Facundo Escudero Salinas es el director y guionista del drama de terror La invitada, una producción de Pensilvania Films (Facundo Escudero Salinas y Nicolás Münzel Camaño) que está protagonizada por Catalina Magliocchi, Fiorella Indelicato y Moro Anghileri en los roles centrales y que se estrena el jueves 21 en Showcase Norte, Haedo y Córdoba; CPM Adrogué, Gonzalez Catán Shopping y San Juan Shopping; Multiplex Lavalle y Palmas del Pilar; Cinema Devoto; Cinépolis Avellaneda y Pilar; Victor Show Cinema; Paradiso La Plata; Center Bahía Blanca y Solar del Cerro Tucumán.
La narración gira en torno de Ana, una joven huérfana quien se muda junto a su única amiga a la casa del lago de su madre. Allí, la ambición del padre de la familia por adueñarse de la propiedad despertará un antiguo culto pagano que verá a Ana como su única opción para proteger el lugar.
–La invitada responde a los cánones del género del terror, pero tiene algunas particularidades como la dicotomía entre lo antiguo y el progreso y los mitos. ¿Cómo surgió la idea de ese universo tan particular en que se desarrolla la historia?
La historia trata sobre una chica huérfana que no tiene lugar donde quedarse. Entendemos que fue con una tía lejana, pero muy bien no la pasó. Entonces opta por ir a vivir con su mejor amiga y su familia. Allí descubre que el padre tiene otras intenciones con el lago que está en el lugar, con un meteorito que yace. Al mismo tiempo hay una creencia en los últimos pobladores de la zona sobre un extraño Dios de las dos caras. Ambas cuestiones parecen estar separadas, pero empiezan a confluir. La trama se circunscribe en el terror rural, que es esta lucha entre lo antiguo y lo pagano, el avance y la modernidad; en el choque de dos corrientes que estallan.
-Catalina Maistrocchi y Fiorella Indelicato son las dos amigas que protagonizan La invitada y son una apuesta. ¿Cómo llegaste a ellas?
Con todos los que surgieron del casting hubo charlas. Trabajamos muy de acuerdo con la directora de casting y me junté con todos los actores a charlar, para ver cómo nos llevaríamos. Con las chicas, como necesitábamos actrices jóvenes, se hizo un casting muy amplio. Nos llegaron unos 80 videos de los cuales hicimos una preselección y llamamos a 20. De allí hicimos una segunda convocatoria con 10 y en un tercer llamado quedaron cuatro. Pero yo ya veía e ellas dos. En la última prueba hicieron juntas una escena y algo cambió. Se encontraron y confirmé que eran ellas. Cuando les confirmé que eran las elegidas, ellas ya se habían encontrado: salieron a comer y a ver películas. Se adelantaron a mi propuesta de conocerse.
-¿Cómo nació la idea de insertarlas en el universo de lo ritual en el ámbito rural?
La primera idea de este guion fue en 2014. Se presentó en un concurso pero no quedó. Quedó guardado hasta 2019. Debíamos presentar un proyecto al INCAA y se nos cayó otro. Como el Instituto tiene la normativa de que hay que presentar tres proyectos por año, con la intención de que una sola productora no acapare todos los fondos, retomamos esta idea. Lo reescribimos y lo presentamos.
Quería llevar al terror a lo rural y hacer convivir dos géneros que normalmente nunca confluyen: la cuestión cósmica -con el meteorito, que genera miedo a lo extraño, a lo lejano-, y lo rural, con lo que significa el miedo al hombre, a los pobladores. El desafío como guionista era tratar de juntar esos mundos y ver si podían convivir.
-Naciste en Mar del Plata pero creciste lejos del ambiente urbano. ¿Cuánto influyeron tus recuerdos infantiles vinculados a lo rural en tu relato?
Viví allí hasta los 18: luego me instalé en Buenos Aires para estudiar cine. Nuestra familia siempre vivió lejos de la ciudad, en un barrio camino a Batán donde a pocos metros empezaban las quintas y los campos de frutas y verduras. Mi mundo era medio como Stranger Things: ir a jugar con nenitos y bicicletas y atravesar campos, vías, rutas para llegar a la casa de los amigos. Las señoras del barrio nos curaban el empacho o el mal de ojo. Andábamos con los amigos en bicicletas y podíamos encontrarnos con casas abandonadas y también con tumbas. Todo eso entró en juego en este guion, fue como una especie de semilla.
-Es decir que los recuerdos infantiles y de tu adolescencia decidieron el rumbo de La invitada.
¡Sí! Tenía un guion para reescribir. Pero los recuerdos aparecieron en un viaje a Mar del Plata, justo cuando en la pandemia empezó a haber viajes. Hacía casi un año que no veía a mi familia y fui a visitarlos. En el trayecto leí Distancia de rescate, de Samanta Schweblin. Y ahí fueun flashback. Había muchos puntos en común con la novela. La leí de un tirón. Me hizo acordar que yo conocía este mundo.
-¿Qué te impulsó a vincular el ambiente rural con el terror fantástico?
Me daba para ese lado. Cuando era chico veía muchas pelis fantásticas de terror y ciencia ficción. Uno, cuando es chico, generalmente se relaciona con películas que no son reales. Yo veía cosas que hoy mi hermana no se las mostraría a mis sobrinos. Pero yo veía de todo con mis papás. Y también cosas de terror.
Me planteé un desafío como director, después de Fragmentada, que es un thriller que se enmarca en otro género: hacer otra cosa e ir completamente para otro lado. Probar otras cosas y probarme a mí como director. Me gustaría, de acá en adelante, desafiarme con géneros, porque me encanta el cine. Es algo que amo con todo mi corazón. Quiero intentar entender las reglas de los géneros y tratar de aportar una visión desde mi lugar. Los desafíos me gustan, de ahí surgió La invitada.
-¿Qué ves en los géneros?
Nos permiten hablar de un montón de cosas. Esto mismo podría ser un documental, pero el género tiene la potencia de contar cosas muy reales a un público mucho más amplio, sin una bajada de línea, sin ponerme a enseñar una teoría. Me gustan porque pueden contar algo entretenido, que divierta, que atraiga, que genere miedo, sorpresa, tensión.
También hablando de temas reales. Como la explotación del petróleo en Fragmentada o la de los recursos naturales y la relación con el agua en La invitada.
-Una colega tuya, Tamae Garateguy, alguna vez nos dijo que el género de terror y horror fantástico le permite hablar de cosas que de otra forma son innombrables. ¿Compartís esa idea?
¡Totalmente! Sí, sí. Tal cual. Tamae, que tiene un montón de películas como directora, siempre va tocando el género desde distintos ángulos y cada vez evoluciona más, trayendo nuevas temáticas.
Cuando egresé en la facultad mi tesis fue la historia de un hada y un espantapájaros que se enamoraban y se separaban. La historia podía ser de dos chicos en un departamento: se conocen y la chica tiene que volver a su país de origen. En cambio, yo le enmarqué el fantástico y me di cuenta del poder que tenía La sobrina de una de las chicas del equipo, que tenía 3 ó 4 años, decía que ella era el hada. Gente grande la veía como una relación de amor que se había truncado por separarse. El género amplía el universo y el público. Y tiene mucho potencial para hablar desde cosas más universales o de cosas innombrables.
-Temas que quizás de otra manera no podrían abordarse.
¡Tal cual! El terror siempre se adelantó a todos los demás géneros. Siempre habló del racismo, la discriminación, la misoginia, los problemas inmigratorios y otros temas mucho antes. Y tratado de tal forma que nos llega claramente.
Julia Montesoro