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DIRECCION EJECUTIVA: JULIA MONTESORO

Néstor Mazzini y Paulina Zoboli presentan «36 horas»: «Las crisis económicas y las deudas son temas universales»

El jueves 18 de noviembre vuelve al Cine Gaumont 36 horas, película de Néstor Mazzini con producción de Paulina Zoboli, protagonizada por César Troncoso y Andrea Carballo y que cuenta con las actuaciones de Héctor Bidonde y Paula Rasemberg. Las funciones se llevarán a cabo a las 16 hs. También se presenta en los Espacios Incaa Morón, Chacabuco, Lobos y Cine Victoria (Entre Ríos) y continúa en la plataforma Cine.ar Play.

36 horas gira en torno a Pedro, un hombre acorralado por las deudas que a lo largo del tiempo al que hace referencia el título, debe encontrar los caminos para conseguir pagar el dinero que le debe a un prestamista mientras ve su vida personal desmoronarse por los reclamos de exesposa y socia y sus obligaciones familiares.

Además, es la primera parte de la trilogía Autoengaño, que se completa con  Cuando oscurece (a estrenarse en 2022) y La mujer de río (en preproducción).

Néstor Mazzini y Paulina Zoboli contaron la historia de 36 horas.

-¿Cuál fue el detonante por el cual llegaron a la historia?

Mazzini: Hace bastante tiempo que me interesa el tema del daño que puede provocar una deuda. Había leído un estudio llamado «El hombre endeudado», que explica cómo las deudas operan como mecanismos de control sobre los individuos. Decidí escribir una historia sobre lo que pasa con una familia en proceso de separación, que en realidad estaba cerca de ser muy parecida a la propia. Comenzó como un corto. Cuando tomó forma de largometraje, le propuse producirlo a Paulina. A partir de allí comenzamos a trabajarlo juntos.

-¿Qué lleva a una productora a encarar este tipo de proyectos?

Zoboli: El trabajo con Néstor permite una producción que no solo lleva a los números sino también a una cuestión creativa. Pero sobre todo, en este proyecto hay una empatía directa con los personajes. Pedro y Erica son un poquito todos nosotros.

Esa familia con esa crisis, con esa deuda, con esos sueños anhelados que van quedando en el camino, tuvo que ver con el proceso de producción, con encontrarle una forma a una historia y a que el público se vea reflejado. El diseño de producción (que muchas veces está aislado de la narrativa), en este caso estuvo integrado al proyecto. El resultado fue que el rodaje se hizo en tiempo real: lo que se iba grabando seguía la cronología de la historia. Con eso logramos encontrarle un registro documental.

-La elección de los ámbitos cerrados contribuye formidablemente a crear el clima opresivo que intenta reflejar la historia. ¿Hay allí alguna referencia cinéfila a otros realizadores o cineastas?    

Mazzini: Buscamos que saltaran de un espacio a otro sin tener que trasladarse, como si el salto fuera mental. Evitamos los recorridos de un lugar a otro: la oficina es un lugar cerrado y cuando se traslada a la casa o al club, se hizo todo por corte, porque queríamos buscar esa velocidad. Habíamos visto Tangerine, película que se grabó con dos celulares y nos gustó mucho ese ritmo para contar.

Zoboli: Una particularidad de 36 horas es que se hizo a dos cámaras, cuando en general por el tipo de producción es a una sola. En este caso, como había mucha acción escenográfica en cuanto a entradas y salidas en la mente de Pedro –y en casi todos los personajes-, las dos cámaras ayudaron a construir ese paralelismo continuo y darle otra velocidad.

-Esta espiral de inestabilidad, de crisis emocionales y económicas, ¿es una historia que se puede considerar como urbana de Buenos Aires o lo piensas como un conflicto universal?

Zoboli: Trasciende las fronteras: es muy particular que el actor protagónico (César Troncoso) es uruguayo y la actriz (Andrea Carballo) es argentina pero vive hace 15 años en Barcelona y tiene toda la impronta del lugar donde vive. Esa mezcla da claramente a entender que la crisis, la deuda, los sueños trascienden las fronteras.

Creo también que hay algo argentino, de que nosotros vamos fluctuando y hay una fibra que por ahí sí solo entendemos nosotros. Pero los actores, que le pusieron el cuerpo a esta historia, a esta crisis y a esta apuesta de reconsiderar cómo nos vemos como familia y como seres humanos, están inmersos dentro de una crisis que fluctúa a nivel mundial. Es urbana, pero me parece que trasciende en ese aspecto, en lo emotivo y lo empático. Por lo menos esa fue la búsqueda que tuvimos.

-36 horas se preestrenó en el Festival de Valladolid en 2019, antes de la pandemia. Después quedó inédita para Argentina hasta que volvió la presencialidad a las salas. ¿Qué nuevos significados le encuentran ustedes a casi dos años de aquella primera presentación en público?

Mazzini: El tema de las deudas y el sistema de endeudamiento, que es la trampa en la que cae el personaje, es algo constante y sigue estando vigente. Y además va a ser difícil de solucionar, porque cuando hay crisis se generan deudas y las deudas se pagan de una manera no muy sana. Es un tema que tiene la misma vigencia desde hace mucho, y hasta se recrudeció a partir de la pandemia.

Zoboli: La autoestima se ve afectada por la deuda, por la pandemia y por todo lo que nos desestabiliza mucho y nos pone en un lugar de la palabra más jodida que vivimos, que fue incertidumbre. Esa incertidumbre que puede generar una deuda te la generó la pandemia, te la genera ese Estado que no solo decide por el Estado sino que decide un poco por vos, porque esa situación después se refleja en tu hogar. Y lo que sucede es que la inestabilidad se va hacia lo emocional. No hay nada que hacer, más allá de que haya comportamientos enquistados en lo que puede ser la figura del hombre que provee, otro tópico que trae la película. Creo que estas deudas nos trasladan a la incertidumbre en todos los aspectos. 

Me encanta la pregunta porque nos pasó: Néstor viajó a Valladolid, vio una sala llena y advirtió que se reían mucho con la película. Cuando la vimos acá, en lo personal la sufrí un poco más, me angustié.

36 horas forma parte de una trilogía. ¿En qué consiste y cómo continúa la saga?

Mazzini: Se trata del proceso de separación y decadencia de una familia, y en particular del protagonista. Con todas las circunstancias que va atravesando cuando la espiral se profundiza hacia la parte negativa, y va buscando alternativas pero no encuentra cómo salir adelante.

Zoboli: La segunda parte está filmada con los mismos actores. Tuvimos el propósito de estrenarlas en paralelo, algo muy novedoso para nuestro cine, pero no se pudo porque con la pandemia se agolparon todas las películas. El cambio más notable es ver cómo esa familia creció: la nena va tomando autonomía y empieza a entender lo que sucede alrededor. A diferencia de 36 horas, es una road movie.

Julia Montesoro

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