Hace 15 años dijo: “Todos los días me miraba al espejo mientras me hacía el nudo de la corbata y me sentía un infeliz”. Esteban Bigliardi dejó la abogacía y comenzó a vivir una segunda vida como actor. La frase, inclusive, está en el guion de Manual de supervivencia, la serie que protagoniza.
Tiene más de veinte películas filmadas. La más reciente es La fiesta silenciosa, que se estrenó el pasado jueves 4 en Cine.ar TV.
Esteban Bigliardi fue entrevistado en GPS audiovisual radio.
-¿Cómo fue encarnar a un novio a punto de casarse que pasa en una sola noche de un hombre casi pasivo, frágil a alguien despiadado, que termina en un baño de sangre?
Ya desde la escritura había un buen trabajo previo, que nos allanaba el camino. Además, Diego (Fried) escuchó mucho a los actores, se interesó por nuestras propuestas. Lo interesante es que el personaje tiene un arco grande: empieza sumiso, a merced de los caprichos y decisiones de su suegro, y a medida que avanza la película empieza a mostrar otras facetas hasta que termina involucrado en una situación trágica.
-¿Cómo abordaste la construcción del personaje?
Básicamente hablamos todo el tiempo de que es alguien conservador, que había encontrado el deber ser de casarse, y estaba más interesado en la forma de su casamiento que en lo que había encontrado con su pareja. Como se ve en la película, no hay mucha sintonía.
–Tu personaje no está en la misma frecuencia que el resto.
-La idea era armar un arco dramático en él, para que contara algo diferente de lo que se veía al principio. Buscamos sorprender con eso.
-Todo se precipita en una sola noche. Es una película oscura también desde la imagen.
-Es un mérito de la fotografía. Hay un trabajo de luz (fue la idea del director desde el principio) utilizada como una manera más de contar la historia. Es una película chica (en términos de producción, no despectivamente) que remite al género, y que nos dio la posibilidad de hacer cosas dentro de las reglas del género. En el resultado, sale más que airosa.
-En la película aparecen tópicos sociales actuales: la incomunicación, el miedo, la soledad. ¿En qué parte te identificás con esos temas? ¿Cuál es tu aporte a la hora de componer el papel?
De alguna manera, todo esto (como el miedo, la incomunicación, el egoísmo, en el sentido de pensar solo lo que uno quiere y no lo que está en el otro), está en lo que nuestra sociedad segmenta, de lo que por momentos somos víctimas. Como actor, uno tiene la posibilidad de focalizar en estas experiencias sociales –también personales- y tratar de vivenciarlas con mayor intensidad en el rodaje. Nadie es ajeno a la ira, a los celos, a la incomunicación, a cualquier padecimiento emocional. Lo que uno hace es escarbar en experiencias propias o en cierta memoria emocional de haber experimentado eso. A veces nos preguntan “cómo pudiste hacer algo tan ajeno a vos, un asesino”. Sí, no soy un asesino, pero de alguna manera expresamos lo que todos podemos sentir, en un grado mucho más leve del que lleva a alguien a cometer un crimen. Los que no somos criminales paramos en un límite. La persona que no puede dominar sus sentimientos avanza más. Un insulto en la calle porque te encerraron con el auto es parte del mismo volcán. Son distintos escalones de algo que llamamos ira.
-Paralelamente se emite en línea la serie Manual de supervivencia, en un registro muy diferente, donde el protagonista está basado en tu propia vida. ¿Cómo es el proceso de desdoblamiento por el cual uno hace de sí mismo?
No deja de ser una ficción. Las situaciones son ajenas, no es algo que uno vivió. Es más cercano a mí por el tiempo del proceso de preparación que por el hecho de que sea un abogado que se dedica a la actuación. Trabajamos muchos años con Victoria Galardi para llevar adelante el proyecto. Ella fue incorporando cosas de mi biografía a la ficción. Una ventaja es que con Victoria hablamos del mundo que conocemos: los rodajes, los castings, el teatro independiente. Sabemos cómo contarlo. Fue una experiencia alucinante, en la que en cada capítulo soy como el anfitrión de actores que admiro mucho.
-Ese personaje en algún momento duda de estar en el camino correcto. No está seguro de que su proyecto de vida sea actuar. Eso sí es autobiográfico.
La duda aparece porque uno no sabe qué pasará. Es parte de la existencia. Pero nunca dudé de que esto lo que me gusta. Puedo estar contrariado cuando no aparecen las posibilidades de trabajo. Por ahí en los comienzos, donde uno veía un bache, no había un proyecto en el momento, y no sabía si eso sería así siempre. Dudaba porque lo que uno desea tarda en llegar, o se presenta de una forma distinta. Pero tuve la suerte de pasar por muchas experiencias antes de actuar, probando muchas cosas, y en el momento que descubrí la actuación sentí que eso era lo que quería. Más allá de cómo me fuera, siempre iba a estar haciendo obras de teatro, para generar espacios para actuar. Es el hueso que quiero roer.
-Tenés tres proyectos interrumpidos: Contando ovejas (en España, ópera prima de José Corral); La práctica, de Martín Rejtman y Los delincuentes, de Rodrigo Moreno. En España anunciaron la vuelta a los sets. ¿Creés que podrás viajar?
También está en pausa El tiempo todo entero, obra de teatro de Romina Paula, con Esteban Lamothe, María Villar y Susana Pampín. En España se empieza a filmar a fin de julio. En estos días se está gestionando un permiso para viajar. Esperamos volver a filmar. Y que los proyectos avancen.
Julia Montesoro