje desde Bariloche -donde todo es mucho más fácil y accesible- hasta un pueblo de Línea Sur, una zona más recóndita, más limitado en todos los niveles. Es una cuestión de costos y también de diseño: cómo hacer para trasladarnos hasta allá, dónde nos quedamos, cómo comemos.
-Si pudieras imaginar el futuro, ¿creés que se puede consolidar una industria audiovisual rionegrina por fuera de las dependencias financieras o artísticas de Buenos Aires?
Por un lado la pregunta excede mis conocimientos respecto a la industria, a los funcionamientos de la industria. Pero a la vez me parece que hay un camino que se empezó a dar que está bueno. Cuando la provincia se presenta ante la industria como un lugar accesible para filmar, genera movimiento de producciones, de capital, de capacitaciones. Inevitablemente todo eso tiende a fortalecer el sector.
Julia Montesoro