Es un mes de actividad intensa para Luciano Cáceres: a comienzos de marzo, presentó en España el preestreno de Nene Revancha, ópera prima de Gonzalo Demaría, en el marco del evento Conexión Buenos Aires-Madrid. En ese mismo encuentro cerró un acuerdo para protagonizar Adiós, Madrid, la primera película española de Diego Corsini.
Por otro, dirige y protagoniza Elsa Tiro, obra de Gonzalo Demaría en torno a la obra y vida de Eugene O’Neill, que se presenta en el Teatro Regio de jueves a domingos a las 20.
-¿Por qué elegiste Elsa Tiro?
Me interesó la mirada de Gonzalo Demaría. La obra toma al personaje de Eugene O’Neill en dos momentos de su vida: uno tiene que ver con él cuando recibe el Premio Nobel y está internado por apendicitis en una clínica en Auckland. Su mujer, la actriz Carlota Monterrey, aprovecha la anestesia de esta operación para conocer su pasado. Allí aparece su historia en Buenos Aires, donde él cumplió la mayoría de edad. Era la misma época en que se filmó la película porno más antigua de la historia, que es argentina: El Sátiro.
O’Neill y Carlota era un matrimonio que ocupaba la atención: titulares de los diarios, escándalos, borracheras, adicciones varias, violencia muy tóxica.
Gonzalo Demaría une las piezas. Vincula esos momentos al estilo Anna Christie, otra obra emblemática de O’Neill. La obra está atravesada también por lo cinematográfico desde la puesta.
-¿Qué te decidió a asumir el doble rol de director y también protagonista de la obra?
Soy un fanático de O’Neill. De él como personaje y de esa última gran obra que hizo, El largo viaje un día hacia la noche, personaje que siempre quise hacer y es mi obra favorita. Sabiendo esto, Gonzalo escribió esta obra y me dijo que la tenía que dirigir yo. Cuando presentamos el proyecto al (Teatro) San Martín, su directora, Gabriela Ricardes, me propuso actuarla. ¡No había excusas! Primero pensé que era una locura hacerlo, pero cuento con dos grandes compañeras (Alejandra Radano y Josefina Scaglione) bancando la parada, sabiendo que estoy en el balcón y dirigiéndolas al mismo tiempo. Es una obra muy nutritiva, con un tipo de teatro más experimental.
-¿Qué significa Gonzalo Demaría para vos?
Es mi amigo y además un referente en la vida. Es uno de los mejores autores vivos que tenemos en nuestro país. Sus obras se hacen en todo el mundo. Describe muy bien a los personajes que crea y me encanta cómo cruza la realidad con la ficción. Curiosamente, es la quinta obra de él que dirijo pero la primera en la que actúo. Empezamos con El Cordero de los Ojos Azules, con Leonor Manso y Carlos Belloso, hace más de una década. Luego hicimos El Acto Gratuito, con Marco Antonio Caponi; El Pequeño Circo de los Hermanos Suárez, con Caponi y Luciano Castro y después, 40 días, 40 noches, con Leonor Manso otra vez.
-Demaría además acaba de preestrenar su primer largometraje, Nene Revancha, que protagonizás, en el marco de Conexión Buenos Aires-Madrid, evento multicultural realizado en la capital de España.
Sí. Allí presentó su obra teatral El Baco y la Vaca, que interpreta Marco Caponi. Y estando en Madrid surgió la posibilidad de hacer una pasada de preestreno con la industria. Acompañamos la película también produciendo de manera independiente, junto con los hermanos (Pablo y Eduardo) Pinto y Mexina Films, que es la productora del mexicano Gerardo Berra.
-¿Cuál fue el disparador de Nene Revancha?
El escribió el guion en pandemia. Yo venía leyendo varios textos y al verlo le dije que tenía que dirigirlo. Su mundo es muy particular: tiene una mirada tan nutritiva, culta y tanto bagaje encima que era clave que él se pusiera al frente.
Armamos el equipo para que estuviese cómodo. No solo estuve como actor, sino que también ayudé en la producción y hasta haciendo sándwiches.
-Es ya una tradición tu vínculo con el cine independiente.
Hay algo ahí que te hace sentir que la película es tuya, que se vuelve muy genuino y potente. Está muy relacionado con el afecto al oficio, al cine y al hacer. Estos proyectos tienen una libertad que no se compara con nada. Y eso se respira en las películas, que tienen identidad propia.
-Esos proyectos te entusiasman y te enriquecen.
Muchas veces me preguntan: ¿por qué haces esa película si no te pagan o no sé qué? Porque el desafío va más allá de lo económico. En Nene Revancha hago un boxeador ciego, inspirado en un boxeador real que pude conocer, un gran campeón argentino llamado Luis Bazán. Tuve encuentros con él, vi cómo se movía con la pérdida de la visión y tuve entrenamientos de boxeo para ciegos con un pibe muy joven que ideó un sistema. Y estoy feliz de haber arriesgado lo que arriesgo allí.
-¿Presentar un proyecto ante la industria internacional abre el juego del mercado de coproducciones?
Sí, y es muy interesante. Participé en el lanzamiento de Adiós, Madrid, película que va a dirigir Diego Corsini con Eduardo Pinto y que se va a jugar en la noche de Madrid. Cuenta la historia de un tipo que hace 35 años que no ve a su padre, que se fue a vivir a Madrid, a liberar su homosexualidad y a tener otra vida que no podía tener acá. Es una suerte de abandono que -luego se va a enterar- no es tanto. El padre se encuentra en un estado terminal. Y el protagonista recibe un llamado telefónico porque es el pariente más directo y es el único que puede autorizar para que los desconecten. Entonces este tipo tiene que viajar a Madrid, hacer ese trámite y reencontrarse con ese padre, pero ya no poder hablar porque está en coma. Pero va a conocer quién era su padre con todo su entorno y todo lo que va a pasar esa noche hasta que tiene que tomar la gran decisión.
El proyecto, que es también autogestivo, fue muy bien recibido. A tal punto que en la segunda mitad del año comienza el rodaje y tendré que volver a Madrid.
-A esta altura, que se suceden los papeles y las posibilidades de trabajo ¿qué te motiva a aceptar un rol?
Lo primero es el idioma. El guion, siempre. Y muchas veces con quién me va a tocar compartir, sea desde la dirección o la actuación. Hace unos años hice Fermín, las Glorias del Tango. Yo tenía que hacer los flashbacks de Héctor Alterio, que hacía unos 15 años que no filmaba en la Argentina. Me gustaba hacerla, pero yo quería estar ahí para ver cómo labura Héctor. Por su agenda, vino después de que yo filmé mi parte. No me importó: iba al rodaje, me sentaba ahí y lo miraba no solo frente a cámara, sino también como se quedaba sentado esperando, y cómo luego se encendía la cámara, y estaba ahí muy presente. Esa película la hice para ir a ver cómo trabajaba.
También muchas veces es por afinidad: haber hecho Nene Revancha fue acompañar el proceso de más de 25 años de amistad y de trabajo con Gonzalo, que se mandaba a hacer su primera película. ¡Cómo no iba a estar!
Por supuesto que estoy en otros trabajos que también me motivan desde lo económico, pero esos son los que me permiten hacer proyectos más independientes.
-¿Te queda tiempo para pensar en otros proyectos? ¿Hay algo más para hacer juntos con Demaría?
¡Sí! Hay algo del cine que le gustó y piensa seguir dirigiendo. Posiblemente tenga que ver con la magia. Pero por ahora estamos investigando.
Julia Montesoro