El jueves 30 de mayo se estrena Breve historia del planeta verde, de Santiago Loza, ganadora del Premio Teddy a Mejor Película y el Teddy Reader’s Award en la última edición de la Berlinale y recientemente exhibida en la sección de cine independiente ACID del Festival de Cannes.
Protagonizada por Romina Escobar, Paula Grinszpan y Luis Sodá, trata sobre un viaje que deben emprender tres personajes para dar sepultura al cuerpo de un extraterrestre. Lo que no puede ser asumido como normal, lo que está fuera del mundo socialmente aceptado, se vuelve un cuerpo extraño e incómodo. Lo “extraterrestre” en la película es lo diferente, lo desplazado, lo marginal. Los tres personajes llevan un cuerpo que se relaciona al de ellos. Padece la misma extrañeza.
Cruce de
géneros entre el cine de aventuras, la ciencia ficción y la road movie, es al
mismo tiempo una alegoría sobre la inocencia infantil edificada a partir de las
narraciones fantásticas, a la manera del cine que abordó Steven Spielberg con
su fábula ET.
Santiago Loza dialogó
con GPS audiovisual sobre esta
película misteriosa y encantadora, que propone un mundo de fantasías, en el que
se pueden atravesar las dificultades (y aun las tragedias) sin angustia ni
dolor.
-El trío protagónico es algo freak: actúa aislado del mundo real, sus sexualidades son ambiguas o no convencionales, en el camino se encuentran con situaciones de bullying y de acoso, y como remate, pensando en términos inclusivos, integran al grupo a un extraterrestre. ¿Cuánto hay de tu inventiva exclusivamente, y cuánto de reinterpretar e incorporar los grandes cambios sociales de los últimos tiempos?
En realidad, yo los siento absolutamente normales a los tres. Pero entiendo que puedan ser vistos como un poco freaks, o corridos. Creo que así lo han vivido por haber sido bullyiados. De alguna manera, la película tiene algo de cine de aventuras, que siempre fue un cine más ligado a lo masculino. En “Breve historia…”, de alguna manera los héroes (o les héroes, o las heroínas y el héroe) no adhieren a esa visión masculina del género. Probablemente la película entre en un nuevo sistema de paradigmas, o de cambios, donde los/las/les protagonistas empiezan a ser diferentes de lo que estábamos acostumbrados a ver.
-Se acepta lo “corrido” con inquietante naturalidad. ¿Se puede catalogar entonces como una película de ciencia ficción? Y si no lo es, ¿qué es?
Para mí es una fantasía, como un pequeño cuento o una pequeña fábula fantástica. Es una película que tiene algo de ensoñación. Y aparece un elemento que pertenece usualmente a la ciencia ficción, que es un alienígena. Pero aparece en una suerte de evocación. Es más un ser parecido al alienígena o al extraterrestre de la infancia, o al arquetipo soñado o pensado desde un lugar muy inegnuo por momentos. Es una suerte de road movie con elementos de comedia, con un poco de melancolía y sobre todo, fantasía. Sobre todo eso: una fantasía queer para todo público.
-En el curso de esa road movie, el trío atraviesa los peligros y sale indemne, y siempre está listo para reemprender el camino. ¿Es también una alegoría sobre la mirada infantil de la inocencia y de los sueños?
Sí: la road movie plantea como una posibilidad de cambios en ese trayecto; que los personajes cambien. Quizás ese cambio está en cómo ese vínculo extraño que une a los diferentes se va afianzando en el camino. Siempre me pareció que era una película en donde nada malo podría ocurrir. Y aun en situaciones que parecen difíciles, los personajes se van complementando o ayudando y siguiendo ese camino.Y por supuesto, la película remite a esa zona de la infancia o de la inocencia del primer asombro.
-Entre otras lecturas, es también una película sobre tres soledades que se encuentran y que parecen no encajar en el canon social. ¿Cuánto hay de autorreferencial en esa mirada?
Claro, también es una película de tres soledades que se acompañan. Y por supuesto, hay algo autorreferencial, como en todo lo que uno puede hacer. La referencia no es directa, pero los personajes son periféricos, no encajan en los cánones. Y en la profesión, como ellos, siento que pertenezco a la periferia y no a un centro. Hago teatro pero vengo del cine, para el cine soy escritor, vengo del interior… Demasiadas disidencias que hacen que la mirada se haya vuelto periférica. Por más que cada tanto esa mirada o esa expresión la ponga en un centro. Pero me sigo considerando de la periferia.
-¿Cuál fue el disparador que te llevó a emprender esta historia?
No hubo uno sino varios. Por un lado quería dialogar con ese cine pop de los 80 que consumía, con el que cuando pude hacer cine, nunca tuve ningún tipo de vínculo. Y también hablar de esas alianzas raras que ayudan a vivir: esas nuevas familias que se forman con los amigos, con las amigas, con les amigues. Finalmente, quería contar e intentar hacer un cine más libre, menos prejuicioso, con cierto humor. Algo que a veces tiene el teatro que hago, pero no en el cine.
-¿Cómo fue la búsqueda de los tres actores? ¿Cómo fue el proceso de internalización de sus personajes?
Estuvieron desde el principio. Ellos provienen del teatro: Paula (Grinszpan) es súperconocida; Luis (Soda) viene de la danza. Con Romina, sentí que ese personaje de chica trans lo tenía que interpretar una actriz trans. Era la indicada. Lo que no sabía ella, con los demás, iban a ser tres compañeros increíbles para esta aventura. Se fueron conociendo en el tiempo de espera de esta película y fueron muy solidarios y pacientes, para con la película y conmigo.
-¿En qué influyó la escritura teatral en este momento de tu carrera como director?
Creo que en cierta necesidad de hacer un cine con mayor accesibilidad. Como en hacer un cine que dialogue más con un posible espectador, que tenga más humor, menos hermetismo. En un momento bastante sombrío, lo que uno hace debe proponer algo luminoso, o al menos cierta poesía.
-¿Qué imprevistos hubo en el camino (camino dicho literalmente) que te hizo cambiar de planes de rodaje, o alguna situación argumental? ¿Qué margen de improvisación hubo?
El margen de improvisación fue bastante grande. El periplo estaba escrito, la historia estaba escrita. Pero en el camino nos fuimos topando con impedimentos y posibilidades. La película es un viaje, literalmente. El paisaje, el cansancio y el frio modificó el trayecto. O al menos, lo tiñó de la propia experiencia. Se rodó en Tierra del Fuego, en los bosques. Cuando fuimos con Constanza San Palacios (productora) y Edu Crespo (director de fotografía) a caminar por esos bosques antes de ir a filmar, aparecieron unas figuras rituales de los zelknam -de los onas-. En el guión habíamos marcado unas señales, pero nunca estaba claro cómo íbamos a resolverlo. Sentimos que esas figuras, que marcaban la presencia de los antepasados, podían entrar en la película. Entre los marcianos, los trans y tantas cosas que parecían disparatadas, también podían entrar las señales de los onas.
-¿Qué representa para vos el planeta verde?
Supongo que es el planeta de los afectos, de los seres que están cerca. De todos los raros o raras que se juntan y hacen un planeta donde se puede vivir.
-De la valija en lugar del extraterrestre sale Spielberg, que quiere ver la película y conocer al director. ¿Qué creés que opinaría?
¡No tengo idea! (Je). Esa es una fantasía difícil de imaginar. Pero yo le diría que su cine -sobre todo el cine de los 80- fueron cruciales en mi formación como cinéfilo y en mi formación espiritual. A todos los que vimos ET en ese momento nos hizo sentir menos solos. La posibilidad de fantasear con otros mundos, y que esos mundos sean amables, fueron de una inmensa generosidad de su parte.
Julia Montesoro