Sebastián Hermida dirigió el documental Cine de pueblo, una historia itinerante, que se estrena el lunes 17 en Cine.ar, coincidiendo con el primer aniversario del fallecimiento del querido José Martínez Suárez.
El documental acompaña el regreso del cineasta y maestro de directores a Villa Cañás, su pueblo santafecino natal, con el propósito de reinaugurar el viejo cine del lugar. Siete décadas después, con los recuerdos intactos, Martínez Suárez recupera su mirada de niño. Allí están sus amigos, la escuela, la casa natal, el sueño de manejar una autobomba, las veredas, la delantera de Racing dicha de un tirón, el conmovedor relato de la última vez que vio a su padre. Allí está también su palabra, de gratitud y de sabiduría.
Sebastián Hermida dialogó con GPS audiovisual acerca de esta película que esperó cinco años para ser estrenada.
-La película se estrenó en 2015 pero se filmó en 2009. ¿Qué pasó en todos esos años?
Pasó la burbuja económica y el gobierno de color amarillo. Perdón, hablemos un poco en serio. Yo creo que las películas tienen su tiempo para ver la luz, y realmente no lo encontraba. Se pasó en BAFICI y ahora nos pareció que era el momento. Cine.Ar PLAY -esta maravillosa, nacional y gratuita plataforma nuestra-, es el lugar que mejor le queda para estar alojada.
-¿Cuál fue el origen de la película? ¿El homenaje a Martínez Suárez? ¿O ya tenías in mente un proyecto con él?
Todo comenzó con José y su Festival Itinerante de Mar del Plata, llevando parte de la programación del festival a pueblos que nunca iban a encontrarse con este tipo de material.
Este viaje fue especial porque era nada menos que a su ciudad natal. José nos convocó a Mario Sábato, a Cristian Bernard y a mí. Cuando uno conoce a José sabe que siempre algo fuera de lo común puede suceder y te puede sorprender.
-¿Cómo lo conociste? ¿Cómo incidió en tu carrera?
Lo conocí por una amiga, Maggie Iglesias, quien me insistió en que debía estudiar con él, que no me iba a arrepentir. Y así fue. No me arrepentí ni como maestro, ni como amigo.
Incidió de manera positiva, con la manera y los modos tan particulares de José, que por momentos lograba una verdad que podía ser dolorosa si cometías algún error y por otros te daba la palmada más suave del mundo. José me convocó para trabajar en cuatro campañas publicitarias del Festival como guionista y director; no fue poca cosa, dirigiendo a grandes figuras como Darín, Graciela Borges, Francella, Marrale, Sbaraglia y Jorge Luz, entre otros.
Eso no se olvida. Me abrió las puertas del mundo de cine desde la enseñanza y el ejemplo. Hoy en cada detalle que tenga que ver con un guion, una palabra o un acción, pienso qué hubiera hecho José. Y en la vida también.
-¿Cuál fue su respuesta cuando le propusiste una película sobre su vida?
No se lo propuse; lo hice. Y se lo mostré. Él no podía creer que con esa camarita podríamos haber hecho algo. Él me cargaba, porque como tenía la DVCam casi todo el día al hombro, me decía que yo había nacido con una protuberancia en forma de cámara.
Después, cuando la vio de forma privada, se emocionó y me pidió una copia para sus hermanas, que al parecer también se emocionaron, porque nunca se había visto en cine a José viviendo su Cañás.
-La película es un documental sobre la vuelta al pueblo natal de José Martínez Suárez. ¿Quién era él para vos hasta ese momento? ¿Qué sabías de Villa Cañás?
Él era mi profesor y amigo. Era Martínez Suárez. Pero cuando pisó Cañás, pasó a ser Joselo, como lo llamaban sus amigos de la infancia.
–Dice la leyenda que Leonardo Favio, en la noche del estreno de “Juan Moreira”, estaba en la cabina del proyectorista haciendo cambios de la película. Vos tuviste cinco años con la película guardada. ¿Qué modificaste?
En la estructura no hubo cambios. Tiene nuevo corte, nueva mezcla de audio y nuevas composiciones musicales.
-Es una película de alta emotividad. ¿Qué dijo Martínez Suárez cuando la vio por primera vez?
La vimos en la productora, Hermida Movies. Yo estaba delante de él. Cuando termina, escucho sus aplausos y me relajo. Estaba anonadado. Porque pensaba que con ese material no podría hacer nada. Me dijo “usted tenía razón”. Y después la vio en todas las funciones del BAFICI.
-Llamativamente, un desafío tuyo fue filmar un momento de la vida de tres directores (de tres generaciones y escuelas distintas, además). ¿Cómo fue el trabajo con ellos? ¿De qué forma la mirada de ellos te enriqueció la película?
José era el sabio. Mario usaba el sarcasmo y bajaba todo a la tierra, con mucho humor. Cristian era el objetivo. Y yo era el ingenuo. Y el que puso el auto para viajar a Cañás.
-¿Qué significa volver a verla sin José?
Depende el momento. Pero hay algo extraño. Cuando uno lo ve, parece que va a levantar el teléfono y va a atender. Por las dudas, no lo intenté.
La verdad es que uno lo extraña, todos extrañamos. Pero tenía tanta vitalidad que creo que le ganó a la muerte. Y como no quiero terminar con esa palabra, te digo que José era continuamente pulsión de vida.
Norberto Chab