Cecilia Kang viene de ganar el premio a la Mejor Dirección Emergente del Festival de Locarno por su primera ficción, Hijo mayor, drama que retrata el viaje migratorio de una familia coreana a Argentina en busca de una vida mejor.
Se trata de una producción de Tarea Fina (Juan Pablo Miller) protagonizada por Kim Chang Sung, Suh Sang Bin y Anita B Queen, que en septiembre competirá en la sección Horizontes Latinos del Festival de San Sebastián.
Entre la ficción y el registro documental, narra el periplo de una familia coreana que decide buscar nuevas posibilidades en Argentina y encuentra formas de duelar lo perdido en el camino: Lila, una adolescente coreana-argentina aún no ha encontrado su lugar en el mundo. Mientras tanto, su padre, Antonio, llega a Latinoamérica 18 años antes como un joven en busca de nuevos horizontes, y decide apostarlo todo a la promesa de un sueño de joven inmigrante. Una épica generacional que vuelve al pasado para reinventar el presente.

–Hijo mayor es tu primera ficción, después de tus documentales anteriores, Mi último fracaso y Partió de mí un barco llevándome. ¿Cómo tomaste la decisión de cambiar el registro?
Elegí la ficción justamente porque es un tema tan personal -porque es la historia de mi familia-, que ya se vuelve como una narrativa propia. Es mi historia y siempre pienso en ella como un cuento. ¿Qué mejor forma para hacerlo que la ficción para narrar esa historia que me fue contada?
La película que está basada en los recuerdos de mi papá a partir de cómo llegó a Latinoamérica por primera vez. Esos recuerdos que yo escuchaba desde chica se me impregnaron en la memoria y en la retina y a través de eso decidí contar este cuento. Al mismo tiempo siento si bien sale de algo muy personal, siento que puede ser una película donde muchas personas -inmigrantes, hijos de inmigrantes, personas como yo-, puedan sentirse identificados.
-¿Qué revela la historia de Hijo mayor?
Es un viaje sentimental de un hombre coreano y su familia, quienes deciden venir a la Argentina y cuáles son las consecuencias de eso. Se trata de seguir ese viaje, que se inicia en un presente lejano; es el de Lila, una de las protagonistas, que es su hija. Ella se va de viaje de pesca con el padre y sus amigos coreanos y lo empieza a ver con otros ojos. A partir de eso se empieza a hacer estas preguntas como, por ejemplo, cómo fue su vida cuando era más joven.
-¿Cómo atravesaste la experiencia de dirigir actores con un guion previo, después de dos documentales?
Si bien es otra cosa porque tenía que trabajar con actores, básicamente hubo muchas personas que son parte de la colectividad, porque es una película sobre la colectividad coreana en Argentina.
Me importaba más que encarnen y conozcan en la piel lo que significa ser migrante. El casting fue bastante complejo porque junta profesionales con no actores, personas de la comunidad coreana. Fue un gran aprendizaje. Estoy muy agradecida, porque todas las personas que trabajaron en esta película, especialmente hablando de los actores, tuvieron una entrega demasiado generosa.
–En tus películas anteriores también trabajaban personas de la comunidad coreana como profesionales.
Sí, justamente creo que el trabajo del director o la directora es saber convencer a la gente. Yo estoy muy agradecida con todo el mundo. Fue un salto al vacío hacer esta película. Hablando de generosidad, de poner el cuerpo, también fue fundamental el rol de Juan Pablo Miller como productor.
-Tus películas insisten sobre la integración y la interacción entre dos sociedades, la coreana y la argentina. ¿Es el lugar donde te interesa que te identifiquen?
Creo que tiene que ver con eso, con la interacción. Eso me permite abordar el tema de la dualidad cultural, de ser argentinos y coreanos. O latinoamericanos y coreanos, porque la historia de Hijo mayor no sucede solamente en Argentina, sino también en Paraguay. Lo que más me interesa son las relaciones humanas y, más que nada, cómo construimos nuestras propias identidades, tan diversas, tan múltiples. Esas construcciones se dan a través de la mirada del otro o se ven afectadas por esa mirada. Una mirada puede ser muy iluminadora o muy oscura al mismo tiempo. Esas contradicciones son las que me interesan.
Inevitablemente por ser quien soy y de dónde vengo siempre termino pensando más en la cuestión de género. Y me resulta gracioso, porque es una película sobre mi papá y lo que yo siento que los personajes más fuertes son las mujeres. Hay algo también que me interesa explorar, que es la posibilidad de representarnos como mujeres. Más que interesarme, es un tema que me obsesiona. Como también entender quién soy a través de todos esos elementos. Siento que hacer películas es una forma de entenderse a uno mismo y entender el mundo.
-Hay una presencia protagónica de las mujeres recurrente en tus películas. ¿Lo planteás a priori?
Es una cuestión inherente a mí, básicamente porque soy mujer. No es que necesariamente me lo tenga que plantear: está. Son conceptos que fui aprendiendo con el tiempo. Y más en estos últimos años. Estoy muy agradecida de que los tiempos hayan cambiado y me hayan permitido aprender y crecer.
A la hora de ponerme a pensar un proyecto, una historia, no me lo planteo con esa lente, como si fuera una obligación, sino que es algo inherente a mí por cuestiones que me afectan porque soy mujer. Y busco poder poner luz frente a la escasa visibilización.
Hay algo que siempre que lo escucho me molesta: que de una película dirigida por una mujer digan «qué mirada femenina» como algo positivo. La crítica en general baja una normativa masculina, pero nunca se plantearía ninguna película de un hombre como una mirada masculina. Son esas complejidades que ojalá dejen de existir en el futuro.
-Al recibir el premio a Mejor Dirección Emergente del Festival de Locarno, bajaste y volviste a subir al escenario para decir con mucha emoción “¡Aguante el cine argentino!”. ¿Qué ves hoy en el cine argentino?
Es muy importante la visibilidad internacional obtenida por Hijo mayor. Pasamos por Locarno y en septiembre vamos a San Sebastián. Para que en el mundo se entienda qué es el cine argentino, que hay gente y está funcionando. Siento que tanto el Gobierno como las políticas públicas por las que optó fue en detrimento al desarrollo del cine argentino, la cultura y el arte en general. Es algo muy lamentable, que no solo preocupa: también da miedo.
Julia Montesoro