Corte, de Guadalupe Yepes en estreno mundial; Inmortal, de Fernando Spiner y El silencio del cazador, de Martín Desalvo, participarán en la Competencia Oficial del 36° Festival de Cine Ibero-Latino Americano de Trieste, que se lleva a cabo del 6 al 15 de noviembre con aforo completo en la Sala Luttazzi del Magazzino 26, en el Porto Vecchio. La nueva sede es una de las novedades de la edición 2021. El Festival es uno de los primeros grandes eventos culturales de Trieste que han elegido este nuevo espacio, en el antiguo puerto de la ciudad, resultado de una importante operación de regeneración urbana.
El Festival estará también online en dos plataformas: Mowies y Efilm. La primera permitirá ver los films en Italia, en los países de la Unión Europea, el Reino Unido y en todo el continente americano, según las autorizaciones de sus directores.
Corte es un drama romántico dirigido por Guadalupe Yepes y coescrito con Vanessa Robbiano, con producción de Patricio Quevedo. En la trama, Vanesa echa a Joaco de la casa en la que conviven cuando comprueba que le fue infiel. Siguen viéndose porque están escribiendo juntos una película. Él le ofrece una amistad generosa y colaborativa donde se ayuden con lo artístico, no quiere perderla. Ella acepta porque no puede pensarse sin él. Muy pronto quedan atrapados en relatos llenos de enojo, miedo y victimización. Joaco se torna irascible e intolerante y ella no logra tomar distancia. Vanesa comienza a plasmar en un cortometraje lo vivido en su pareja. Sus protagonistas son Gilda Scarpetta, Alejandro Catalán, Luis Machín y Cristina Banegas.
Siete de las diecisiete películas seleccionadas en la sección Contemporánea Concurso proceden de Argentina y una más es una coproducción con Costa Rica. Es una Argentina que se mira sin descontarse nada, entre lo público y lo privado, y especialmente en el ámbito femenino, desde la lucha por el derecho al aborto (Marea verde, de Angel Giovanni Hoyos) a la prostitución, por elección o por necesidad (Salir de puta, de Sofía Rocha), pasando por el regreso al pueblo de origen, en Europa, buscándose a uno mismo (Finisterre, de Diego Ercolano). También hay dramas de las villas de Buenos Aires (Stand up villero, de Jorge Croce) y tiernos afectos familiares por los discapacitados (Joaquín mi primón, de Luciano Giardino). La costarricense-argentino Ambar, de Esteban Ramírez, es una reflexión sobre las complicadas relaciones paterno-filiales. Completan la sección Mapa de sueños latinoamericanos y Tomando estado, de Federico Sosa.
En la sección Shalom, el sendero judío en América Latina, cuatro de las cinco producciones son argentinas: Hacer patria, de David Blaustein; La parte automática, de Ivo Aichembaum; Paraíso Nazi, de Emiliano Ravenna y Perón y Los Judíos, de Shlomo Slutzky.
En Contemporáneo – Malvinas se exhibirán Algo se enciende, de Luciana Gentinetta; Años cortos, dias eternos, de Silvina Estévez; ¿Dónde está mi hija?, de Gastón Yvorra (con Estados Unidos); El cielo sobre Riace, de Damián Olivito; Ezeiza, California, de Horis Muschietti; La isla de los secretos, de Silvia Maturana y Pablo Navarro Espejo y La reparación, de Alejandra Perdomo.
Contemporáneo – Mundo Latino está integrada por Como el viento, de Raquel Ruiz; Adiós a la memoria, de Nicolás Prividera y Teatral – Parecía imposible, de Norberto Presta (con Brasil, Italia y Alemania).
El cortometraje Criatura en plegaria rabia contra la niebla, de Eleonora Menutti, participará en la sección Cine y Literatura.
El programa de este año, dividido en diez secciones (Eventos Especiales, Concurso Oficial, Concurso Contemporáneo, Contemporáneo – Malvinas, Contemporáneo – Mundo Latino, Cine y Literatura, Retrospectiva, Salón España, Salón México, Shalom, el camino judío en América Latina), aborda temas de actualidad y de búsqueda de identidad. Hay mucho espacio para los temas femeninos, no necesariamente narrados por directoras, lo que demuestra cómo las reivindicaciones de las mujeres son sentidas como propias incluso por los directores; uno de los temas recurrentes es el regreso a casa, metafórico o real, ya sea para enfrentarse a lazos familiares no resueltos, para encontrarse a uno mismo o para conocer la tierra europea de los antepasados, y descubrir allí nuevas historias de inmigración, casi como para cerrar el círculo.
Hay muchos documentales en las diferentes secciones, como si los cineastas latinoamericanos sintiesen la necesidad de documentar historias olvidadas, acontecimientos familiares, las luchas de los pueblos indígenas, tradiciones y culturas en peligro, encuentros. Es la identidad de los pueblos latinoamericanos, en todas sus variables y declinaciones, lo que más parece fascinar a los autores del XXXVI Festival de Cine Ibero-Latino Americano.
Foto principal: «Corte».