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DIRECCION EJECUTIVA: JULIA MONTESORO

Víctor González estrena «Tortuga persigue a tortuga»: «Esos registros de VHS recuperados existieron por un deseo de buscar la verdad»

A fines de los años 80, un joven filma en VHS una película confrontando a sus caseros, que buscan echarlo de la casa que comparten. Poco después, en su nuevo departamento, el joven continúa la película, esta vez enfrentando a su exnovia por una infidelidad.

Este es el argumento de Tortuga persigue a tortuga, de Víctor González, que se estrena a partir del sábado 8, todos los sábados de noviembre a las 18 hs. en Malba Cine.

Acompañando el estreno, la sala exhibirà tres obras del cineasta argentino: el corto Guachoabel y Ciudad de Dios, el sábado 15 a las 20 hs. y El cielo elegido, el sábado 22 a las 20 hs.

-¿Cuál fue el proceso por el cual esos registros en VHS se convirtieron casi cuatro décadas después en la materia prima de Tortuga Persigue a Tortuga?

Esos registros en VHS existieron por un deseo de búsqueda de verdad. De verdad en el cine a través del conflicto y de la exposición, empezando con mi propia exposición. Lo hacíamos en VHS porque no podíamos de otra manera.

Ese era el núcleo de esos archivos. Hasta hace relativamente poco tiempo esos archivos estuvieron allí descansando bastante. Para el BAFICI pasado, tuve el deseo de presentarlos. Hubo un momento eureka -yo lo llamo así-, donde descubrí que esos dos archivos que estaban separados en realidad podían estar juntos y conformar una película.

El hilo era mi propia vida, mis propios conflictos, mi propia búsqueda de la verdad en forma de cine, de las relaciones que yo tenía en ese momento. Ese conflicto en la casa, en la que me están echando y el conflicto con Mabel, que era mi amor imposible de ese momento y de muchos momentos anteriores también.

-Al tratándose de dos episodios, ¿por qué una sola película en lugar de dos o una continuidad de una, una continuación de la otra?

En realidad quedó una a continuación de la otra. Se llaman Tortuga Persigue a Tortuga 1 y Tortuga Persigue a Tortuga 2. Me gusta presentarlas en una sola película. Y me parece que la continuidad es muy simple, muy directa, muy existencial, ya que el personaje —ya es un personaje, porque está tan en el pasado que no puedo decir que yo sea ese- pierde la casa, el lugar donde está. Y en la segunda «tortuga” está en su nuevo lugar y enfrenta una nueva situación. Esa sería la continuidad, llamémosle vital, de la película. Por eso es una sola: eso es lo que yo descubrí y así la pude concebir y terminarla.

-¿Qué expresa hoy Tortuga persigue a Tortuga? ¿Dónde quisiste poner el eje narrativo, el punto de encuentro entre estos conflictos existenciales?

En principio traté de interferir como editor lo menos posible en el registro que yo había hecho. Que el mensaje fuera sutil, que no se notara, respetando el tiempo del plano secuencia. Porque eso, al estar yo dentro de los planos constantemente, me parecía que es una garantía de… honestidad. Yo estoy exponiendo a cierta gente, pero primero me estoy exponiendo yo. Y eso era lo que a mí me permitía estar sosteniendo esta película antes y ahora.

-La película tuvo su estreno mundial en la última edición del BAFICI, ¿qué percibiste allí que no habías notado antes de presentarla así en público y qué devolución te hizo el público respecto de la película?

La primera vez que la vi proyectada fue la mañana del estreno y me sorprendió. Me sorprendió verla a la distancia. Y el público quedó con esa misma sensación. Porque es algo que viene del pasado bastante lejano. Son casi cuatro décadas, una vida completa y tiene algo de crocante todavía.

-De vigencia.

Claro. Es algo así como que te salta la cara. De hecho, me parece que la gente que va al BAFICI está más deseosa de ver algo rupturista. Fue una buena recepción. Tu colega Diego Trerotola estaba en la sala el primer día y me dijo que creyó que era todo ficción. Ni yo sé a esta altura qué es ficción y qué es realidad. La búsqueda de la verdad puede ser también una forma de la ficción, ¿no? En esta película creo que eso es interesante. Se generan muchas preguntas acerca de ese pasado que viene, cómo puede tener esta cualidad de lo actual la película. La ves y estás ahí adentro.

-¿Buscabas eso?

No. Lo vas encontrando. Si vos me preguntás qué pensaba, la sensación fue muy impactante cuando vi por primera vez la película con público. Allí pensé: «Esto es coherente, esto transmite”. Pero no se puede prever.

-¿Hay otros proyectos que tengan que ver con el rescate de material en VHS o esta película es una excepción?

No. Tengo otro proyecto que me interesa mucho. En realidad, estos proyectos no surgen de la nada. Yo fui cameraman de una película que se hizo en 1985. Este material que compone Tortuga es de 1988, pero tres años antes hice una pequeña historia, de donde se origina la idea de esta. Había participado en Gombrowicz o la seducción, película de Alberto Fischerman que me gustaba mucho). Ahí conocimos a (Witold) Gombrowicz con otros amigos, todos estudiantes recién recibidos de lo que es actualmente la ENERC y muchos de nosotros, además, técnicos de Fischerman.

Al principio de ese rodaje Fischerman no sabía bien qué hacer con nosotros, porque éramos más bien chiquitos y más barulleros que un equipo de filmación normal. Pero en algún momento se dio cuenta de que valíamos y la película lo demuestra.

Entre las cosas que hicimos, leíamos a Gombrowicz. Y de su libro Ferdydurke, en el capítulo 4, nos impactó mucho un concepto muy particular en el que se burlaba de los artistas que querían inventar mundos ajenos cuando tenían que describirse a sí mismos. Nosotros, en nuestra singularidad de estudiantes, ¿cómo lo traducíamos?: si una cámara que apunta para un lugar determinado, otra cámara apunta para uno mismo. A partir de ahí, vemos de qué forma eso puede transformarse en algo interesante.

El proyecto que tengo ahora es con el material que hizo un amigo, con quien hablábamos de estas cosas, que falleció hace bastante tiempo. Es una conversación que tiene con su padre. Es un plano fijo, grande. Es la cena de un padre y un hijo en VHS, hecho un año antes que Tortuga. Es un plano extraordinario de una cena de tres horas de un padre tratando de comunicarse con el hijo, que tiene un problema de sonido porque hay un ventilador. Entre el deseo del padre de comunicarse y el hijo que no se comunica la historia culmina de una manera que no es buena. Me interesa trabajar con eso. Rescatar ese plano de tres horas, reduciéndolo, viendo de qué manera se puede montar. Es lo que me interesaría hacer con VHS a futuro.

Julia Montesoro

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