Cuando oscurece, el drama familiar dirigido por Néstor Mazzini con producción de Banda Aparte (Paulina Zóboli) y protagonizado por César Troncoso, Andrea Carballo y Matilde Creimer Chiabrando, entró en su tercera semana de exhibición. Las funciones se ofrecen en el Cine Gaumont diariamente a las 12.40 hs. y en el Espacio INCAA Orán el domingo 11, lunes 12 y martes 13 a las 20 hs.
Cuando oscurece es la segunda parte de Autoengaño, una trilogía que se completa con los films 36 horas (estrenado en 2021) y La mujer del río. Pedro (César Troncoso), su esposa (Andrea Carballo) y su hija (Matilde Creimer Chiabrando) son los protagonistas de este relato que sigue el devenir de una familia que comienza a desmembrarse cuando los problemas económicos se mezclan y repercuten en lo personal. En esta segunda parte, el conflicto se agudiza por el desgaste del paso del tiempo, de las mentiras y la imposibilidad de los adultos de dialogar.
Néstor Mazzini y Paulina Zóboli dialogaron con GPS Audiovisual sobre Cuando oscurece.
-¿En qué se inspiraron y qué les interesaba contar en Cuando oscurece?
Mazzini. Todo lo que me interpela en la cotidianidad es un material rico para desarrollarlo. Eso es lo que me gusta de este oficio: la necesidad de querer poner en palabras y en imágenes aquello que me ocurre y me modifica. Y no lo pienso en términos necesariamente lineales: la ficción ofrece la posibilidad de inventar situaciones. Eso me moviliza.
Zóboli. Este es un proyecto particular porque las películas funcionan de un modo independiente, pero están integradas a una trilogía. Es particular por la temática que aborda y porque es un tratamiento poco habitual en el cine. El gran potencial que tiene es que habla de nosotros mismos. Y se resignifica con el tiempo. Yo fui madre después de la película. Al verla después, me pasaron muchas otras cosas y la sentí de otras formas. Es lo que tiene claro Néstor, al encontrar esa conexión con el espectador.
-¿Cómo definirían a Cuando oscurece?
Zóboli. Es una narración que nos atraviesa, pero no desde una forma convencional sino interpelándonos, planteándonos qué hacemos nosotros frente a los conflictos, cómo los enfrentamos. Y en qué lugar se coloca cada uno para no extremar las situaciones. Desde una cuestión no formal, nos hace transitar estas situaciones y plantearnos desde el lugar del espectador qué hago yo para llegar hasta acá.
-Esta parte de la trilogía está fuertemente atada a un conflicto de pareja muy visibilizado en los últimos tiempos, que tiene que ver con la tenencia de los menores. ¿Cómo fue el abordaje?
Mazzini. Si bien fue pensada como un drama familiar, tiene formato de película de suspenso psicológico. Eso nos abrió la posibilidad de entrar en el mundo interno de los personajes. Me gustó trabajarlo desde allí. El padre y la hija están mucho tiempo en pantalla –la madre está, pero de otra forma- y se va percibiendo el progresivo desgaste que se genera en esa relación. Por un lado, al padre le cuesta ordenar las situaciones. Por otro, la nena no está logrando decodificar que pasa. Escucha fragmentos, palabras sueltas. Es una película de viajes, tanto por el recorrido que hacen como por la forma en que entramos en el universo interior de ellos.
-¿Cómo se trabajó para lograr ese vínculo tan verosímil?
Mazzini. Influyeron varias cosas: antes que nada, entre Matilde y César hay empatía. Los dos conectan bien. También el trabajo de María Laura Berch, la coach de Matilde. Es una especialista en ese tema y le interesó mucho conocer el guion y charlarlo, para entender y guiar las situaciones. Conoce mucho de técnica: sabe cuántos planos se necesitan, desde qué ángulos, tiene en cuenta lo que va a pasar en el momento de filmar.
Nosotros tratamos de trabajar a favor de los actores. El director de arte, el sonidista y el director de fotografía preparan el set para que no haya interrupciones. Hay bastante silencio y estamos lejos con la cámara.
Zóboli. De la película anterior a ésta el cambio fue notorio. La vimos con nuevas herramientas, creciendo. También ganó en el aspecto técnico. Ella también decía ¿vamos? ¿La tenemos? Hay lazos de confianza y ella también lo siente.
–Con este método de trabajo, ¿estás abierto a las sugerencias, a los aportes?
Mazzini. Completamente. Es mi manera de trabajar: hablo mucho antes, busco que se entienda de qué se trata. Pero en el momento de actuar, el laburo creativo es 100% de los actores. Jamás les voy a decir dónde tienen que pararse o mirar. Me interesa lo que surge en el momento. Yo acompaño.
-Ganaste dos premios al mejor director, en los Festivales de Gramado y en Trieste. ¿Qué parte de tu impronta o de tu estilo le aportaste a Cuando oscurece?
Mazzini. Uno duda de su laburo: no sabes lo que va a pasar. Recibir un premio es como una confirmación de que algo está funcionando. Reconozco que me hizo bien. Pero para nosotros el premio es de todos, porque lo que conseguimos es el fruto del trabajo del grupo.
Julia Montesoro