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DIRECCION EJECUTIVA: JULIA MONTESORO

«Tres hermanos», de Francisco Paparella, en competencia en Mar del Plata, fue realizada gracias al Programa Río Negro Film Commission

Tres Hermanos, de Francisco Paparella que integra la Competencia Internacional del 37º Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, fue realizada gracias al acompañamiento del Programa Río Negro Film Commission de la Secretaría de Estado de Cultura de Río Negro.

La película, estrenada mundialmente el viernes 4, significó una inversión en la provincia de más de 10 millones de pesos en las etapas de preproducción y rodaje que tuvieron lugar en la localidad de El Bolsón y alrededores. Del total del staff, un 35 por ciento del equipo técnico y el 99 por ciento del elenco residen en la provincia.

Con esta obra, Paparella se destaca por explorar los matices y personajes con los que ha crecido en la Comarca Andina del Paralelo 42.

Representaron a Tres Hermanos en la presentación su director, Francisco Paparella, el actor Emanuel Saenz y Ulicez Yanzon Ortega.

Tres Hermanos contó además con el apoyo del INCAA, el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio de Chile, la Municipalidad de El Bolsón, Ibermedia Desarrollo, y a su vez fue seleccionado en los programas de desarrollo de Fundación Carolina en España, el Foro de Coproducción de Málaga, Talent Project Market en el Festival de Berlín y La Fabrique realizado en el marco del Festival de Cannes.

Los roles protagónicos están a cargo de Paula Orlando, Esteban Lucangioli, Francisco J. Paparella, Marcelo Scoccia, Araquen Rodríguez, Karin Cuyul y Joséphine Schroeder.

“La primera secuencia de la película funciona a la vez como declaración de principios y advertencia al espectador: un grupo de hombres con sus mastines le dan caza a un jabalí, en la profundidad de un bosque sombrío. Las imágenes no solo no ahorran ningún detalle de ese ritual cruel y ancestral, sino que una fotografía prístina exhibe la acción con contundencia. A partir de ahí, Tres hermanos se dedica a mostrar de forma pormenorizada el día a día de los tres hombres del título, rudos habitantes de un pueblo de montaña. En ellos se manifiestan los peores vicios de la masculinidad, pero también los traumas enquistados de una vida a la que les cuesta encontrarle un sentido más allá de una violencia ubicua. Formalmente hipnótica (es posible que nadie haya filmado así los bosques de la Patagonia desde que Fabián Bielinsky lo hiciera en El aura),Tres hermanos ofrece un descarnado descenso al infierno”. La descripción corresponde al catálogo del Festival.

Francisco J. Paparella nació en Buenos Aires en 1984. A los cinco años se mudó a la Patagonia, donde realizó toda su carrera como cineasta. Su ópera prima, Zanjas (2015), fue seleccionada en diferentes festivales internacionales. Tres hermanos es la segunda película de su Trilogía del Río.

Paparella compartió algunos detalles sobre el proceso creativo en torno a la película en el sitio oficial del Festival.

-A lo largo de Tres hermanos resulta difícil empatizar con los protagonistas, debido a su carácter. ¿Cuáles fueron las razones por las que decidiste que ese fuera el código a través del cual los espectadores puedan construir su vínculo con los personajes?

Los tres hermanos son personajes herméticos, insondables, que actúan por reacción. Personas automarginadas por sus imposibilidades de comunicarse, de transmitir sus sentimientos. La intención fue generar sobre ellos una atracción magnética y a la vez distante, que podamos observarlos de una manera voyeurista, dejándonos caer dentro de este vórtex de oscuridad que todo lo carcome y siendo testigos silentes de sus acciones. Era crítico poder percibirlos como antihéroes y crear este rechazo o empatía, manteniendo de manera constante la tensión sobre sus arcos, con la intención de observarlos casi de una manera clínica y desentrañar la psique de cada uno de ellos en su estrecha relación con la violencia.

-En contraste con lo anterior, la película está realizada con una exquisitez formal infrecuente, algo que se percibe en especial en los aportes de la banda sonora y la realización fotográfica. ¿Cuáles fueron tus referencias y los lineamientos básicos a la hora de trabajar esos dos elementos vitales en la construcción del relato cinematográfico?

La relación de los personajes con el ambiente patagónico como contexto era fundamental para enmarcar el relato y entender de dónde proviene la naturaleza de los hermanos. Junto con Roman Kasseroller (director de fotografía), buscamos trabajar pictóricamente para darle tiempo al espectador de explorar cada encuadre como una pintura, permitiendo que los personajes se muevan dentro de esos límites como panteras enjauladas. Pensamos también en la idea de construcción de ellos como un triángulo escaleno, que varía de forma constante y se adapta a la narrativa de los tres. Asignamos así alturas y ángulos de cámara a cada personaje para distinguirlos y darle a cada uno una personalidad desde la imagen. La música, a cargo de Miguel Miranda y de Tobar, se trabajó de la misma manera, aplicando un leitmotiv a los estados mentales de cada personaje y generando una tonalidad distintiva de cada uno. El diseño sonoro, a cargo de Nahuel Palenque, fue también un trabajo exhaustivo para terminar de contextualizar y narrar cada uno de los ambientes que habitan y afectan a los hermanos, sumergiendo al espectador en la Patagonia profunda.

-Los tres hermanos también comparten un carácter más cercano a lo instintivo que a lo racional. Eso es notorio en su vínculo con lo sexual, en la pulsión territorial que define su relación con los demás o en la forma en que resuelven sus diferencias familiares, como si se tratara de machos disputando el liderazgo de una manada. ¿Considerás que lo masculino es el reservorio del último vestigio de lo primitivo en la humanidad?

Definitivamente no. De hecho, las mujeres que habitan el film actúan también de una manera instintiva y visceral al tener que defenderse o sufrir las amenazas de estos hombres. Creo que lo primitivo habita en todos y que quizás se hace más presente en lugares alejados de la civilización. La Patagonia es un terreno hostil, difícil de habitar, asaltado por inviernos crudos, catástrofes naturales como incendios, aludes, ríos desbordados… En este contexto, lo primitivo surge a flote y agudiza el instinto de supervivencia, transformando de manera crucial las personalidades de los habitantes.

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