Milagros Mumenthaler presentará mundialmente el lunes 8 su primera película después de más de nueve años, Las corrientes, en la sección competitiva Platform del Festival de Toronto. A partir de allí recorrerá un periplo por festivales, entre los que se destaca San Sebastián, en el que competirá en la Sección Oficial.
Las corrientes es una coproducción entre Ruda Cine de Argentina (Violeta Bava, Rosa Martínez Rivero) y Alina Film de Suiza (Eugenia Mumenthaler, David Epiney) que aborda temas como la identidad y la pertenencia. Una estilista argentina de 34 años, se deja llevar por un impulso repentino tras una entrega de premios en Suiza. De regreso a Buenos Aires, no dice nada, pero algo ha cambiado en ella; algo que, silencioso e invisible, desentraña sutilmente un pasado que creía haber dejado atrás. Sus protagonistas son Isabel Aimé González Sola y Esteban Bigliardi.

-¿En qué momento iniciaste el abordaje de Las corrientes y cómo fue evolucionando hasta tener la película terminada?
La primera vez que hablé de este proyecto fue cuando estaba presentando La idea de un lago, mi película anterior. No sé si pasaron 9 ó 10 años…¡me estoy enterando ahora! (Risas). Nunca había hecho el cálculo. Estábamos en Locarno con Rosario Bléfari y Rosa (Martínez Rivero) y allí les comenté por primera vez la idea de esta película. A partir de ahí comenzó una búsqueda: la escritura siempre me lleva muchísimo tiempo más lo que implica. Más lo que sigue después de terminar el guion, como conseguir fondos para producirlo y lo que conlleva la preproducción. Fue un camino lento y arduo hasta tener la película terminada. A partir de allí iniciamos el recorrido por festivales: Toronto, San Sebastián y después el festival de Nueva York.
-¿De qué trata Las corrientes?
Es la historia de una mujer llamada Lina, que está de viaje por trabajo. De forma inesperada, sucede un evento trágico que ella misma provoca. A partir de ahí cambia su perspectiva. Aparecen los traumas que quedaron sin resolver y se replantea dónde está parada. Con su pasado, pero también mirando al futuro.
También cuestionándose cuál es la vida que uno eligió. A cierta edad, uno está plantado donde parecería que cumplió con varias casillas: trabajo, salud, una hija, un marido estupendo… Sin embargo, algo en esa ecuación no cierra. La película plantea ese recorrido. Acompaña lo que le está sucediendo.
-En tus dos largometrajes anteriores, Abrir puertas y ventanas y La idea de un lago, surgió como tema en común la ausencia en el ámbito familiar. ¿Aparece también en Las corrientes?
Diría que no. No, al menos, de forma tan contundente. En cambio, la película propone de forma distinta a las anteriores bucear en el interior de las personas. Cómo se representa eso en imágenes, sin recurrir a una voz en off; cómo se representan esos pensamientos, para dónde va la cabeza. En La idea de un lago eso estaba de forma contundente al trabajar sobre la memoria y aquí se representa de otra forma.
-En tus películas las protagonistas son mujeres y las historias están contadas desde su perspectiva. ¿Lo buscás a priori?
No sé si me interesa: se da así. Es la mirada desde donde pongo el ojo en la realidad. Hasta ahora se me hizo fácil y también más natural ponerme en la piel de una mujer. Pero no es algo que busco sí o sí, o que lo piense como algo que solo pueden atravesar personajes mujeres. De todas formas, en mi casa somos muchas mujeres: tres hermanas muy seguidas y un hermano. Entonces había algo muy natural del universo femenino. Y también me es muy fácil empatizar con las mujeres.
-¿Aquí también trabajás sobre la memoria?
No sé si sobre la memoria; tiene más que ver con el lugar de pertenencia. Este personaje se mueve en un lugar que no le pertenece. Hay algo allí muy fuerte en cuanto a la identidad. Es difícil moverse en un ambiente cuando uno está con otro talle de zapatos. Eso hace que uno tambalee un poco en la vida.
-A propósito de identidad, una analogía entre Las corrientes y vos es que la película como tu vida transcurren entre Suiza y Argentina.
Es más argentina, pero empieza en Suiza porque se me vino una imagen de mi familia. Parte de mi familia vive allí y Ginebra es una ciudad a la que siempre vuelvo: ahí me crié -aunque vivo en la Argentina hace 30 años- y la tomé como un punto de partida.
Pero el tema gira en torno de la pertenencia. Tiene que ver con una inquietud general de las personas. Uno siempre se mueve de forma mucho más cómoda en un lugar conocido. Entonces, hay algo de lo distinto, de lo diferente, que puede asustar. Aquí hay un personaje que nace de una imagen muy puntual, de un hecho y a partir de ahí surgen las preguntas: ¿quién es esta mujer? ¿Qué le pasa para que suceda algo así? ¿De dónde viene?
-¿Hay un componente político, una intención de retratar determinados estados relacionados con momentos políticos y sociales en tu obra?
No. Abrir puertas y ventanas se asoció a la dictadura militar, sobre todo gente de afuera. Pero yo no pensé en eso cuando escribí la película. No fue un elemento que tuviese en cuenta. Había gente que tenía ganas de hacer esa asociación por la historia que tiene el país, ¿por qué no? Pero no pensé esa historia en ese sentido. Obviamente en La idea de un lago está mucho más claro, sí. Pero siempre desde un lugar más íntimo y personal. Preguntándose qué le pasa a una persona con ese historial. Cómo se planta hoy en la vida, ¿no? Sí creo que cuando uno trabaja personajes hay algo que no puede negar, que a mí me interesa: cómo se va como colando su pasado, de dónde viene esa persona, cómo afecta su presente o cómo fue alimentando lo que es.
–Las corrientes revela a Isabel Aimé González Solá como protagonista: ¿cómo se decidió esa elección?
Es una actriz mendocina que vive en París desde que tiene 19 años. Cuando estábamos buscando a la actriz se nos ocurrió que podía ser alguien que viviera afuera. Eso le podía traer al personaje algo distinto, diría misterioso. Son decisiones que se toman en el casting: por un lado tiene sus razones y por otro es muy caprichoso.
Buscábamos a alguien no tan anclado a a la argentinidad. Es difícil explicar por qué llegamos a esa conclusión, pero son cosas finitas sobre las que uno va hablando hasta decidirlo. Miramos qué actrices argentinas están viviendo afuera. Y apareció Isabel Sí, justo viajaba acá a Argentina y vino. Me pareció interesante, como fue interesante trabajar con una actriz que por ahí no es tan conocida. Primero porque se la descubre, pero también porque por ahí tienen menos trabajo. No lo digo por Isabel, que trabaja un montón en Francia, pero igual tuvo mucho tiempo para ensayar. A mí me gusta ensayar mucho con los actores antes del rodaje. Es un proceso que disfruto un montón, me gusta llegar al set con esa seguridad de que el personaje está. Porque hoy es imposible ensayar en el set (Risas).
–¿Le dejás espacio a la experimentación o a la improvisación?
No. Obviamente, todos los métodos son válidos. Pero no estoy abierta a la improvisación. Para nada. Es como me siento cómoda para trabajar, cuando hay un personaje que está de principio a fin en casi todos los planos. El proceso de búsqueda de escenas se hace antes, en el momento en que uno está ensayando. Por ahí si alguien tiene tres meses para filmarlo lo busca en el set.
¿En cuánto tiempo filmaste Las corrientes?
Siete semanas y dos días. Pero era una película con varias locaciones y hubo que acortar. Fue muy difícil, porque ya teníamos todo planificado para rodar. Y entonces llegó Milei con su 200 ó 300% de inflación, de diciembre a enero y se fueron al demonio de los presupuestos. Hubo un periodo muy difícil: ¿Filmamos o postergamos? Decidimos filmar. Hoy toda la pre, los ensayos, las charlas, son hermosas hasta que llega el momento de rodar y uno está remando a contracorriente. Tenés que saber muy bien a dónde quieres ir, si no es muy difícil.
-Frente a este esquema, ¿cómo vivís la posibilidad del estreno?
Es un tema frustrante. Además, siento que estoy vieja como para pensar el esquema… Siento que filmo poco: como verás la última película fue hace nueve años. Entre la primera y la anterior también había pasado mucho tiempo. En cada estreno la situación cambia. Es muy distinta la hora de filmar del momento del estreno. Y una se queda preguntándose qué pasó.
Julia Montesoro