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DIRECCION EJECUTIVA: JULIA MONTESORO

La muerte de Damiano Berlingieri (1937-2022), el proyectorista más venerado del cine

Damiano Berlingieri, el proyectorista más venerado del cine argentino en el último medio siglo, falleció el domingo 13 a los 84 años. Tuvo una vida moldeada e incentivada por el cine desde sus ocho años, cuando se subía a un banquito de la sala de proyecciones del Cinema Turio de su Terranova di Sibari natal, en la Italia que emergía del dolor de la Segunda Guerra.

En 1957, poco antes de cumplir los 20 y a instancias de su hermano mayor, rompió la tradición familiar de agricultores y se embarcó a Buenos Aires buscando el sueño del cine. La primera sala donde proyectó fue el cine Select, de Remedios de Escalada.  

“Cuando empecé a trabajar, tuve que pasar La momia, en el cine San Martín de Avellaneda. Era la sala más grande de América del Sur. Había 3000 personas. Desde la cabina, yo veía cabezas y cabezas, y decía: ‘Bien, estoy entreteniendo a toda esta gente’”, dejó registrado Berlingieri.

A inicios de los 70 la empresa Vigo fue la primera distribuidora que instaló un microcine para exhibirle sus novedades a la prensa especializada. Con el tiempo, por allí pasaron realizadores, programadores de festivales y personalidades de la cultura. El mito dice que allí asistió Jorge Luis Borges a una proyección.

Allí reinó Damiano –sin su apellido, casi como de la familia- durante unas dos décadas, desasnando a más de una generación de cronistas de cine, en los tiempos en que no era necesaria la impostura ni el esnobismo para mostrar erudición. Tiempos en que la manzana de Lavalle, Ayacucho, Tucumán y Riobamba marcaba el territorio del “barrio del cine”. De cuando nombrar a Damiano era el salvoconducto para ingresar al universo secreto de las premières y las “privadas”.

Allí también, en 1990, Berlingieri descubrió asombrado Cinema Paradiso, de Giusseppe Tornatore, sintiendo que estaban contando su propia vida. En uno de sus retornos a Italia, en 2003, se comunicó por teléfono con el propio Tornatore y ambos reconocieron un mismo punto de origen para su pasión por el cine.

En los tenebrosos años de la dictadura, como una sociedad secreta, Damiano abría su templo en función nocturna solo para ver el cine que el ultramontano Miguel Paulino Tato prohibía con especial delectación. Eran tiempos en que había que golpear la puertecita grisácea sin mucha ostentación y esperar –con impaciencia y temor- que el propio proyectorista abriera, engañando a los esbirros de la muerte que hacían sus implacables patrullajes nocturnos.

Damiano fue circunstancial partícipe de varias películas: su imagen quedó inmortalizada en El poder de la censura (1983, Emilio Vieyra, con guion del uruguayo Hebert Posse Amorín, uno de los tantos periodistas habitués de Vigo); Despabílate amor (1996, Eliseo Subiela); Carne sobre carne (2007, Diego Curubeto, otro de los periodistas que conoció los conocimientos sin ostentación de Damiano); Cine, dioses y billetes (2010, Lucas Brunetto) y Tras la pantalla (2015, Marcos Martínez).

Hacia finales de los noventa, cuando la cantidad de salas en la Argentina se había reducido a la décima parte (de 2.500 a unas 250), estuvo a cargo de las salas del Alto Avellaneda.

En 2007 publicó su autobiografía, El otro paraíso, editado por La Crujía, librería especializada en medios de comunicación ubicada a 20 metros… de Vigo. Su amigo, el artista plástico y entonces jefe de prensa de Alfa Films, Eduardo Stupía, le dedicó la contratapa: “Dicen que, a veces, un hombre entiende su destino, el sentido de su vida, por aquel detalle mínimo o en el momento más inesperado. Quizás Damiano lo comprendió de repente, al verse reflejado con una fidelidad asombrosa como él mismo lo confiesa, en el personaje de Alfredo, el proyectorista de la conmovedora Cinema Paradiso”.

Cecil B. de Mille aseguraba que el proyectorista es el segundo director de la película.La frase parece haber estado inspirada en Damiano: nadie como él para estimular el deseo y el conocimiento de aquellos que alguna vez pisamos su templo y nos enamoramos del cine para siempre.

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