El jueves 7 se estrena Con este miedo al futuro, segunda película de Ignacio Sesma, con Facundo Cardosi, Ailín Salas y María Canale en los roles protagónicos. Se trata de un drama que gira en torno a un protagonista casi excluyente: un docente universitario de unos treinta años, quien atraviesa una sucesión de adversidades que lo llevan a un proceso autodestructivo.
Estrenada en BAFICI en 2018, Con este miedo al futuro ganó los premios a la Mejor película de bajo presupuesto en el Korea International Expat Film Festival y a la Mejor película extranjera en el Nevada International Film Festival (Estados Unidos).
Sesma estudió en la Universidad del Cine (FUC), donde se especializó en montaje y estructura dramática. Tras trabajar en el montaje de múltiples cortometrajes, produjo, escribió y dirigió su ópera prima, Noche de perros, estrenada en 2015 en BAFICI.
Ignacio Sesma dialogó con GPS audiovisual acerca de Con este miedo al futuro.
– La película trata acerca de un docente de alrededor de treinta años en un viaje autodestructivo a sus propias miserias y fracasos. ¿Cuánto de autorreferencial hay en la historia?
Por suerte no mucho, ja ja. Intenté plasmar problemas y conductas que muchas personas pueden llegar a tener. Los momentos de transición suelen ser difíciles, más si se desencadenan por ponerle fin a relaciones de mucho tiempo, y más todavía si a esto lo acompaña una dificultad económica. La película tiene, en su esencia, algunas cosas autorreferenciales: por ejemplo, el tipo de humor. Pero me basé más en las conductas típicas que tiene el ser humano cuando las cosas no van bien y eventualmente se encuentra cercano a tocar fondo.
– ¿Cuáles fueron tus referencias (literarias, cinematográficas) para desarrollar este guión?
La realidad es que no tomé referencia de muchas fuentes a la hora de cranear la película. Pero podría nombrarte dos largometrajes que considero me ayudaron mucho, sobre todo con el tema de realizar un proyecto exclusivamente basado en el desarrollo del personaje, y no tanto en el de una historia: Half Nelson y Shame. Ambas tienen algunos puntos en común en cuanto al personaje y la cinematografía. Las recomiendo. Después de ver Con este miedo al futuro, claro.
– El protagonista es un hombre acorralado, desesperado, que no duda en remarcarle a sus alumnos “se van a morir” tanto como quedar expuesto a que lo muelan a palos. ¿Hay algo de vos mismo en esa mirada escéptica, o algo que percibas en la sociedad para devolverlo reflejado con tanto crudeza?
Siempre me molestó la actitud de no hacer las cosas. Desprecio la “paja” y el dejar todo para después. Me interesaba remarcar esa actitud. Creo que muchas personas van a sentirse identificadas con el personaje de este profesor, y se van a sentir tocadas con algunas de las frases del personaje.
Por mi parte, me considero alguien que intenta estar en constante movimiento y que concreta las cosas que empieza. Pasé mucho tiempo, en mis veintis tempranos, dejando todo para después. Un día hice el clic y produje mi primer largometraje. Me cambió la vida. Desde entonces, intento motivar a la gente para que no se quede quieta y paralizada por el miedo al resultado o la comodidad.
– ¿Cuánto tiempo trascurrió entre la idea original y el estreno? ¿Qué fue pasando en el camino?
La idea original surgió estando de vacaciones en Brasil, en medio de una de tantas charlas con mi novia. Apenas volvimos, comencé a escribir el guión. En menos de ocho meses la película ya estaba filmada y editada, y en abril de 2018 se estrenó en BAFICI. El camino fue fluido y a la vez muy organizado. En aquel momento sentí que no era un proyecto que debiera tomarme años para concretar. El personaje que retrataba precisaba de una inmediatez absoluta.
– ¿Cuáles fueron los cambios más significativos entre la primera versión de ese guión y el resultado final? ¿Qué circunstancias fueron modificando el proyecto inicial?
El cambio más significativo desde la primera versión del guión fue que el personaje, por su conducta autodestructiva y sus problemas con el alcohol y las drogas, atropellaba y mataba a una persona y se fugaba. Así comenzó todo. Se trataba de un personaje torturado por la culpa.
Pero la historia fue mutando, y esa situación comenzó a perder valor dentro del proyecto en el que el miedo al cambio y la incertidumbre para con el futuro se hacían cada vez más fuertes. La versión final conecta más con el día a día de muchas personas.
– Teniendo en cuenta que el protagonista está casi todo el tiempo en cámara, ¿cuál era el riesgo de ofrecerle ese rol a un actor no conocido o no consagrado? ¿Cómo fue el trabajo con él para lograr ese grado de compromiso? ¿Cuál fue su aporte en los cambios del libro?
Voy a ser un poco obvio pero la realidad es que el primer paso para trabajar con un actor es elegirlo correctamente. Pensé en Facundo Cardosi porque es un actor sumamente versátil, talentoso y con gran experiencia. Al haber trabajado con él en mi anterior proyecto, sabía que podía bancarse toda la película. Considerando el bajo presupuesto y las condiciones que tuvimos para filmar no era un dato menor. No creo que un actor sea bueno o tenga la capacidad de aguantar planos en la cámara simplemente por ser conocido o “consagrado” y Facundo lo demuestra.
– Hay momentos en los que el diálogo fluye como si fuese un ejercicio de improvisación. ¿Cuánto de tu propuesta original quedó abierta para que se fuera completando en las mismas escenas?
El trabajo con Facu fue fluido y muy natural. Hablábamos del personaje mucho tiempo antes de filmar. También logramos ensayar algunas escenas. Pero debo decir que fueron pocas, porque nos parecía interesante improvisar al máximo posible en rodaje para intentar conseguir escenas lo mas naturales posibles con Ailín Salas. La realidad es que el gran aporte de los actores fueron los diálogos. En cada escena yo tenía delineada la situación y los objetivos, pero no tanto los diálogos.
– Estrenaste en el BAFICI hace un año. ¿Qué te devolvió el público que no sabías de tu propia película?
El estreno fue muy lindo y emotivo. Logré mi objetivo: mi segundo largometraje, nada más ni nada menos que en el festival de cine de mi ciudad. Creo que me demostré a mí mismo que estoy avanzando por el camino correcto en mi profesión de director.
Debo confesar que tenía un poco de miedo al proyectar un drama. Me siento un tanto más cómodo en la comedia, género de mi anterior largometraje Noche de perros. Pero para mi tranquilidad, e incluso un poco para mi sorpresa, el público disfrutó mucho esta historia. Se encariñó con este personaje y nos lo hicieron saber. Entiendo que cada espectador hizo su interpretación y encontró conexión con su vida personal. Esto me hizo sentir que cumplí el objetivo y un poco más.
Norberto Chab