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Todo el cine y la producción audiovisual argentina en un solo sitio

DIRECCION EJECUTIVA: JULIA MONTESORO

Agustina Comedi, Mariana Bomba y María Belén Correa estrenan «Archivo de la Memoria Trans»

Archivo de la Memoria Trans, la serie de cuatro episodios dirigida por Agustina Comedi y Mariana Bomba con producción de Vanessa Ragone (Haddock Films), se estrena el 1 de Mayo a las 23.30 hs. en el Canal Encuentro. A partir del 4 de mayo se podrá ver un capítulo nuevo todos los martes.

En clave de ensayo documental, la serie se estructura a través de cuatro ejes, cada uno protagonizado por una de ellas: nos hablan del carnaval, los afectos, el exilio y la organización, a través de sus experiencias personales y abren la puerta para entender la realidad de toda una comunidad. Sus protagonistas son María Belén Correa (Valijas), Cinthia Aguilar (Plumas),Edith “La Tajo” Rodríguez (Besos) y Julieta “La Trachyn” González (Reveladas).

Además de las realizadoras Agustina Comedi y Mariana Bomba, la participación de María Belén Correa (fundadora y trabajadora del Archivo de la Memoria Trans) fue fundamental para el desarrollo de la serie.

-Detrás de esta serie, Archivo de la Memoria Trans, está la historia misma de este archivo. ¿Cuál es esa historia?

MBC: Una historia invisibilizada durante muchísimo tiempo, contada por los archivos de psiquiatría, los policiales o inclusive los de la morgue, dependiendo de la etapa histórica de la Argentina. Y este último tiempo, también contada por una prensa amarillista que nos sacaba fotografías y contaba nuestras historias. En este archivo contamos nosotras mismas nuestra propia historia. Y viene a ocupar un espacio que hasta este momento no existía.

-Rescatado de las fotos personales, familiares.

MBC: Digamos que no estaban a la vista: pertenecían a nuestra privacidad. Armarlo formó parte de un proceso: hubo que sabernos vivas. A partir de allí, empezar a juntar esas familias. Y fue fundamental conocer a Cecilia Estalles, para poder convencerme de que teníamos que sacarlo a la luz.

-¿Cómo surgió el proyecto audiovisual del Archivo de la Memoria Trans?

MB: A partir de una propuesta muy concreta que nos hizo la diputada Mara Brawer. Ella trabajó con el archivo y además hizo una muestra digital durante la pandemia. Rápidamente se sumó Vanessa Ragone como productora y el canal Encuentro como pantalla. Entonces nos juntamos con Agustina y empezamos a pensar ideas. Lo desarrollamos entre agosto y septiembre del año pasado y lo filmamos en enero.

-Cada una ocupa un rol diferente en esta producción. ¿Cómo fue la experiencia de cada una? ¿Cómo se dio la interacción?

MB: El archivo tiene muchos años. Y las chicas que conforman el equipo (Belén, Cecilia Estalles, Cecilia Sauri) hicieron un trabajo increíble de sistematización y digitalización. Todo lo que tuvimos que hacer nosotras fue visualizar ese archivo y darle forma. A través de ese archivo empezamos a conocer las historias que había detrás.

AC: Charlamos mucho con Belén antes de empezar a pensar el guion sobre estructuras posibles para cada uno de los capítulos. Ella nos marcó la importancia del concepto de las valijas, la ida al exilio o el carnaval. Intentamos traducir una parte muy pequeña de ese archivo y de ese proceso muy vasto que es incluir el trabajo de las chicas en una producción audiovisual, lo que implicaba estructurar escenas a partir de una foto.

MBC: La intención era mostrar el archivo por primera vez. Les contamos cómo catalogábamos nuestras fotografías, cuáles son las 12 categorías en las que están segmentadas. De allí quedaron los cuatro capítulos. Mi testimonio fue mucho más difícil porque estoy en Alemania: tuvieron que filmar a distancia y compararlo con los otros tres capítulos, que están filmados en estudio con un protocolo.

-¿En qué momento consideraron que era suficiente el contenido? ¿O las carpetas que quedaron afuera pueden integrar una futura segunda temporada de la serie?

MBC: Solamente mostramos cuatro carpetas. Quisimos hacer una carta de presentación, que permitiera a cualquiera sentirse identificade en un contexto social como un carnaval, la dictadura o el mismo exilio, distintas temáticas que nos cruza como sociedad a todes les argentinos.

-Si bien hay ejes narrativos específicos, de alguna manera los capítulos involucran a toda la sociedad.

AC: En el capítulo de Belén -el primero- ella estructura con mucha claridad una lectura histórica que nos pone a todas, todos y todes en el lugar de entendernos. Cuando la escuché me pregunté en qué lugar estaba la sociedad argentina mientras pasaban esas cosas. Me pregunté (y me pregunto) dónde estábamos nosotros; nuestros padres, el tío, la tía, que de alguna manera facilitaron por omisión o por silencio o por lo que sea algo que a todas luces fue un genocidio.

-También aparece la discriminación como un rasgo explícito. En el capítulo del carnaval se aprecian las mujeres trans ninguneadas por la misma sociedad que las aplaudía en un corso.

MBC: No solamente eso: si vos no tenías chicas trans en tu corso no te contrataban. Cada una de las comparsas tenía que tener como vedettes a chicas trans para poder ser contratada. De eso dependía también su desfile y su contrato. Las comparsas iban desfilando por 5, 6, 8 corsos por noche. ¡Imaginate la valoración que tenían en el carnaval! El resto del año eran 360 días de calabozo, persecución, ocultarse o irte. Muchas de las que se fueron al exilio en los 80 regresaban para los carnavales a ver a sus amistades y amigas, porque era la fecha en la cual podían circular y visitar amistades. Después se volvían a ir.

-En octubre del año pasado se presentó un libro de más de 200 fotos del Archivo de la Memoria Trans. Seis meses más tarde se presenta la serie. ¿Forma parte de un proyecto en común?

AC: El archivo es el archivo y es un proyecto que excede largamente la serie. Es algo mucho más grande y a largo plazo. La serie es como una expresión que toma algunas de las muchísimas fotos; una parte chiquita de un proceso que es mucho más largo, mucho más grande y mucho más ambicioso. Lo que Mariana y yo (y todo el equipo) hicimos es como una traducción audiovisual de una parte pequeña de ese archivo.

MB: Con respecto a qué nos pasaba con el archivo, qué sentíamos con el volumen de ese archivo, bueno… ¡ es enorme! Tiene más de 15 mil fotografías y sigue creciendo. Es inagotable. Nosotras solo hicimos una selección de esas fotos y con algunas también hicimos unos videominutos. Con Agustina nos dimos cuenta de que detrás de cada una de estas 15 mil fotos hay una historia.

MBC: Como proyecto nosotras somos un archivo y como archivo podríamos quedarnos calmadas. Pero nuestro propósito es realizar distintas acciones artísticas para poder visibilizarnos. Antes del libro hicimos un corto documental, Memorias reveladas (N.R.: 2019, de Quentin Worthington). Luego editamos el libro. Ahora estrenamos la serie. Y el 17 de mayo lanzando el catálogo en la página web, con el trabajo de catalogación de cada fotografía a disposición de investigadores y público en general. Son distintas acciones, de las cuales la conexión es el Archivo de la Memoria.

-Una no es la misma persona después de atravesar una obra artística o cultural. ¿Qué cosas vieron o cambiaron de sí mismas al concluir Archivio de la Memoria Trans?

AC: Fue interesante percibir los procesos en sus distintas etapas. El libro, por un lado, es el producto acabado del archivo. Después tuvimos la posibilidad de acercarnos y ver ese proceso vivo, entender el trabajo constante que hubo detrás. Pero lo más importante fue acercarse a las historias particulares, tan difíciles de dimensionar, para tratar de entender cómo esa estructura social y política -atravesada por el estigma de la violencia sostenida y sistemática- marcó a cada una de esas personas. Cuando te acercás a una de ellas, escuchás su relato y entendés cómo todas esas violencias condicionó su vida, no podés menos que pararte en otro lugar y dejar de escucharlo de lejos para sentirlo con el cuerpo.

Julia Montesoro

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