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DIRECCION EJECUTIVA: JULIA MONTESORO

Mariano y Gabriel Nesci estrenan «Los Knacks»: «Es una película sobre segundas oportunidades»

El jueves 7 de noviembre se estrena Los Knacks: déjame en el pasado, documental de Gabriel y Mariano Nesci, que rescata del olvido a una de las bandas pioneras del rock de garage, anglófilos y beats, que medio siglo atrás tuvo una efímera posibilidad de saltar al estrellato y por cuestiones ajenas a sus deseos, quedó relegada a la invisibilidad.

Los cineastas siguieron los destinos de cada uno de sus integrantes –en forma individual y también en el contexto grupal- durante más de nueve años, compartiendo la emoción del reencuentro, la ilusión de un impensable éxito tardío, los dolores físicos y emocionales y hasta la muerte de dos de ellos.

Aunque la memorabilia del rock nacional los ignore, la pericia de los hermanos Nesci para lograr un retrato sensible y vital los devuelve a un primer plano al que solo accedieron en forma efímera.

Gabriel Nesci dialogó con GPS audiovisual para revelar los enigmas de un proyecto que –al igual que Los Knacks- solo se pudo corporizar a partir de la persistencia.

-¿Cómo se te ocurrió que una banda de los comienzos del rock nacional, virtualmente desconocida, podía ser una buena historia para una película?

Yo no los conocía. Mariano, mi hermano (codirector de la película), los descubrió a través de un blog medio perdido que contaba la historia del grupo,  y los contactó. Entonces les propuso acompañarlos para grabar un par de ensayos, y eventualmente, shows. Yo me sumé después. Al comienzo, hace unos diez años, lo potente de la historia eran unos tipos que en los años 60 grabaron un disco y pudieron lograr el éxito, pero a raíz de una prohibición de Onganía (Juan Carlos Onganía, presidente inconstitucional entre 1966 y 1969), el disco quedó inédito. Cuarenta años después, ese mismo disco se vendía en forma pirata en Europa. Esto era un disparador interesante.

-¿En qué se fue transformando el proyecto para que haya demorado una década en concretarse?

Nosotros sabíamos la historia de ellos en los 60, y también que en el 2010 se iban a volver a juntar. Ahí empezamos a seguirlos. Entonces nos enteramos por boca de ellos la historia del disco que se vendía en Europa. No solo era incomprobable, sino que me parecía inverosímil. Lo dudaba profundamente. Con el tiempo me di cuenta de que era verdad. Lo cierto es que empezamos a seguirlos, y en el 2012 o 2013 empezamos a entender que la historia iba más allá del reencuentro. Se trataba de otra cosa: de las segundas oportunidades, de la perseverancia. Se transformó en una película sobre los sueños, sobre las frustraciones, sobre caerse y volver a levantarse, sobre amigos que se recuperan, sobre el poder sanador que tiene la música, sobre cómo la pulsión vital puede ser modificada cuando un proyecto artístico te nutre. Entendimos que la historia tenía que ver con lo humano más que con la anécdota musical.

-Te identificaste con la épica del perdedor.

Es un tipo de relato que siempre me atrajo, y que de alguna manera está ligado a mis películas anteriores. Y me atrajo contar esa historia.

-Si esto no estaba en el comienzo del proyecto, ¿cómo sabían cuándo se terminaba?

Avanzamos en la neblina. Nos planteábamos hipótesis. Creímos que el primer show de su regreso era el final. Pero llegamos al primer show y ellos siguieron, y después dijeron “vamos a grabar un disco nuevo”. Entonces nos entusiasmó contar cómo unos tipos que habían grabado un disco en los 60 (que nunca logró salir), ahora volvían para grabar. Cerraban el círculo: allí había una simetría en el relato que me gustaba. Pero siguieron pasando infinidad de cosas. En el 2015 ellos planearon el show final. Y dijimos (una vez más) “ahí está el final”. Y no estaba. Avanzamos en paralelo a ellos, también viviendo sus mismas frustraciones y sueños. Además nos fuimos haciendo amigos, encariñándonos, queriéndolos. Algo que no debe hacer un documentalista.

-¿Cómo le encontraste el sentido para llegar a “el final del final”?

En el arco de los personajes (los llamo así en tanto son personajes de una película) fue cambiando el sentido de llevar adelante sus sueños, más allá de esperar el reconocimento. Entendimos que ese era el cierre.

-¿Cómo recibió un grupo de músicos, con sus vidas constituidas, a otro grupo de cineastas claramente más jóvenes y sin plan de rodaje aparente, entrando a sus espacios privados?

Al principio pensaban que íbamos a hacer una especie de institucional sobre la banda. Con el correr del tiempo les hicimos saber que no nos interesaba eso, sino contar la historia humana de ellos. La que estaban viviendo en ese momento, como la ilusión que tenían por llevar adelante sus proyectos a pesar de todo. Y tuvieron que confiar en nosotros. Además, no vieron nada de material hasta enero de este año. Para ellos fue ver los últimos diez años de su vida comprimidos en menos de dos horas.

-¿Qué te impulsó a seguir más de nueve años un proyecto que ni siquiera sabías si ibas a terminar?

Es algo que siempre estuvo allí y que nos planteamos mucho. Muchas veces tuvimos ganas de colgar los guantes. Hicimos la película con cero recursos, pero con el tiempo se convirtió en un proyecto pasional. Entendiendo un poco lo que los fue transformando a ellos, ya no para llevarse el bronce, sino para poder llevarlo a cabo y contarlo. Y estábamos orgullosos de llevarlo adelante, y nos dijimos por qué no. Cada vez que claudicábamos, porque no veíamos el final del túnel, veíamos a ellos y eso nos contagiaba. Si estos tipos, con la edad que tienen, y las complicaciones de salud que tienen, se vuelven a levantar, ¡cómo nos íbamos a caer nosotros!

-En la película se advierte cierta resistencia inicial a aceptar un nuevo integrante de la banda –el hijo de uno de ellos- por cuestiones generacionales. ¿Cómo lograron ustedes entrar a ese mundo?

En ese sentido fueron siempre muy cariñosos, y nos hicieron sentir parte de la familia. Casi parte de la banda. Lo fuimos de alguna manera simbólica, porque siempre estuvimos en cada show y en cada ensayo. Nos aceptaron.

-¿Cuándo fue el día que dijeron “es hasta acá”?

La historia se terminó de contar cuando entendieron eso que plantea al final: que lo importante es el camino y no el objetivo. Fue en el comienzo del 2018. Uno en una ficción procura que los personajes tengan un arco de transformación, que aprendan algo. Cuando aprenden que lo importante es haberse encontrado y recuperado, la historia se completa.

-Eso en una ficción. ¿Qué parte de la película es ficción?

Nada. Todo lo que hay ahí es absolutamente real. No hay ni un gramo inventado ni falseado. Nada.

-¿Y un gramo de alguna escena preestablecida?

Algunas escenas pueden parecer ficcionadas pero no hay absolutamente nada que haya sido incitado. Todo lo que ocurre es real. Mariano fue un soldado. A veces estaba en otro trabajo, sabía que tocaban en Ramos Mejía y nos íbamos. Siempre estuvimos presentes, y eso nos aportó la riqueza del material. Es un documental superclásico.

-A lo largo del relato –es decir, del tiempo- la banda atraviesa por dos muertes de sus componentes. Pero en la película no está subrayado.

Siempre quisimos transitarlo con respeto. Además, también nos dolió a nosotros. La película está encarada con una mirada compasiva. Hay una línea muy delgada con la tragedia. Pero siempre intentamos ser lo más verdaderos y objetivos posibles. Dentro de lo subjetivo que es cualquier forma artística, claro.

-Tu filmografía está atravesada por la música ¿Tenés otros Knacks en carpeta?

Hay un documental que tengo muchas ganas de hacer desde hace siete años y no puedo arrancar porque puede ser costoso. Es sobre un luthier, que tiene una historia increíble. Ojala pueda comenzar en el 2020.

-¿Qué viste de vos mismo con la película terminada?

Que no perdí la capacidad de emocionarme cada vez que la veo. A pesar de que estuve en cada momento, además de las mil horas en la isla de edición. Me emocionan dos cosas: la perseverancia -cómo es tan importante volver a levantarse cada vez que te caés, cuando realmente creés en lo que hacés- y qué hace uno con la ilusión. Dónde queda, cuando uno se plantea un proyecto que le lleva tiempo y energía y al final no se da, y cómo manipularla a tu favor para que te alimente y no para que te tire abajo.

Norberto Chab

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