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DIRECCION EJECUTIVA: JULIA MONTESORO

José Luis Rebordinos dirige San Sebastián, que se realiza del 16 al 24 de septiembre: «El próximo director del Festival será mujer»

Del viernes 16 al sábado 24 se lleva a cabo la cita más trascendente del cine latinoamericano en una muestra de habla hispana: el Festival de San Sebastián. Que este año, además, celebra sus 70 años de permanencia.

José Luis Rebordinos, el director del Festival de Cine de San Sebastián, detalla cómo serán los próximos nueve días, celebra la idea de un festival “de todo el año” y adelanta lo que viene, de cara al futuro.

-Quiero ser muy original en la primera pregunta y consultarte por algo que seguramente no se le ocurrió a nadie todavía: ¿qué novedades tendrá el festival para celebrar este 70 cumpleaños?

No soy muy amigo de grandes celebraciones ni de los aniversarios. Pero esta va a ser una edición diferente. Como celebraciones se nos ocurrieron tres: una exposición en el Centro Tabakalera (donde se encuentran las oficinas del festival y se proyecta también la sección Zabaltegi Tabakalera), dedicada a los setenta años. Tiene un apartado en el que hay muchas imágenes del público que espera a las actrices y los actores y también imágenes que han enviado los propios ciudadanos de San Sebastián –algunos de más de 60, 70 años- de hace 40 años, de ellos y ellas; hay una parte dedicada a los medios de comunicación que han venido a lo largo de estos 70 años; otra dedicada a la industria y -tal vez la pieza más bonita de esta exposición- hay 24 metros de alfombra roja que tiene enfrente una pantalla enorme, donde tú puedes ir paseando mientras en la gran pantalla vas viendo alfombras rojas década por década. Mientras vas andando van cambiando, desde aquellas primeras de la década del 50 hasta las actuales. Es un viaje en el tiempo.

La segunda actividad, en la que llevamos cuatro años trabajando, tiene que ver con la restauración, digitalización y catalogación de nuestro archivo. Durante 66 años ha estado ordenado, pero no se ha hecho nada. Hemos conseguido unos fondos (gracias a Apuestas y Loterías del Estado, que nos ha financiado este trabajo). Podemos decir que no se ha perdido nada realmente importante. Aquello que estaba por perderse hemos podido restaurarlo a tiempo. En diciembre por primera vez en nuestra página web vamos abrir una site, un espacio para el archivo del festival. Se van a poder ver los primeros materiales restaurados, los diarios del festival de las 70 ediciones y centenares de fotografías. Pensamos que en cuatro años más podremos tener todo el archivo al día. De a poco iremos abriendo espacios para que cualquier ciudadano de cualquier lugar del mundo. Esos materiales están físicamente en la filmoteca vasca para los estudiosos y los historiadores.

La tercera cosa especial que queríamos hacer era tener un numero de tres o cuatro premios Donostia. Los primeros nombres que confirmamos son los de David Cronenberg y de Juliette Binoche.

-Se cumple aquello que nos habías comentado y que tomás como un objetivo: lograr un festival de 365 dias.

En eso estamos. Desde hace dos años tenemos dos subdirecciones: una de ellas es Lucía Olaciregui, quien lleva conmigo la programación y el contacto con productores y distribuidores. Y la otra es Maialén Beloki, que se ocupa del festival el resto del año. Ya somos la tercera parte de una escuela de cine (Elías Querejeta, que está físicamente en Tabakalera, un espacio que se ha convertido en un ecosistema increíble); unas residencias de proyectos (Ikusmira Berriak, que empieza a dar frutos muy interesantes; mentorías; formamos parte de la programación de Tabakalera de exhibición cuatro días a la semana. Todo esto más el proyecto del archivo conforman un trabajo de todo el año.

-Para seguir siendo original, ¿qué cine vamos a ver en San Sebastián?

Como todos los años: muy variado. Hay festivales que formalmente tienen una línea muy definida –aunque yo creo que no tanto, porque parecen tenerla pero luego tienen fugas hacia otro tipo de cine-. Nuestros festivales son muy heterogéneos, entre otras cosas porque no podemos ser de otra manera. Siempre digo en broma que nuestra sección oficial es como un Frankenstein: que puede tener a Hong Sang Soo o una película radical iraní y a la noche hay una película mucho más comercial. ¿Por qué? Porque tenemos que responder ante el público. En 2019, en prepandemia tuvo 178 mil espectadores en una ciudad de 186 mil habitantes en nueve días. El público es fundamental. Pero también tenemos que responder a una crítica local muy fuerte, nacional española y una internacional. Y luego a la industria.

Por eso tiene que tener un poco de ese monstruo de Frankenstein, con propuestas muy diferentes. No puede tener una única línea. Muchas veces lo que le interesa más a la crítica internacional no es lo que le interesa al público. Buscamos esa heterogeneidad.

-Generalmente lo que le interesa a la crítica no impacta tanto en el público.

Algo de eso hay. Que todo el mundo tenga su espacio. Hay una serie de códigos que la gente habitual de San Sebastián comprende. Generalmente la programación de las cuatro de la tarde es para esas películas que buscan abrir caminos, mucho más radicales. La de las diez de la noche es más abierta. Intentamos siempre que uno y otro tengan calidad.

-Dos títulos argentinos participarán en la sección oficial: El suplente, de Diego Lerman y Pornomelancolía, de Manuel Abramovich. ¿Qué les atrajo a los seleccionadores para incluir estos dos títulos?

A la película de Abramovich la seguimos desde que era un proyecto, a lo largo de cuatro años. Formó parte de la residencia, fue seleccionada entre 200 proyectos y nos gustó mucho. Además la produce Gema Juárez, y nos parece interesante todo lo que toca. Es una película compleja, que cuenta una historia real, la de Lalo (está ficcionada, no será exactamente su vida) que tiene que ver con la industria del cine porno gay. Sabemos que va a dar que hablar, pero nos encanta y nos parece un punto diferente en la selección oficial.

En el caso de Lerman, mezcla muy bien ese punto de cine comercial pensando en el público y su punto autoral, donde ves al director y al autor. Tiene algo que nos gusta: habla de una realidad argentina desde el punto de vista de la educación en zonas un poco complejas, pobres. Nosotros tenemos un proyecto en Mar del Plata en una escuela de este estilo, de cooperación internacional. Me recuerda un poco eso. Tampoco es que apunte a la pornomiseria. Intenamos huir de esas películas que usan la miseria de una manera pornográfica, obscena. Aquí el lugar es una especie de contexto, donde va a desarrollarse una historia.

-Pornomelancolía surgió de las residencias y El suplente había pasado por el foro de coproducción.

Algo que nos gusta mucho es que encontramos nuestro hueco. Apostamos por nuevos talentos y seguimos las películas desde su inicio hasta el final. Una película latinoamericana puede llegar en etapa de proyecto y acabar en la sección oficial o en Nuevos directores. Eso nos gusta: vas creando cantera, creando amigos. Cuando ves la película terminada sientes que eres un poco parte de ella.

-San Sebastián decidió dar un premio de interpretación con independencia del género. Esta iniciativa fue por lo menos controvertida. ¿Hay algún replanteo con relación a este tema? ¿Este premio llegó para quedarse?

La mantenemos porque pensamos que era la decisión correcta. Pero con dudas, ¿eh? Pensamos, como la mayor parte de las teorías modernas sobre el feminismo, que el género es una construcción social, una construcción teórica que tiene que ver con el contexto social, político, etc. Cuando le pedimos a la gente que nos diga cuál es su adscripción de genero hablan de masculino, femenino y no binario. Ahí entraríamos en muchas posibilidades diferentes según como lo mire cada uno. Algunos festivales ya se habían atrevido a decir “no vamos a hacer una diferenciación por género y vamos a hacer un copremio y le damos un segundo premio que es una interpretación de reparto”. Nosotros decidimos hacerlo así. Porque nos encontramos con personas trans que vienen al festival y preguntan qué premio puedo ganar. Cuando empezamos a ver que había gente que no se sentía cómoda dijimos: “ha llegado el momento de dar un premio de interpretación”. Y se acabó: que cada uno se sitúe donde le da la gana.

-San Sebastián está a la vanguardia con respecto a políticas de equidad de género. Es un espacio de apertura y discusión. Se generan estas cuestiones, estas reflexiones. ¿Qué devolución tuviste?

Hay una parte del feminismo y de las asociaciones de mujeres que nos lo discutían, diciendo que tal vez podamos tener razón pero que no era el momento. El argumento es que quitar el premio a la interpretación femenina era quitarle visibilidad a la mujer. Puede que tengan razón y que hayamos llegado pronto. Pero creo que son pasos que hay que dar. De hecho, está ligado a otro festival importante que se ha sumado a la misma iniciativa. Dije el año pasado que estoy convencido de que en ocho, diez años, todos los festivales van a estar ahí. Me puedo equivocar: no soy adivino ni el más listo de la clase. Pero con los datos que tenemos, tengo esa impresión.

Nosotros, que mantenemos una relación estupenda con las asociaciones de profesionales españolas de mujeres -de hecho nos reunimos cada par de meses y hablamos de estos temas-, dijimos que estamos dispuestos a cambiar de opinión. Nada es blanco ni negro. Dijimos que nos parecía que había que seguir así dos o tres años, ver el resultado de estos diferentes festivales y estudiar. Y si pensamos que nos hemos equivocado, pues cambiaremos.

-¿Qué creés que se lleva el espectador del festival, más allá de la programación?

Soy de una generación que vivió la transicion española. Empecé a montar un cineclub con unos amigos porque era nuestra forma de hacer política. Era una forma de crear un espacio de debate y un espacio de libertad. Me gustaría que el festival sea eso: un espacio donde todos los discursos puedan enunciarse. Con una única condición: respetar los discursos de los demás. No le voy a dar voz al fascismo, a la homofobia ni al machismo. Porque no respetan el resto de los discursos. Pero todos tienen derecho a expresarse y a ser debatidos.

-¿Qué novedad importante tendrá esta edición con respecto a mesas o debates?

Hay una línea del festival que es Pensamiento y Debate. Y vamos a tener un espacio muy importante de debate. Van a haber mesas de la presencia LGBTI en los festivales de cine, otra sobre las mujeres dirigiendo series de televisión, otra sobre temas de sostenibilidad. Y tal vez lo más importante, la gran novedad, es que aprovechando fondos europeos vamos a tener un encuentro de inversores al más alto nivel internacional. Vendrán 36 inversores de todo el mundo. Se analizarán situaciones de la industria internacional, en los paneles que más cuentan en la industria a nivel mundial. Los tendremos en San Sebastián.

-El Festival siempre sorprende porque mira al futuro.

Es importante situarte dónde estás. Somos uno de los últimos festivales de este momento del año. No tiene sentido que intentemos competir con Venecia para traer grandes títulos norteamericanos. Llevamos unos años reflexionando sobre dónde podemos aportar nosotros. La respuesta es que podemos aportar en preparar el futuro. Ryusuke Hamaguchi decía hace poco que el primer festival que lo puso en el mundo fue San Sebastián. Bong Song Hoo siempre lo destaca. Sabemos que esos directores van a ganar en Cannes o en Venecia, porque es ley de vida y está bien que sea así. Pero entonces podemos hacer ese trabajo. Desde la escuela de cine, desde los foros de coproducción, desde esos work in progress, trabajamos mucho en esa línea.

-El Festival se lleva a cabo del 16 al 24 de septiembre. ¿Qué tiene prevista tu agenda para el jueves 22 (NR.: cumple 61 años)?

(Risas). No lo celebro, no puedo celebrarlo. Recibo muchas felicitaciones, pero de solo contestarlas es un gran engorro. Obviamente, lo tengo que celebrar con mis personas queridas. Pero por fuera del festival. Cuando no era director y estaba en el equipo del festival, hacíamos una cena de amigos. Ahora es imposible. La intensidad de actos y de encuentros es tremenda.

-¿Cómo es el día después del festival?

Durante el festival lo pasas fatal, deseas que se termine. Al día siguiente de que termina, cuando deberías estar contento, entras en una depresión tremenda. Los tres días siguientes estás tristísimo. Un amigo mío me dijo que es un fenómeno físico. Generas tanto, que cuando paras hay una depresión física. No sabes por qué, pero estás hecho polvo.

-Tal como nos comentaste el año pasado, ¿te ves a vos mismo en la cuenta regresiva de los últimos cuatro años al frente del festival?

Sí. Pero sin ningún drama. Tengo dos momentos en los que creo que tiene sentido dejar la dirección (siempre que el Consejo de Administración quiera que siga, aunque de momento nos llevamos bien). Uno (que lo había pensado mucho) era a los 63. Puede que al final la fecha se prolongue hasta los 65. Pero no voy a pasar de ahí. Sobre todo porque quiero hacer otras cosas. Y no quiero empezar a hacerlas cuando me convierta en un abuelito. El tercero el cuarto año, sabiendo quién va a seguir en el festival, podré hacer una transición tranquila. Que no sea una ruptura sino una evolución. Como pude hacerla yo: Mikel Olaciregi salió del equipo de Diego Galán y yo a la vez del equipo de Mikel. Me gustaría hacer una transición parecida.

Además tenemos personas que pueden dirigir el festival mañana mismo sin problemas. Estoy convencido de que si todo es normal y el consejo administrativo me hace un poco de caso, el siguiente director será directora. Tenemos dos personas muy preparadas que podrían ser directores.

-¿Te queda alguna satisfacción personal por tu trabajo?

Uno de los grandes éxitos del festival fue el respeto de los estamentos políticos por el mismo. Ningún partido político usó el festival como arma arrojadiza contra nosotros.

Julia Montesoro

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