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Todo el cine y la producción audiovisual argentina en un solo sitio

DIRECCION EJECUTIVA: JULIA MONTESORO

Cuatro cortos argentinos en competencia en Biarritz, que comienza el 27 de septiembre

Los cortometrajes Jardín de piedra, de Gustavo Fontán; Poilean, de Claudio Caldini, El Oso antártico, de Nicolás Abello y Alejandro Cozza y la coproducción con Colombia Hijo de Sodoma, de Theo Montoya, fueron seleccionados para la Competencia Cortometrajes de la 30ª edición del Festival Biarritz Amérique Latine, que se llevará a cabo del 27 de septiembre al 3 de octubre.

Jardín de piedra (18 minutos) está dirigida, escrita y producida por Gustavo Fontán. “Durante varios meses de un 2020 sin sentido salí a la terraza para mirar los techos. Salía en distintos momentos del día, como en un rito, buscando tal vez en esos techos algún tipo de explicación. Algo que mitigue el desconsuelo. Jardín de piedra tiene su origen en esa experiencia”, explicó el realizador.

Por muy restrictivos que sean, los tiempos no pueden disminuir la fuerza del cine. Todo lo que se necesita es una mancha de humedad o una grieta en una pared, una brizna de hierba en medio de la piedra. Todo lo que se necesita es la luz que se derrama sobre las cosas para que la desesperación se convierta en fe, la oscuridad en luz, el tope de lo real en escape de la memoria. Basta la insistencia de la mirada para transfigurar la prosa en poesía y que se produzca el milagro del cine.

Poilean, con dirección, guion, sonido, montaje y producción de Claudio Caldini, se estrenó en la sección Estados Alterados del Festival de Mar del Plata. Se trata de la exploración fascinante de un campo de girasoles a través de la cual vivimos una experiencia de despojo. El ojo se convierte en mano, la mano en insecto, el receptáculo de un girasol se convierte en paisaje submarino. Entonces nos hacemos la pregunta: ¿Qué vemos en lo que vemos? Todos iguales y únicos al mismo tiempo, estos girasoles no son solo girasoles. Empezamos a reconocernos en ellos, a sentir al mismo tiempo esta pertenencia al mismo género y sintiéndonos solos en esta multitud. En estos días, es una sensación maravillosa sentirse como un girasol.

El Oso antártico, dirigida por Nicolás Abello y Alejandro Cozza, con producción de Punto de Fuga Cine y protagonizada por Rafael Rodríguez, Florencia Rubio y Jorge Almuzara, tuvo su estreno mundial en el reciente Bafici. Un hombre y una mujer recorren la noche de la ciudad de Córdoba tras las pistas que les ha dejado un anciano en una serie de cajitas de madera. Las pistas revelan información sobre las estatuas de la ciudad y sus vínculos misteriosos con la historia local. Al construir una búsqueda del tesoro que une los monumentos, la película encuentra una forma original, lúdica y seria, de volver a visitar la cartografía y la historia de la ciudad. Tiempo y espacio: el cine puede desarrollarse en territorio familiar, también gracias al recurso al género detectivesco que, con su mundo nocturno y calles vacías, nos permite abandonar el realismo trivial para adentrarnos en regiones y verdades más profundas. En esta dirección va la hermosa conexión entre la inmovilidad de las estatuas y la actividad de los hombres que se refiere a las fuerzas conservadoras y progresistas que, al enfrentarse, dictan el curso de la historia.

Hijo de Sodoma, con dirección, guion y fotografía de Theo Montoya y producción de Juan Pablo Castrillón, es el retrato desgarrador de una ciudad (Medellín) y un joven que saben que están condenados. Joven efebo pasoliniano, Camilo (Camilo Nájar, muerto antes del estreno de la película), desaparece antes de haber empezado realmente a existir: su vida queda literalmente (y cinematográficamente) en estado de casting, de prueba (de cámara). Y, sin embargo, la película sabe rendirle un homenaje digno de una estrella de rock o de cine que se convirtió en leyenda porque murió demasiado pronto. La investigación sobre quién era nos sumerge en el mundo de la noche y la comunidad queer. Tal como un fantasma resucitado de entre los muertos por imágenes de archivo, Camilo atormenta a los que le sobrevivieron pero que también parecen condenados a una muerte tan inminente como inevitable.

 “La forma en que miramos las películas actuales está necesariamente influenciada, orientada por la pandemia global (independientemente de si fueron filmadas antes o después del inicio de la pandemia, si evocan deliberadamente la situación o no). Esta lectura no distorsiona el significado de las películas, más bien les da una riqueza adicional”, describió Nicolas Azalbert, jefe de programación de la muestra, al explicar el criterio de selección de este año.

El Festival Biarritz Amérique Latine es un evento de referencia para el cine latinoamericano. Propone tres secciones en competencia: de largometrajes y documentales (cuyas selecciones oficiales aun no fueron develadas) y cortometrajes y concede cada año varios premios, entre los cuales el más prestigioso es el Abrazo a la mejor película. Además de la competencia, el festival propone cada año secciones fuera de competencia y homenajes entorno a distintas temáticas.

Competencia Oficial de Cortometrajes

(Sin asunto) de Guillermo Moncayo, Colombia

El Oso antártico de Nicolás Abello y Alejandro Cozza, Argentina

Entre ellas de Roxane Florin, México

Herbario de Francisca Lila, Chile

Igual / Diferente / Ambas / Ninguna de Adriana Barbosa y Fernanda Pessoa, Brasil

Jardín de piedra de Gustavo Fontán, Argentina

La Luz de Masao Nakagawa de Hideki Nakazaki, Perú

La radio de Carlos Novella,Venezuela

La Sombra refugiada de Francisco Álvarez Ríos, Ecuador

Poilean de Claudio Caldini, Argentina

Hijo de Sodoma de Theo Montoya, Colombia

Foto principal: Jardín de piedra

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