Ricardo Preve finalizó en Vietnam el rodaje del documental Un precio que tenemos que pagar basado en la vida y muerte del fotoperiodista y corresponsal de guerra Ignacio Ezcurra, desaparecido en Saigón en 1968.
El 8 de mayo de ese año, Ezcurra se despidió de sus colegas norteamericanos en el barrio de Cholón, en la entonces ciudad de Saigón (hoy Ciudad Ho Chi Minh), prometiendo regresar al hotel esa noche. Nunca volvió. En esa misma zona, apenas tres días antes, habían asesinado a cuatro periodistas occidentales. La desaparición del argentino quedó rodeada de misterio por décadas.
-¿Cuál es tu versión sobre quién fue Ignacio Ezcurra y por qué fue corresponsal de guerra en Vietnam?
Era alguien que siempre había querido ir a contar historias en lugares bastante insólitos. Quizás eso había comenzado cuando tenía 19 años, cuando se escapó de su casa y se fue a dedo con dos amigos desde Buenos Aires a Nueva York. Allí se quedó a estudiar periodismo. Tenía la ventaja que era hijo del dueño, porque su madre era una de las principales accionistas del diario La Nación. Estudiando su vida, creo que siempre quiso no ser el hijo del dueño y ganarse su lugar en la profesión por su trabajo.
A partir de allí, hizo cosas como ir en los años 60 a Siria a cubrir la Guerra Civil, en un momento que nadie ni siquiera sabía dónde quedaba ese país. En Estados Unidos entrevistó a personalidades como Martin Luther King o “Bobby” Kennedy. O a los líderes de los Panteras Negras, que era un movimiento de lucha por los derechos de los afroamericanos. Estuvo ahí cubriendo los disturbios raciales.
Ya en 1968, Vietnam era la historia más importante del periodismo. Así que insistió mucho para que lo dejaran ir. Desde el diario le dijeron que vaya, pero que se las arregle. Llegó a fines de abril. El miércoles 8 de mayo, aproximadamente a las 13.30 hs., se bajó de un Jeep en el que viajaba con dos colegas estadounidenses en Saigón y les avisó que a la noche volvería al hotel. Desde ese momento, nunca más se lo volvió a ver.

-No se supo nunca más de él y casi seis décadas después viajate a Vietnam siguiendo sus pasos. ¿Qué te llamó la atención allí?
Nosotros siempre pensamos cómo era posible que un argentino alto, de casi 1.90 m. -es decir, no alguien que no se pudiera diferenciar-, se bajó de un Jeep en una guerra tan fotografiada, tan filmada, con tantos periodistas extranjeros acreditados y nunca más se supo de él.
Lo primero que surgió estando en Vietnam -y que nos sorprendió-, es la cantidad de información que hay sobre lo que sucedió. Hemos entrevistado a gente que lo vio muerto en un barrio de Saigón. Hemos encontrado fotos nunca antes vistas (cuatro, exactamente). Siempre se había hablado de un misterioso fotógrafo japonés, cuyo nombre no se sabía, quien había visto a Ignacio muerto y le sacado fotos: hemos encontrado a ese fotógrafo. Vive en Nagano, Japón, tiene 87 años y tenemos su testimonio.
Encontramos un informe del Gobierno argentino sobre la búsqueda de Ignacio Ezcurra que nunca se había publicado. Si había toda esta información, ¿por qué no se habló de la muerte de este periodista? ¿Quién decidió que no se iba a hablar? ¿Fue el Gobierno de (Juan Carlos) Onganía, que era el dictador a cargo de nuestro país en ese momento? ¿O hubo otros intereses por los que no quisieron hablar de una situación un poco embarazosa? El documental fue sorprendiéndome porque casi cada día surgía algo nuevo.
-Tenías una planificación antes de llegar a Vietnam. ¿Esto te modificó los pasos a seguir?
Antes de viajar habíamos descubierto mucha información. Encontramos el informe del Gobierno argentino en el baúl de la casa de un señor. No estaba ni en el Archivo General de la Nación, ni los archivos de Cancillería, sino en manos de un privado.
Pero filmar en Vietnam es muy distinto a hacerlo en Argentina. No es que salís a la calle con la cámara: hay que mandar el guion o tratamiento del documental por adelantado. Adelantar el plan de rodaje, especificar qué planos vas a filmar, hacer un listado de toda la gente con las locaciones. Y no podés empezar a filmar sin un representante del Ministerio de Cultura, que te acompaña en todo momento.
Por lo tanto, fue muy importante tener la mayor planificación posible. Lo que fue cambiando es el enfoque del documental. Fue cambiándome el objetivo a medida que descubrí cosas. ¡Mirá vos, esta información estuvo ahí todo este tiempo y nunca se comentó! ¿Por qué será? Esa ha sido la sorpresa más grande.
-¿Hay testimonios de vietnamitas que lo hayan conocido a Ignacio? ¿Te encontraste también con eso?
Sí, encontramos a gente que vive en el barrio donde sabíamos que había desaparecido Ignacio. Había una foto borrosa, de muy mala calidad, que mostraba lo que podría ser su cuerpo. Nosotros armamos tres equipos de investigación periodística (uno en Estados Unidos, uno en Vietnam y otro en Argentina) y gracias al trabajo de una periodista vietnamita logramos descubrir el lugar exacto donde fue ases inado Ignacio, no muy lejos de donde desapareció.
Hace unos días entrevisté a una vecina de 80 y algo años, quien vivió toda su vida ahí, y lo vio muerto. También, conocimos gente que lo conoció, a otros periodistas que nos dieron información sobre quiénes podrían haberlo matado y varias otras cosas que vamos a estar mostrando el documental. Así que la verdad es que encontramos información, pero como te digo: Nosotros no tenemos acceso especial, ¿cómo es posible que nunca antes se habló de este caso si estaba tan bien documentado?

-¿Cómo te contactaste con los medios locales?
El embajador Marcos Antonio Bednarski organizó una reunión de prensa en el Instituto de Cine de Vietnam, el equivalente al INCAA. Vinieron más de veinte medios vietnamitas. Quedé asombrado por el nivel de castellano y la información que tienen de Argentina. Entre otros, por la Radio Nacional de Vietnam. Sabían también de Ignacio Ezcurra, lo cual me dio un poco de vergüenza, en el sentido de que parecían saber más que en nuestro propio país sobre un argentino.
-¿Tuviste contacto con los representante del cine vietnamita?
Conocí a la directora del Instituto (Le Thi Ha). Me mostraron el trabajo que hacen por la conservación del material fílmico y les conté sobre nuestra actividad. Esa reunión ayudó un poco a que se emitieran todos los permisos, porque la mayoría de los permisos de filmación que se tramitan en Vietnam son rechazados. Y cualquier cosa que se planifica puede ser revocada en cualquier momento.
Si llueve no te permiten cambiar de locación: si tenés permiso para firmar en exterior el miércoles a las 10 de la mañana, y no la usás, la perdés. Nosotros desarrollamos una muy buena relación con el Misterio de Cultura: fueron muy amables. Entre el grupo argentino y el vietnamita, logramos cierta flexibilidad. Pero creo que esa flexibilidad también vino porque somos un equipo argentino que tiene apoyo y respaldo de nuestro propio Gobierno.

-A propósito de este contacto con los periodistas. ¿Qué fue lo que más les sorprendió del trabajo que estás realizando?
A todos les llamó la atención que llegara un argentino desde nuestro país. Es interesante el esquema de la conferencia, porque los periodistas tienen que presentar las preguntas por adelantado, de la misma forma que yo tengo que presentar las preguntas por adelantado al Ministerio de Cultura cuando voy a hacer una entrevista, y ellos aprueban qué preguntas podés hacer o no. Los periodistas pusieron 4, 5 ó 6 preguntas en conjunto y pensé que íbamos a estar 15 minutos, pero estuvimos una hora y veinte charlando. Aunque hay una estructura donde se dice qué se puede preguntar, después hay muchísima libertad para conversar. Me preguntaron cuál era mi objetivo, qué quería yo que el público vietnamita sacara de esta historia, si la película se iba a ver en Vietnam.
-¿Qué respuestas tenés para esos interrogantes?
El cine es una forma de unir a gente. A lo mejor en una primera impresión parece que un documental de estas características no tiene que ver con ellos. Pero después entendés que a través del cine descubrís nuestra humanidad en común. Contar una pequeña historia, como la muerte de un periodista argentino, en realidad cuenta historias más grandes.
Es importante que nos conozcamos porque cuanto más te conocés con otra gente, menos chances hay de que quieras odiarlas, matarlas o iniciar una guerra con ellos.
-¿Qué nuevos matices encontraste en la vida de Ignacio Ezcurra?
Un nuevo matiz, que todavía nos estamos preguntando, es la presencia de una misión militar argentina que llegó a Vietnam a los pocos días de morir Ignacio Ezcurra. Estaba compuesta por cinco oficiales de las Fuerzas Armadas, incluyendo el General de Brigada (Mariano) de Nevares, que era comandante de la Brigada de Infantería en Tucumán. Había sido planificada desde antes, pero nos preguntamos qué rol tuvo en este tema, en la investigación o la difusión de los resultados de la investigación. De Nevares se reunió con Onganía a principios de junio del 68, a su regreso. Me hubiera encantado escuchar lo que dijo.
Estando en Vietnam, expresó que había quedado impresionado no solo del profesionalismo del Ejército de Estados Unidos, sino de la amabilidad y humanidad con la que trataban a la gente. Con eso te digo todo.

-No solo la muerte de Ignacio Ezcurra es un enigma: también la forma de investigar su muerte.
Esa delegación militar se alojó en el mismo hotel que un diplomático de muy poca relevancia enviado para investigar la muerte. Cuando éste fue a ver al embajador de Estados Unidos en Vietnam, lo acompañó la misión militar. A la vez, La Nación nunca envió a nadie a investigar. Aunque la revista Gente sí. Uno de los enviados fue Enrique Jarito Walker, quien luego desapareció en los años 70 por parte de la dictadura. También vino un canal de televisión: viajó Andrés Percivale con un camarógrafo. Al llegar en el aeropuerto se encontró con la misión militar esperándolo.
Estamos investigando qué rol tuvieron, por qué estuvieron tan involucrados. Por ahí para los vietnamitas este aspecto no tiene importancia. Pero para cualquier argentino que ve un grupo de militares involucrado en una investigación de un periodista que desapareció, inmediatamente se generan muchas preguntas.
-Terminada la etapa vietnamita, ¿evaluás que está todo el material requerido?
La intención es estrenar en marzo o abril del año próximo. Hay uno o dos días más de rodaje en Argentina y luego llega la etapa de edición. Pero no quiero darlo por seguro: permanentemente vienen apareciendo cosas. Todo el tiempo descubrimos nuevos detalles de la muerte de Ezcurra.
Julia Montesoro