spot_img
spot_img

Todo el cine y la producción audiovisual argentina en un solo sitio

DIRECCION EJECUTIVA: JULIA MONTESORO

Paloma Coscia concluyó la serie «Televisión contra las violencias»: «El proyecto nos representa en lo artístico y lo ideológico»

Paloma Coscia de Luque terminó el rodaje de la serie documental Televisión contra las violencias, consistente en ocho capítulos de 24 minutos dirigidos cada uno por una realizadora distinta y que aborda casos emblemáticos sobre la violencia de género. Además de la propia Paloma Coscia, participaron de la propuesta Eloísa Solaas, Daniela Seggiaro, Ana García Blaya, Marilina Giménez, Martina Matzkin, Amparo Aguilar y Valentina Llorens.

-¿Cuál es el origen de Televisión contra las violencias?

Con Malena Villafañe (N.R.: la productora) nos conocimos filmando mi cortometraje Cuarto B en un contexto donde la industria audiovisual -por lo menos aquella que depende del fomento del INCAA-, estaba (y está) completamente parada. Y no es lo mismo un corto, que tiene un diseño y un esquema de producción muy sencillo, a filmar un largometraje o una serie.

Cuando desde el Ministerio de Cultura anunciaron el lanzamiento de Renacer Audiovisual pensamos qué hacer desde el dispositivo televisivo, para hacer algo que nos represente a nosotras, no solamente desde lo artístico sino también desde lo ideológico. Tanto Malena como yo militamos muchos años en distintas organizaciones. Ya no lo hacemos más de forma orgánica, pero tenemos una clara convicción y noción de que el cine, como cualquier contenido audiovisual es un dispositivo para disputar sentido común, y con la cuarentena y la pandemia los casos de violencia han crecido notablemente.

Entre las dos fuimos pensando algún contenido que representara de forma masiva las identidades más o menos análogas a nosotras. Pero me daba pudor centralizarlo solamente sobre mi mirada y me pareció correlativo invitar a otras. Por eso fue la convocatoria a otras siete directoras.

Se armó un equipo bárbaro, 100% femenino. Me hubiese gustado que fuera compuesto por mujeres y por otras identidades que no fueran las hegemónicas, pero hacer cine también es un privilegio y lo que pudimos convocar fueron, tanto cabezas de equipo como el resto de las técnicas, todas mujeres. 

-¿Cuándo comprendiste que lo que tenías entre manos era un documental y no un contenido de ficción? ¿O lo tenías claro de entrada?

Un poco y un poco: el Renacer estipula categorías y a nosotras nos pareció que por cuestiones de viabilidad lo más práctico era la categoría de serie documental. También te puedo responder desde mi sentido común y mi ideología: no solo conviene por la categoría sino también por una cuestión de responsabilidad. La serie está compuesta por ocho capítulos autoconclusivos y cada uno aborda un caso verídico de violencia. Es un proyecto que aboga por visibilizar esas voces que, quizás, no están tan visibles. Se abordaron los casos de Pepa Gaitán, de Micaela García, de Diana Sacayán, de Higui, de Tehuel, de Johanna Piferrer. Y el fenómeno de la violencia mediática en general y de lo que se generó a partir del “Mirá como nos ponemos”.

Siempre cualquier contenido audiovisual depende de la mirada autoral de quién lo cuenta, pero el documental se acerca más a la realidad y apuesta a visibilizar los testimonios reales que acompañaron a esas militancias que hoy ya no están, pero que dejaron un legado. Ficcionalizarlo me pareció alejarlo de lo real.

-¿Cómo se realizó la selección de los casos?

El criterio fue, primero que nada, para intentar representar no solamente identidades de mujeres con figuras como femicidios sino también representar identidades lésbicas, identidades travestis trans, casos de violencia obstétricas. Quisimos apelar a la mayor diversidad de casos posibles y que también hayan dejado un precedente. También identidades trans masculinas, que dentro del movimiento son las menos visibles. No quiero hablar en nombre de un colectivo que no es propio, pero una siempre termina hablando en nombre de algo. Los casos fijaron precedentes tanto para la militancia como para la justicia: en todos los casos desde los testimonios se hace mucho hincapié en la vacante que deja la justicia para estar a la altura. Es necesario una reforma judicial con perspectiva de género.

Fue pensado previamente por Malena y por mí, porque las directoras en ese momento no eran parte del proyecto: ni las conocía personalmente. Irónicamente da para una segunda temporada, porque los casos son muchísimos.

-¿En qué etapa está la serie?

Terminamos de filmar el 8 de abril. Cerramos con una entrevista a Higui, en el capítulo que dirige Amparo Aguilar. Terminamos muy emocionadas. Pasamos a la etapa de la posproducción, editando algunos capítulos, entrando a sonido con otros. Y con un vacío bastante grande, porque hay algo de lo colectivo que se siente mucho en rodaje.

-A lo largo del rodaje fuiste recogiendo testimonios y escuchando voces de víctimas de la violencia. ¿Se puede tomar distancia y no involucrarse emocionalmente?

Está buenísimo lo que me preguntás. Es algo que hasta he hablado en terapia… y creo que más de una lo hizo. Estuvimos un mes entero de rodaje lidiando con testimonios muy duros. No es posible tomar distancia. Por más que una intente ponerse fría con las circunstancias para llevarla adelante, no se puede. Intenté llegar a un equilibrio de frialdad para no ser completamente fría ni tampoco la que llora. Pero el cuerpo habla y la angustia aparece.

-¿Alguno de estos testimonios modificó tu mirada respecto de la violencia de género?

Yo milité bastantes años y dejé de militar unos años antes de la pandemia, pero seguí haciendo política de otras formas. Cuando vino la pandemia y la cuarentena nos relegó a todos en nuestros ámbitos privados, no sé si me transformó: no pasé de un estado A a un estado B, sino que reanudé un estado que estaba en pausa. A más de una le pasó eso.

-En el rodaje mismo, al ocurrir esto, ¿te cambió la forma de concebir el proyecto que estabas llevando adelante?

Sí, por supuesto, todo el tiempo. Hay documentales donde las instancias de desarrollo, rodaje y post se generan no de forma lineal, donde uno va filmando mientras hace. Al estar en el marco de un concurso, nos pedían guiones que, por supuesto, se vieron completamente modificados. Incluso en la ficción el guion es una expresión de deseo y una hipótesis de trabajo. Acá cambiar estuvo buenísimo y fue un desafío para bien, porque nos hizo curtirnos un montón laburando. A los efectos de pensar el choque con lo real, nos tuvimos que adaptar. En lo personal, dirigiendo mi capítulo siento que me hizo crecer un montón porque venía más de planificar, de armar un guion técnico y acá es caer al rodaje y no saber qué va a pasar y que eso estuviera buenísimo.

-¿Haber dirigido una serie es un paso previo al largometraje? ¿Tenés algún proyecto en marcha?

Sí, pero existía antes de esta serie. Supongo que lo voy a seguir desarrollando cuando terminemos de trabajar la post.

-¿Seguís trabajando en el proyecto sobre tu papá, Jorge Coscia?

Sí, siempre. Pero creo que voy a tardar décadas en hacerlo porque siento que es un proyecto que, en un punto, se parece mucho a un duelo. Y no sé si ahora quiero ahondar en cosas tan duras, no sé si me quiero topar con eso ahora. No me lo tomo como un trabajo para empezar a encarar, porque es muy difícil encararlo y sostenerlo en el tiempo. En algún momento dará sus frutos…o no.

Julia Montesoro

Fotos de rodaje: Sol García Escudero.

Related Articles

GPS Audiovisual Radio

NOVEDADES