El Espacio Audiovisual Nacional se consolidó para llevar adelante un proyecto de ley audiovisual que actualice la que se encuentra vigente. Simultáneamente, en España un grupo de entidades de la industria del cine también participó en la elaboración de un proyecto. A mediados de febrero, el Consejo de Ministros de España aprobó el Anteproyecto de Ley del cine y de la cultura audiovisual. Está basada en cinco puntos esenciales: el fortalecimiento y apoyo a toda cadena de valor; el respaldo a la libertad, independencia y autonomía creativa; la adaptación a las nuevas tecnologías y hábitos de consumo; la defensa de la competencia y la puesta en valor del patrimonio audiovisual.
Carlos Jaureguialzo, directivo de DAC e integrante del EAN, reflexionó acerca de la situación de la actividad audiovisual en España en relación con el anteproyecto que se está elaborando en el EAN.
-¿Cuáles son los principales puntos de coincidencia entre la ley aprobada en España y el proyecto elaborado por el EAN?
Por un lado, lo dice en mismo título de la ley, que es de cine y artes audiovisuales: considera todo dentro del mismo conjunto. Es una verdad de Perogrullo, pero la Ley 17.741 -la que nos rige actualmente en Argentina-, habla solamente del cine. Es lógico y coincide con la época en que se dictó, pero actualmente el audiovisual es todo uno. Esto es lo que nos instó a proponer una nueva legislación. En el caso de España, aunque tiene una ley de 2007 -bastante cercana a la actualidad a diferencia de Argentina, donde es de 1994-, también sienten la necesidad de cambiarla.
-¿Qué analogía se puede hacer entre nuestra ley vigente y el anteproyecto español en el tema de la regulación de la actividad audiovisual?
El cine tiene la peculiaridad de que el productor no tiene ningún correlato con el exhibidor: primero se produce una película y después aparece quien la va a exhibir en un cine. En las plataformas, por el contrario, el productor del material es también su exhibidor. La nueva ley de los españoles le otorga respaldo a la autonomía creativa de los autores con respecto a la elección de los temas, para no ser un mero productor dependiente de la plataforma. Nosotros estamos tratando de llevar adelante una propuesta similar.
Además, nuestra ley solamente contempla la regulación a la salas cinematográficas y no al material que ponen en pantalla las plataformas o los canales de televisión. Y solo contempla la producción: los subsidios y demás llegan hasta el punto de las producciones, lo que se conoce como Copia A. En la versión española -lo que nosotros también estamos planteando en nuestro anteproyecto-, ellos toman toda la cadena de valor: desde el proyecto, el guion, el desarrollo de proyecto hasta la exhibición, la difusión, la propaganda, la salida, las posibles ayudas a las salas cinematográficas. Incorporaron el desarrollo cinematográfico o audiovisual en su conjunto.
-La exhibición en salas también está experimentando cambios. Sobre todo, en relación a contenidos nacionales.
Sí, absolutamente. Al cine hay que defenderlo en las salas. En el Espacio Audiovisual Nacional desarrollamos tres versiones del anteproyecto. En nuestra primera versión quisimos reemplazar la palabra “cine” por “audiovisual” porque entendíamos que era todo parte de un mismo conjunto. Escuchamos la queja del sector, que evaluaba que de esta manera el cine ya no importaba. Eso nos hizo recapacitar: nosotros antes que nada somos cineastas y defendemos el cine, y el cine es como el tutor del lenguaje. Una serie tiene un lenguaje cinematográfico: allí es donde se expresa el autor independiente y es donde se expresa la argentinidad. El autor nacional que habla de lo que le interesa y de lo que pasa en Argentina. Si no existiera ese productor independiente, solo nos quedaríamos haciendo el servicio de producción.
-El concepto del servicio de producción se incrementó con las plataformas de streaming, que por un lado genera trabajo pero por otro en la mayoría de los casos son dueños del producto.
Es maravilloso que el servicio de producción genere trabajo y tenemos que mantenerlo, pero también tenemos que tener voz propia: en eso, el cine es inigualable. Y las plataformas no van a reemplazar al cine, así como cuando apareció la tele la radio no dejó de existir o ver un recital por internet no es lo mismo que ir a un show.
El cine es una experiencia única: estar en una sala enorme, oscura con un montón de gente, viendo todos el mismo espectáculo, reaccionando a la vez, llorando en los mismos momentos, riendo en los mismos momentos. Aunque no la vi porque no me interesa mucho, me contaron y me interesó que en la última Spiderman empieza a contar la historia desde el principio y el público reacciona, se ríe y llora al mismo tiempo. Eso es el cine en salas: no hay ninguna posibilidad de estar frente a una televisión solo en una casa y tener la misma reacción que tendría con un montón de gente alrededor que está viendo lo mismo.
La defensa del cine es lo esencial porque es nuestra forma de vida, nuestra forma de realizarnos. Solo que ese cine ahora se ve de múltiples maneras: las audiencias cambiaron en su forma de acercarse al mismo espectáculo. Eso es lo que requiere una nueva legislación. En Europa le cobran derecho de autor a las plataformas: nosotros en Argentina todavía no y estamos luchando por eso. Nuestros contenidos se ven en las plataformas y esos son derechos de autor que no estamos cobrando para nuestros asociados.
-A partir del análisis que hizo el Espacio Audiovisual Nacional del modelo español, ¿cuáles son las herramientas necesarias para promulgar una ley que anticipe el futuro?
Lo decimos en todas las reuniones y lo dicen nuestros asesores legales, que tienen experiencia en el dictado de leyes: “no escribamos en piedra”. La actual ley tiene cosas que quedaron en el pasado y que, como productores, nos complican en el momento de realizar un proyecto. Pensamos en una nueva ley lo suficientemente dúctil como para que pueda servir la mayor cantidad de años posibles, aunque no sepamos lo que pueda pasar mañana.
Julia Montesoro