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Todo el cine y la producción audiovisual argentina en un solo sitio

DIRECCION EJECUTIVA: JULIA MONTESORO

Escribe Inés de Oliveira Cézar, de Género DAC: ¿Aprenden los hombres de las mujeres?

¿Aprenden los hombres de las mujeres? A menudo. ¿Lo reconocen públicamente? Todavía hoy, rara vez. Elena Ferrante (La invención ocasional)

¿Por qué se ha vuelto imprescindible el cupo 50/50?

Las razones son múltiples y caen por su propio peso; el 50 por ciento de las estudiantes y egresadas del audiovisual son mujeres, y no me refiero solamente a la carrera de dirección sino a producción, fotografía, guion, sonido, arte, teniendo en cuenta que el cine es trabajo en equipo y, por ende, la participación de todos los rubros es fundamental. Sin embargo, esta cifra no se refleja en la producción. El 70 por ciento está cubierto por hombres, brecha que se profundiza en las producciones grandes, donde la participación de las mujeres en los roles jerárquicos es aún menor.

Mónica, continuista.

Por otro lado, el cumplimiento del cupo no es nada exagerado, teniendo en cuenta que las mujeres llevamos 3 mil años de sumisión. Esta cifra refiere a un momento histórico aproximado, en el que la mujer cambió su estatus dentro de la organización familiar: la creación de la ciudad, de la propiedad privada y las consiguientes guerras posicionaron al guerrero en el lugar del patriarca. Atrás quedó la distribución de los roles, natural al nomadismo, organización en la que hombres y mujeres trabajaban y estaban a la par. En estos 3 mil años las cosas han cambiado. Somos nómades en otros sentidos, deambulamos en un mundo virtual y es ahora el momento de pelear por una mayor inclusión y paridad de las mujeres en todas las actividades de la trama social. Si bien seguimos siendo pilar del funcionamiento familiar y la educación de nuestros hijos e hijas, nietos y nietas, lo que quedó muy expuesto en este año de pandemia es que, además, formamos parte de una trama necesaria en el universo laboral y, muy concretamente, en el audiovisual, si se tiene en cuenta la cantidad de películas y series dirigidas y producidas por mujeres que se estrenaron, se prepararon y se rodaron a pesar de la pandemia. Una razón que se suma a todas las demás para exponer que seguimos relegadas en el reconocimiento y el acceso al trabajo. Convivimos con una idea de sociedad patriarcal perimida, que no refleja la realidad. Es eso lo que no permite el avance, la permanente objeción.

Sabrina, directora.

No obstante, las voces objetoras se hacen oír una y otra vez, circulan por pasillos virtuales, en forma de textos, en las políticas audiovisuales. El argumento, caballito de batalla, es que lo importante no es el género, sino la calidad artística. Y con esto se intenta cerrar el tema. Así se llega a un cuello de botella que congela el tiempo de la acción. Porque la objeción no tiene otro objetivo, no crea sentido ni una crítica fundada sobre la que se pueda debatir, solo se empeña en detener el avance. Y lo que sucede, por lo general, es que este discurso es de los varones que están en posición de elegir proyectos, películas y políticas para la producción. Si no se respeta el cupo, no hay representación.

Podría llenar estas líneas con estadísticas que todos conocemos, cifras, números que avalan la necesidad del cumplimiento del cupo. Pero no es mi interés hacer de este espacio una demostración matemática ni estadística, de la misma forma que, cuando vemos las cifras de letalidad provocada por la pandemia, no necesariamente conducen a pensar profundamente en las políticas necesarias, las estrategias posibles, en la conciencia del otro y lo otro. Las cifras reflejan una realidad que pide a gritos un tratamiento y políticas para estar a la altura.

Laura, vestuarista.

Las mujeres venimos librando una lucha sostenida sin pausa. Es verdad que hemos logrado en estos últimos años mayor visibilidad, pero la visión de una parte de la sociedad es que todo lo logrado se nos ha concedido. ¿Quién nos lo ha concedido? ¿Dios? ¿El Hombre? ¿Y qué nos han concedido?

Todo lo logramos con acciones, con demostraciones, con hechos, con esfuerzo. Y lo que hasta ahora se ha consolidado está en permanente cuestionamiento, con el riesgo de volver para atrás por esta idea sesgada y omnipresente de LO CONCEDIDO.

Esto nos obliga a una tarea titánica para sostener lo logrado (no ha sido concedido, vaya que no) y para que, en los hechos, la inclusión laboral sea concreta, justa, efectiva y sostenida.

Un país que se atrevió a exigir la paridad 50/50 con excelentes resultados ha sido Suecia. En menos de tres años, se logró lo imposible: alcanzar la paridad de género en la financiación cinematográfica, consiguiendo así que haya el mismo número de directoras y directores.

Esto fue posible gracias al trabajo de Ana Serner, a cargo del Instituto Sueco del Cine, organización que financia y da soporte al cine nacional; un claro ejemplo de que las cosas se pueden hacer de manera justa y rápidamente cuando los fundamentos son sólidos, la sociedad se involucra y la voluntad política no se interpone.

Los hombres deberían acompañar y celebrar este cambio de paradigma. Porque estimula la generación de trabajo y producción a mayor escala para todos y todas. Es así de simple. Una evaluación concreta y comprobable cuando se sale del oscurantismo de la objeción.

No obstante, es llamativo el mensaje de Ana Serner con respecto a la dificultad para sostener las políticas de género en el tiempo. Todo lo que se piensa como LO CONCEDIDO está permanentemente amenazado, hoy sí, mañana no, según las voluntades políticas partidarias del momento. Por eso, el cambio de paradigma debe ser un compromiso social que abarque a varones, mujeres y disidencias, y se sostenga en el tiempo con acciones diversas de llegada a los diferentes sectores de la sociedad y se potencie con convenios y acciones en el ámbito internacional.

Karina, maquilladora.

Actualmente, las mujeres del audiovisual estamos armando redes a través de distintas asociaciones y agrupaciones nacionales e internacionales. Mantenemos un contacto fluido con CIMA, de España, y su conductora, Cristina Andreu, a través de la delegada iberoamericana argentina, la directora Sabrina Farji.

El funcionamiento de CIMA, en España, es otro buen ejemplo para traer a la mesa de trabajo; ha logrado cerrar convenios de inversión con Netflixpara el desarrollo de proyectos dirigidos por mujeres, además de generar acciones diversas para estimular la formación y la producción audiovisual de las directoras. En estos días se realizó, por iniciativa de CIMA, un encuentro de mujeres de todos los países iberoamericanos, con el objetivo de construir una red y, como primera acción colectiva, redactar una carta con propuestas para políticas de género que se enviará a SEGIB, Secretaría General Iberoamericana, para su posterior entrega a los líderes de cada país participante.1 

Un punto para tener en cuenta es que todos estos movimientos se han ido gestando a partir de voluntades individuales que se agruparon y que no adhieren necesariamente a las políticas partidarias. El ejemplo de la Marea Verde es una de las expresiones en las que las voluntades individuales agrupadas y las micropolíticas generaron una ola expansiva que se impuso por el poder de la contundencia y la necesidad de atender un reclamo legítimo.

En estas expresiones no hay nada parecido a la forma clásica del poder. La transversalidad y el poder de las micropolíticas de las inmensas olas requieren un trabajo y un compromiso constante, oceánico y colectivo.El audiovisual, imprescindible para la comunicación social y mundial, necesita de todas las voces. Las mujeres y las disidencias necesitamos ser oídas y vistas.

Las fotos que acompañan esta nota forman parte de una muestra realizada en DAC por Valeria Fiorini, con el fin de visibilizar el trabajo de las mujeres en el audiovisual, que podrán ver completa entrando en la web: http://genero.dac.org.ar/novedades/ 

En los epígrafes de las fotos solo figuran los nombres de pila, respetando el espíritu de la muestra.

Para cerrar, comparto una cita del ensayo “Tres mil años de sumisión de la mujer”, de Ramón Oliveira Cezar, publicada en la revista Criterio nº 2448, que sintetiza un deseo al que aspiro y, también, una invitación y una apertura para el cierre.

“Claramente no se trata de un problema femenino…sino de una situación que nos atañe a todos y que nos obliga a replantear la definición de la sociedad en la que decidimos vivir. La emancipación femenina es también una causa masculina porque enriquece a la sociedad en su conjunto. Los hombres no deberían sentirse excluidos ni tampoco dejar que los excluyan”.

1: El documento fue emitido el miércoles 21 de abril.

Nota: el texto y las fotos que se reproducen pertenecen a la Revista Directores de DAC Nº 25.

Foto principal: Tamae, Connie, Lucila, Fernanda.

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