Desde el viernes 9, Paula Hernández presenta en pantalla grande su más reciente producción, Las siamesas. Después de su estreno online en el Festival de Mar del Plata y de estar disponible en Flow, este drama que explora los vínculos entre una madre y su hija, protagonizada por Rita Cortese, Valeria Lois y Sergio Prina, se exhibe durante julio todos los viernes a las 19 hs. y sábados a las 22 hs. del mes en la sala del Museo Malba.
-Al volver a una sala de cine con Las siamesas recuperás una sensación olvidada.
Es algo muy esperado. Una hace una película pensando que el destino va a ser una sala, no que va a atravesar una pandemia y va a relacionar el cine con la vida online. Pero con la película terminada empezaron a pasar los meses y nos llevó a preguntarnos qué hacer. Presentarla en festivales online y en plataformas fue una salida.
–¿Qué nuevas reflexiones o conclusiones sacás después de ese recorrido y en esta segunda vida en una sala?
Dudé al mover la película en una plataforma, pero me permitió tener un diálogo muy directo con quienes pudieron verla. El universo de las redes, que por momentos me agota, fue un fluir permanente con los espectadores. La película se estrenó en el Festival de Mar del Plata y diría que hasta ahora no paré de recibir devoluciones.
También fue un riesgo presentarla porque estuvo muy pegada a Los sonámbulos, y ésta tuvo tanto ruido que no sabíamos cómo podía ser recibida esta película, que es más de cámara, más pequeña.
–Las siamesas explota la relación neurótica entre madre e hija y exacerba el sentido de incomunicación y de claustrofobia. Son los temas propios de la pandemia. ¿Es una película de anticipación?
(Risas) No lo relacioné. Pero la idea de lo claustrofóbico me atraviesa. Fue muy complejo al principio atravesar la pandemia, porque de verdad soy claustrofóbica. En todo caso, desde otras formas, fue lo que atravesaron estos personajes.
Y también me interesaba explorar esos vínculos y esas conexiones tan intensas que existen entre las madres y los hijos. Me interesan los vínculos familiares en general, pero en este caso estaban concentrados en ellas, que viven su propia pandemia, su propia cuarentena a lo largo de esa relación.
-En Las Siamesas volviste a ser tu propia productora. Te moviste con tu propio esquema de rodaje y esquema narrativo. ¿Qué significado tiene ocupar ese lugar?
Sí. Volví a tomar las riendas de la producción a partir del cortometraje Doce clavos y luego con Los sonámbulos. Había sido productora de Herencia y después cedí ese rol, porque decidí concentrarme más en el guion y la dirección y no tenía muchas ganas de estar involucrada en ese rol. Pero con el tiempo entendí que ser productor forma parte del todo que abarca también ser el creador, guionista y director. Ser productor implica tomar decisiones ligadas a lo que una está contando, a cómo quiere contarlo y difundirlo, a cómo estrenarla, qué festivales ir, dónde se vende. Decisiones que terminan de de marcar o de sellar el desarrollo de la película.
-¿Cómo siguió tu camino laboral al cabo de este año?
Con proyectos interesantes para escribir series, dando clases, integrando jurados. Y acompañando las dos películas. Fue un año de mucha intensidad, aunque estemos en esta situación online.
Pero principalmente estoy trabajando en el proyecto de El viento que arrasa, una nueva película basada en un libro de Selva Almada y con producción de Hernán Musaluppi y Tarea Fina. Estamos desarrollando la escritura con Leonel D’Agostino, con quien adapté Las siamesas.
-¿Otra vez trabajando sobre los vínculos familiares?
Sí, pero en este caso las madres están ausentes. Se trata de dos padres: un pastor evangélico con su hija y un mecánico con su hijo. Y en universo no urbano, lo que implica un gran trabajo de investigación. Mi corazón sigue en el cine. Hice algunas series, desarrollé proyectos que luego no seguí, como una especie de showrunner, aprendí mucho en el mundo de las series. Pero mi mundo es el cine.
Julia Montesoro