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DIRECCION EJECUTIVA: JULIA MONTESORO

Victoria y Mercedes Carreras estrenan «Hijas de la comedia»: «Es una búsqueda que abarca tres siglos de mujeres en la escena»

Hijas de la comedia, que se estrena el jueves 19, es la segunda incursión de Victoria Carreras como directora. Es además el segundo título de una trilogía que tiene que ver con sus ancestros, sus raíces y el oficio del artista, después de Merello x Carreras y antes de Amor y cine. Es también una película entrañable, porque recupera a una actriz asociada durante más de dos décadas a grandes títulos del cine argentino popular: su propia madre, Mercedes Carreras.

-Después del preestreno en La Mujer y el Cine, llega Hijas de la comedia a las salas. ¿Qué significa para ustedes, madre e hija, protagonista y directora?

Mercedes. Es una historia entrañable que hurga el pasado, pero también muestra las inquietudes de una mujer plena como ella. Y también aborda la relación más íntima entre una actriz y una directora, con su cotidianidad: las peleítas, las bromitas, los cuestionamientos. Me puse al serivicio de la película porque creí en el trabajo que quería reflejar, en su búsqueda.

Victoria. Es una búsqueda que abarca tres siglos de mujeres en escena. Desde hace trescientos años en nuestra familia las mujeres nos pasamos el oficio de madres a hijas, ininterrumpidamente. Comienza en España en 1800: cuando Napoleón entra a la corte de España, mi chozna fundaba el primer sindicato de actores y actrices en el Viejo Continente. Medio siglo más tarde, en 1853, mis tatarabuelas iniciaron un corredor teatral latinoamericano que va de Cuba al Cabo de Hornos. Esa estirpe de mujeres es la que nos precede. Originariamente viene por parte de mi padre. Pero Mercedes, al casarse con un “Hijo de la comedia” entra a la tribu. Ese linaje de actrices no se corta ni se interrumpe. Aunque tuvieran que pagar un precio muy alto para subirse al escenario.

-¿Cuáles eran las dificultades que debían afrontar, qué revelaciones investigaste en el camino a Hijas de la comedia?

Victoria. En 1600, en España se dicta una ley que estipulaba que las muejres no se podían subir al escenario, salvo que estuvieran acompañadas por el padre o el marido, quienes eran los encargados de garantizar la moral. Esto marcó a las mujeres por toda la posteridad. Y pagaron un precio muy caro por eso. En el caso de Matilde Díez, la protagonista de este documental, fue la más célebre de todas ellas: fue la actriz favorita de la reina Isabel II. En 1854 protagonizó un escándalo inaudito: se separó de su marido, el actor Julián Romea. Ambos eran las figuras del romanticismo español. Esas rupturas que pude localizar me llevan a comprender la historia de las mujeres de mi familia. Que es en definitiva la historia de las mujeres en general.

Mercedes. Este es un momento bisagra en esa historia. Y la vida me permite transitarlo para tener la posibilidad de ver un cambio. No reniego de mi historia; por el contrario, amé a mi compañero de toda la vida, a Enrique Carreras. Pero ése era un cine manejado por hombres: productores, directores, técnicos, creativos. La vida me permitió estar en este tránsito del empoderamiento de la mujer. Y también haber filmado bajo las órdenes de una mujer y de un equipo femenino; maravilloso, disciplinado, creativo.

-¿Cómo abordaron el compromiso del regreso de Mercedes al cine?

Victoria. Mercedes es una todoterreno: me acompaña en marchas, así como en los proyectos. Tiene una apertura y una flexibilidad envidiable. Sin querer spoilear mi próximo proyecto, Amor y cine, filmó una de las primeras películas en color del cine argentino, El primer beso, realizada en Ferrania color. Guarda la memoria de aquellos tiempos de experimentación. Y con toda esa sabiduría viene y se mezcla con las compañeras que la aman. Allí se armó una energía de pasaje de conocimiento de ida y vuelta. Trasmitió ese conocimiento y se abrió a esos saberes del equipo.

Mercedes. Me entusiasma la cámara, me gusta que me dirijan. Soy una actriz disciplinada, obedezco las órdenes de la directora. El cine está en mí desde que tenía 17 años y empecé mi carrera. De cuando empecé a trabajar con Enrique Carreras y con Catrano Catrani, que copiaban a Vittorio de Sica y salían a filmar en la calle, fuera de los estudios. ¡Cómo no voy a disfrutar recordar ese tránsito y devolver la posibilidad que tuve en mi época de plenitud!

Soy una enamorada del cine y a esta altura, lo que más quisiera es que no se pierda nuestra identidad. El cine traspasa los años, las épocas: queda como testimonio. En teatro tuve aciertos y temporadas hermosas, pero el cine es memoria: queda plasmado. Sueño con que las mujeres tengan las mismas posibilidades que los hombres.

Julia Montesoro

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